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Sin Gignac, América hace un guiño al título

LOS ÁNGELES -- Tigres salió con vida, pero bajo amenaza de muerte. 1-1 ante el América, en el Estadio Azteca, pero con un daño sin cuantificarse aún: André Pierre Gignac, en el temido cilindro de las tomografías axiales computarizadas.

Mientras no emitía su primer graznido el siempre sospechoso árbitro Paul Enrique Delgadillo, Tigres estaba investido de campeón. Era favorito absoluto. 90 minutos después, los escalofríos se mudaron de la Ciudad de México a Monterrey. Hoy América, equilibra pronósticos.

El empate escoltaría, en condiciones normales, en el paseíllo de campeón a los Tigres, pero hay un gesto de damnificado en el séquito felino: Gignac está en duda y, en manos, ya no del hipnoterapeuta John Milton, sino de especialistas médicos, que tratarán de poner en pie y sin riesgos a Gignac, quien pernoctaría en el hospital tras el golpe con el hombro que le asestó Valdez en la espalda.

Sí, el paraguayo fue el villano de la doble heroicidad de la noche para Tigres: hace el gol del empate y le despunta la lanza al ataque felino al enviar al francés al hospital y a la sala de terapia de las angustias.

El juego no se alejó mucho de lo previsto. Poco espectáculo, poco atrevimiento, poca osadía, muchos roces, un arbitraje oscuro, torvo, a lo Delgadillo, con un penalti obsequiado a la teatralidad torpe de Oribe Peralta, quien al final lo estrella en el larguero.

Y tras un esplendoroso y espléndido gol de Gignac, torpeza en la marca de Tigres permite un remate con el cogote encogido de Aguilar y el roce letal de Valdez. Un gol que el francés festejó en homenaje a JC Chávez, y un empate que debió soltarles los ácidos gástricos de la rabia a 'Tuca' Ferretti.

Al final, los lloriqueos de La Volpe por el desgaste del viaje a Japón, quedaron caducos, porque fue evidente que la pausa de espera, la antesala aburrida, en la que se metió Tigres, terminó por afectarlo más.

Encima, alguien podría preguntarle a Tuca Ferretti qué esperaba de Zelarayán, que terminó agotado, sin aportar al ataque y sin auxiliar en defensa con inteligencia. Tigres jugó con diez mientras estuvo en la cancha. Y en el regate de balones, Guido Pizarro tuvo su mejor versión a lo Gerardo Torrado: quitaba algunas y las entregaba mal todas.

Y ya que se trata de que alguien le cuchichee a Ferretti, ¿habrá notado que la mayoría de los despejes de Nahuel Guzmán eran anticipados y recuperados por el América? Cada despeje era un balón dividido o perdido. Y no es culpa sólo del arquero, sino de la irresponsabilidad de los posibles destinatarios.

América, entonces, ha volteado los momios. Cierto: debe meterse al Volcán, donde los Tigres imponen su ley, pero después de la exhibición viril, comprometida, no para atacar ni encandilar a las masas, sino para protegerse y asfixiar al adversario, las Águilas hoy tienen 72 horas de calma.

Y claro, la afición lo agradece. El Centenario aún aviva una tenue flama de esperanza para que no termine como un fiasco.

Si América le restringió manejo de pelota, circuitos y relevos a Tigres, y le anuló a las supuestas bayonetas caladas de Aquino y Damm, seguramente forzará aún más los cerrojos en los callejones en el Juego de Vuelta el domingo.

En 90 minutos, el Nido, tuvo la mejor terapia a la secuela atormentadora y tormentosa del fracaso en Japón. En 90 minutos, la historia se trastocó: llega en igualdad de condiciones al juego de Vuelta, pero además encenderá veladoras solidariamente para que Gignac se recupere totalmente, pero, de preferencia que se mantenga con el collarín hasta el lunes por la mañana.

¿Podrá combatir solo el 'Tuca' Ferretti la evidente #GignacDependencia de su equipo? ¿O buscará una terapia grupal con John Milton? Hoy, debe entenderlo, el marcador está 1-1, perdiendo Tigres.

Sería absurdo incluso preguntar qué pesa más: jugar de local o Gignac en la cancha. Ferretti tiene un acertijo en sus manos.