Si se mira fríamente, República Dominicana y Venezuela tuvieron una actuación similar en el Clásico Mundial de Béisbol, al quedar ambos equipos eliminados en la segunda ronda del torneo.
Pero mientras los venezolanos pueden ser catalogados como la mayor decepción de la competencia, los quisqueyanos pueden decir que se fueron con la frente en alto.
Estamos hablando de los dos países que más peloteros aportan a las Grandes Ligas en Estados Unidos, ambos con constelaciones de estrellas en sus respectivas plantillas.
Es cierto que los dominicanos traían las más altas expectativas, basadas en la corona que ganaron de forma invicta en el 2013.
Y quizás estaban imbuidos de un exceso de confianza que pudo costarle caro.
Pero las dos derrotas que dejaron fuera al campeón defensor fueron en dos partidos intensísimos, justo frente a dos selecciones que están hoy entre las cuatro mejores del torneo: Puerto Rico y Estados Unidos.
Cuando la supervivencia en un evento dependen del resultado de un juego, como ocurrió en el enfrentamiento ante los estadounidenses, cualquiera pierde o gana.
Ellos habían vencido en la primera ronda en Miami y luego perdieron la revancha en San Diego, justo cuando no podían permitirse ese lujo.
Al final se marcharon con balance de cuatro victorias y dos derrotas, aunque con el mal sabor de no poder ir más lejos para defender su título.
Distinta fue la faena de Venezuela, equipo que necesitó de un partido extra para poder avanzar a la segunda fase.
El sorpresivo revés por paliza de 11-0 ante los boricuas desinfló a un equipo que una vez más se queda a deber en este tipo de certámenes.
Se sabía que Venezuela tendría en el pitcheo su punto más débil, con todo y la presencia de Félix Hernández en sus filas, pero las esperanzas estaban en que una alineación compuesta por José Altuve, Alcides Escobar, Miguel Cabrera, Carlos González, Martín Prado, Salvador Pérez, Odúbel Herrera, Rougned Odor y Víctor Martínez, entre otros, rescatara cualquier desliz de los lanzadores.
Pero el conjunto venezolano traía un mal de fondo desde la pugna entre el gerente general Carlos Guillén y el manager Omar Vizquel.
El propio Guillén fue desmentido en público por el jardinero Gerardo Parra cuando el primero dijo que no lo había convocado porque los Rockies de Colorado no le dieron permiso para jugar en el Clásico.
Parra afirmó que su ausencia en la vinotinto se debió a que no fue llamado por el gerente y que nada tuvieron que ver los Rockies con esto.
Para males mayores, el conjunto fue sufriendo bajas gradualmente por lesiones, al quedarse primero sin su cátcher titular Salvador Pérez y luego sin el antesalista Prado y el primera base Cabrera.
A Venezuela se le pedía colarse entre los cuatro grandes y a duras penas estuvo entre los ocho primeros.
Como mismo empezó terminó: con una soberbia paliza de 13-2 a manos de Puerto Rico, para despedirse con dos victorias y cinco derrotas.
Pero lo bueno que tiene el deporte es que siempre ofrece una nueva oportunidad. Quizás en cuatro años ya no sean los Cabrera o Víctor Martínez los encargados de llevar más lejos a Venezuela, pero habrá otros que puedan hacerlo, para orgullo de su fanaticada.