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¿Sobrevivirán Astros y Dodgers sin Correa y Kershaw?

Como el chiste del gran humorista cubano Guillermo Álvarez Guedes, siempre hay un león sordo que echa a perder el concierto de violín en medio de la selva.

Los Astros de Houston, en la Liga Americana, y Dodgers de Los Angeles, en la Nacional, han cabalgado cómodamente en la cima de su división hasta esta altura de la temporada, rumbo a los playoffs.

Pero las lesiones de dos jugadores claves en la última semana vienen a ser el león sordo del cuento de Alvarez Guedes, que podría descarrilar, o al menos hacer tambalear el dominio impuesto por los dos equipos.

El campocorto puertorriqueño Carlos Correa estará ausente entre seis u ocho semanas, tras someterse a una operación del pulgar izquierdo, lo cual abre un hueco inmenso en el medio de la alineación de los Astros.

El zurdo Clayton Kershaw, algo tan simple como el mejor lanzador de todo el béisbol, fue colocado en la lista de lesionados tras abandonar el juego del domingo en el segundo inning por molestias en la espalda y desde ya se sabe que no regresará en principio de aquí a un mes o mes y medio.

La pregunta es ¿cuál ausencia tendrá un impacto mayor? ¿La de Correa con Houston o la de Kershaw con Los Angeles?

En 84 partidos, el boricua estaba en una temporada de MVP, con average de .320, 20 cuadrangulares, 67 carreras impulsadas, 39 extrabases entre sus 104 hits y un promedio de embasamiento de .400.

Su proyección hasta el momento de lesionarse lo llevaba a paso de 33 cuadrangulares, 111 remolques y máximas en todos sus indicadores ofensivos.

Perder de pronto al principal motor en el ataque puede resultar grave, independientemente de que la alineación tenga a otras piezas poderosas como el venezolano José Altuve, George Springer, el debutante cubano Yuli Gurriel o el suplemente de lujo Marwin González, inmerso en su campaña consagratoria.

De hecho, es el versátil González quien ha asumido el papel de torpedero de todos los días mientras dure la ausencia del titular de la posición.

Marwin, un bateador de .257 en sus primeras cinco campañas, ha explotado en el 2017, con un average de .320, 18 bambinazos y 58 impulsadas, cifras que ya constituyen una máxima en su carrera.

Tal ha sido su mejoría que el manager A.J. Hinch se ha visto obligado a colocarlo, día tras día, en la alineación, ya como defensor del cuadro, ya en los jardines, por aquello de que "el que batea tiene que jugar".

Ahora le tocará a Hinch encontrar a quien asuma la función de cuarto palo y ya ha experimentado con el veteranísimo Carlos Beltrán, con Evan Gattis y con Gurriel.

Si la ausencia de Correa se va a sentir en los Astros, más se extrañará a Kershaw en los Dodgers. Pueden apostarlo.

El zurdo es líder en victorias (15) y efectividad (2.04) de todas las Grandes Ligas y andaba camino a su cuarto premio Cy Young en el viejo circuito.

Su lesión le haría perderse entre seis a ocho aperturas, demasiadas para una rotación que con la excepción del también zurdo Alex Wood, no ha sido para nada extraordinaria.

Y el propio Wood, invicto en sus primeras 14 aperturas, se derrumbó en su más reciente salida, al ser castigado con siete limpias en 4.2 episodios por los Bravos de Atlanta.

Seamos honestos. En sus primeros cuatro años en las Mayores, Wood fue un lanzador promedio, sin penas, ni glorias.

Hay que ver si esas 11 victorias consecutivas antes de su primera derrota es el inicio de una consistencia que lo lleve a un nivel superior en su carrera o si es simplemente fruto de una buena racha, como le ha ocurrido a muchos serpentineros a lo largo de la historia.

¿Podrá Wood asumir el liderazgo de un cuerpo de pitcheo que ha perdido a su macho alfa? No es lo mismo trabajar a la sombra de un astro que dar un paso adelante y decir aquí estoy yo.

Peor aún. ¿Cuán seria es la lesión de Kershaw, que ni el mismo manager Dave Roberts se atreve a poner una fecha para su posible regreso?

Si bien la falta de Correa es importante, la de Kershaw podría tener proporciones devastadoras.

Ojalá pueda regresar a tiempo para los playoffs, aunque, sin querer ser ave de mal agüero, les recuerdo que el calvario del difunto José Fernández que lo obligó a perderse más de un año de acción comenzó en el 2014 con dolores similares en la espalda, después de haber sido bateado libremente el 9 de mayo en un partido ante los Padres en San Diego.

Una semana más tarde era sometido a una operación Tommy John para repararle los ligamentos del codo y no pudo regresar hasta el 3 de julio del 2015.

Lo demás es historia.