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Cobardía, por eso Decio y FMF no acaban con grito homofóbico

LOS ÁNGELES -- Inmunidad e impunidad. Hermanas son del ejercicio del cinismo y el ultraje. Y en cualquier delincuencia, aunque se le da tersura en términos lúdicos y banales y venales como el futbol.

Cierto: no toda inmunidad se contamina de impunidad, pero, ciertamente, toda impunidad soborna el derecho a la inmunidad. Y el futbol mexicano profesa impunemente la doctrina de la impunidad.

La consigna folklóricamente festiva, arrabalera, insolente, que nació, dicen, en el semillero procaz y proactivo de alguna afición del Atlas, esa del "eeeeeeeehhh p...", amenaza con universalizarse y sacar visa diplomáticamente rumbo a los estadios de la Rusia de Vladimir... Putín.

Ese grito, esa admonición de pretensiones fallidamente intimidatorias, nace, crece se reproduce y no muere en México.

Por el contrario, México fortalece el libre tráfico de un alarido que despierta más sonrisas que ira en el portero contrario. Es una burla de la que primero se ríe la víctima.

FIFA ha amenazado. Ha multado a México con cantidades irrisorias. ¿Qué son 30 mil dólares de escarmiento a una empresa como la FMF que factura por patrocinadores 650 millones de dólares en este ciclo mundialista?

Y FIFA finge que se irrita. Manda al futbol mexicano al paredón de fusilamiento. Y ni siquiera le venda los ojos. El problema es que tras el preparen, apunten, fuego, el pelotón de fusilamiento sólo arroja globos llenos de agua. Y al final, todos se ríen. El circo del cinismo.

¿Dónde entra la impunidad? Creador, depurador, predicador torvo de ese evangelio segregacionista, México sigue escuchando amenazas y pagando multas nomás con las monedas que se le caen del bolsillo, con una selección que tiene 26 anunciantes ya, 13 de cada lado de la frontera.

Y mientras los correos electrónicos se materializan de Zurich a Toluca, advirtiendo de sanciones y enviando pagarés de multas ridículas, la amenaza de veto parece lejana para la FMF, mientras que a Chile ya le impusieron dos juegos de veto y una multa similar a la de México.

¿De qué privilegios goza México que Chile no tiene? ¿Puede el dos veces Rey de América ser tan vulnerable, mientras un paria, un desarraigado como el futbol mexicano carga sólo con amonestaciones sin recibir el prometido veto, a pesar de reincidencias en juegos amistosos, oficiales, en canchas ajenas o propias?

Cierto, nadie debe tener fuero. Chile, si viola el reglamento, debe ser tan castigado como cualquiera, más allá de sus dos merecidísimas coronas continentales. Pero, curioso, que México, laboratorio que engendró esta bacteria del grito homofóbico, que alcanza grado de pandemia pelafustana, tenga la venia o la impune inmunidad de no ser castigado.

La FMF cree haber tomado cartas en el asunto. Ha iniciado campañas, ha difundido audiovisuales, ha pedido a sus seleccionados que recomienden la supresión de ese cántico corrosivo, pero, la afición, sarcástica, burlona, le grita a los federativos, a los jugadores y hasta a los medios, de la misma manera que al portero contrario: "Eeeeeeeehhhhh, p...s".

Ciertamente en un país donde hay un desafío y un descrédito hacia la autoridad, que ejerce de manera escandalosamente descarada la impunidad, la afición se refugia en desafiar más que al portero contrario, a las crisis múltiples que vive la nación por la comprobada incapacidad de su gobierno o por la capacidad comprobada de ese mismo gobierno para violar los derechos de su nación.

El grito de la tribuna no pretende ofender al arquero adversario, sino al feliz inquilino en Los Pinos. Por eso, no hay tregua posible.

¿Quiere la FMF buscar medidas drásticas? Se necesita tener una valentía, una honestidad, una masculinidad, testosterona pues, y honradez, que en los escritorios promiscuos de dirigentes concupiscentes no es posible que existan.

¿Qué tal comenzar por ser juez enérgico de su propia causa y de su propia casa? ¿Qué tal que se sacudan Decio y la FMF la cobardía a perder dinero y confrontar a la afición?

¿Qué tal que Decio y la FMF conecten el cerebro con los testículos y adviertan a sus aficionados que las sanciones enérgicas comenzarán en ellos mismos?

¿Qué tal que Decio y la FMF decidan vetarse a sí mismos?

¿Qué tal que decidan quitar el Estadio Azteca como sede premundialista si ante Costa Rica regresa ese alarido obsceno?

¿Y qué tal si se presenta ese bochorno decibélico en, por ejemplo, Monterrey, vetarlo también?

¿Y qué tal si a esa terquedad absoluta, en una reacción valerosa, para acabar con ese grito, Decio y la FMF se atreven a jugar los partidos a puerta cerrada?

Claro, para atreverse a tanto, para curar de raíz este problema, hace falta valor, honestidad y ejemplo, y, lo hemos dicho, lo que menos hay en la presidencia de la FMF y sus achichincles en clubes y oficinas, es estatura moral, para poner el ejemplo.

Es como pedirle al coyote que cuide las ovejas.