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Avalancha de extensiones calientan la primavera

¿Qué tienen en común Alex Bregman, Blake Snell, Chris Sale y Paul Goldschmidt?

Aparte de ser estrellas, Bregman, Snell, Sale y Goldschmidt, quienes acaban de recibir jugosas extensiones contractuales con sus respectivos equipos, NO son clientes del poderoso agente Scott Boras.

Los Astros de Houston amarraron a su antesalista por 100 millones de dólares por las próximas cinco temporadas.

Por la mitad del precio, los Rays de Tampa Bay aseguraron al ganador del premio Cy Young del 2018 en la Liga Americana.

Los campeones Medias Rojas de Boston rompieron la alcancía con el zurdo Sale y le dieron un pacto por cinco campañas y 150 millones.

Y los Cardenales de St. Louis acordaron con Goldschmidt por cinco años y 130 millones.

Adicionalmente, los Cardenales habían extendido el contrato de su abridor Miles Mikolas por cinco campañas y 68 millones.

Independientemente de la cantidad de dinero involucrada en estas transacciones (498 millones), se tratan de movidas inteligentes, con un límite de tiempo razonable que debe rendir dividendos a sus respectivos conjuntos.

En los casos de Bregman y Snell, sus nuevos contratos retrasan en un año su llegada a la agencia libre, con edades relativamente jóvenes, que en dependencia de la forma que muestren en el futuro, les permitirá conseguir nuevos acuerdos en el mercado.

Para Sale y Goldschmidt, les garantiza una notable cantidad de dinero, cuando el primero está a pocos días de cumplir 30 años y el segundo ya tiene 31, sin necesidad de llegar a la agencia libre, sobre todo en una época en que los equipos están apostando a jugadores cada vez más jóvenes.

A diferencia de la barbaridad, en lo que a tiempo se refiere, de los contratos de Mike Trout (430 millones), Bryce Harper (330) y Manny Machado (300), estas son movidas inteligentes y beneficiosas tanto para los peloteros, como para los equipos, que posiblemente no se hubieran dado si estuvieran representados por Boras.

El ambicioso agente es conocido por rechazar propuestas de extensiones contractuales, con la promesa de conseguirles a sus clientes la mayor cantidad de dinero posible en la agencia libre.

El caso más notable -tristemente- fue el del fallecido lanzador cubano José Fernández, a quien los Marlins de Miami le ofrecieron 40 millones, que luego subieron a 50 y que el pelotero, asesorado por Boras, rechazó.

Por la misma fecha que Fernández, también se negó a aceptar una extensión con los Marlins el jardinero dominicano Marcell Ozuna, representado por el mismo agente.

Pero Ozuna será agente libre al final de esta campaña y está obligado a tener un rendimiento similar al del 2017 para aspirar a un pacto superior al que rechazó en Miami, luego de una primera temporada decepcionante con San Luis.

De igual manera, sería demasiado optimista esperar un acuerdo de extensión entre los Cachorros de Chicago y Kris Bryant, cliente de Boras, luego de varios rifirrafes entre el equipo, el pelotero y su representante.

Llama la atención que en las últimas semanas se haya disparado el mercado, que estuvo sumamente lento la mayor parte del invierno.

¿Será coincidencia de que esto haya ocurrido después de que el Sindicato de Jugadores y el comisionado Rob Manfred se reunieron ante la amenaza de un paro laboral?

Lo cierto es que de pronto da la impresión de que la mayoría de los equipos quieren amarrar por el mayor tiempo posible a sus estrellas antes de que lleguen a la agencia libre.

Después del acuerdo de Boston con Sale, se espera que Mookie Betts siga los pasos por muuuucha plata.

Y tarde o temprano, sus correspondientes conjuntos deberán hacer lo mismo con jóvenes estelares como los puertorriqueños Javier Baez, Francisco Lindor y Carlos Correa, George Springer y Aaron Judge, quienes, por cierto, NO están representados tampoco por Scott Boras.