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Ganador del anafre miniatura, Cruz Azul, promete ser gigante de la Liga

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VIDEO: Siboldi dedicó el título de la Copa por México a la fiel afición (0:20)

El entrenador de Cruz Azul no demerita la victoria aunque sabe que es un torneo amistoso. (0:20)

LOS ÁNGELES -- Después de que Cruz Azul recibió como trofeo un flamante e inútil anafre miniatura que lo consagra campeón del torneo miniatura (Copa por México), amparado por una miniatura de árbitro (Óscar Mejía), esta semana arranca el Torneo Guard1anes de la Liga MX en homenaje a los guerreros gigantes (médicos, enfermeros, etcétera) de una pandemia gigante que sólo se miniaturiza en México.

Tras el innecesario y ocioso anterior trabalenguas, y mientras el número de positivos asintomáticos rebasa los 60 casos entre La Famiglia del futbol mexicano, luego de los 12 reportados a regañadientes por el Necaxa el fin de semana, la Liga MX regresa en solitario a un torneo oficial, en el que espera, optimistamente, contar con público (entre 25 y 30 por ciento de la capacidad de los estadios) al menos para la Liguilla.

Al margen de ser el intrascendente ganador del anafre miniatura baratija, Cruz Azul se postula nuevamente para ser el protagonista de la Liga MX con la esperanza de que sus tiempos de buenaventura futbolística no sean truncados en ese vía crucis de la esperanza por conseguir el título tras 23 años cumpliditos el próximo 7 de diciembre, tras reiteradas y coloquiales visitas al rincón de los fracasos.

Vapuleó La Máquina al América en la copa bagatela, rival al que ha acogido recientemente en su hospicio, con Miguel Herrera como hijo adoptivo, y después sometió a Chivas, aunque con el padrinazgo oscuro y cegatón –o de rapiña--, de Óscar Mejía al inventarse un penalti, cuando deportivamente parecía más sano dirimir desde el manchón fatalista al ganador de esa pieza finísima de trofeo, en homenaje al utensilio más autóctono de la culinaria mexicana: el anafre.

Cruz Azul juega bien. A veces bien a secas y a veces esplendorosamente bien. Aunque, haciendo honor a su mote, La Máquina funciona de acuerdo a la prestancia de todos sus engranes, queda claro, sin embargo, que hay jugadores sobresalientes, con 'Cabecita' Rodríguez asumiendo el protagonismo de un equipo que se ha fortalecido desde la parte medular de los ejércitos: el vestidor.

En tiempos de escasez de pirotecnia, algunos medios no han escatimado columpiarse de Jonathan Rodríguez y colocarlo en las altas esferas europeas, aunque en La Noria aseguran que nadie ha llamado con un depósito bancario. Extraoficialmente, en La Noria no lo negociarían por debajo de los 15 millones de dólares y sólo hasta 2021.

Nada mal lo del Cabecita y nada mal para un oriundo de Florida, un pueblo apenas localizable en el mapa uruguayo, y sólo mediante una lupa, que cuenta con 33 mil habitantes a dos horas de distancia del centro de Montevideo y que duplica su población cada 3 de junio cuando miles de visitantes, principalmente de Argentina, acuden a la Capilla de San Cono, especialista en patrocinar sueños, como ése, como el que vive Jonathan Rodríguez.

Hoy, los Cementeros han descubierto la imperiosa necesidad de situarse en el centro del rombo magnífico de la victoria: querer, poder, saber y hacer. Y, en el nivel de puerilidad competitiva del futbol mexicano, queda claro, los jugadores de Cruz Azul demuestran que hacen futbol, porque quieren, porque pueden y porque deben. Al menos lo demostraron en el interrumpido Clausura 2020 y en el torneo improvisado, la Copa por México, que ya el viernes quedó confirmado por fuentes de TUDN, tendría descendencia en 2021 y en 2022, cuando invitarán a clubes de Concacaf y con sede en Estados Unidos.

En el grupo cementero abundan líderes, de esos, de los que con orgullo muestran las cicatrices de su lealtad por La Noria, con una figura demandante, José de Jesús Corona, más allá de la febril reacción que generan en su contra algunos aficionados, que infructuosamente reclaman a Sebastián Jurado y a Andrés Gudiño, sin entender que el liderazgo del arquero, cascarrabias y todo, es un catalizador en el vestuario.

¿Y después de Cruz Azul? El Turco Mohamed siempre despierta dudas muy canijas, pero la versión cortometraje que ha mostrado hasta el momento de Monterrey, tras el confinamiento, hace creer –con riesgo de engatusamiento--, que ha logrado curarse de las llagas que lo convirtieron en el hazmerreír del Clausura 2020, y que puede retomar protagonismo. Esta vez no hubo ni compras caprichosas, ni misteriosas, ni sospechosas. Lo de Sebastián Vegas, enriquece.

América será mejor que la versión pírrica que mostró en lo que ni fue Copa ni fue por México. Insistíamos en este espacio –más abandonado que la sala de trofeos del Atlas--, que la vorágine de linchamiento del #FueraPiojo, fue lo mejor que le pudo ocurrir a Miguel Herrera y a su equipo, que todavía investiga si Djaniny Tavares podría llegar la próxima semana, con el salario escandaloso de Nicolás Castillo –y un pilón de lo que devengaba Renato Ibarra--, que es más de lo que el delantero de Cabo Verde puede aspirar en Brasil o Portugal.

Y aunque fue un desastre defensivo ante Tigres, y con bobalicona y bisoña ofensiva ante el triple candado del Tuca Ferretti, pero el Guadalajara mantiene como incómoda cataplasma la obligación de saldar las cuentas inconclusas y timoratas del Clausura 2020, donde siguió alternando las de la cal y las de la arena. Pero, si J.J. Macías sigue comiendo frutas y verduras y se mantiene sano, puede ser la clave rojiblanca.

Y para cerrar, agregue a dos antípodas de la forma de jugar al futbol. El generosísimo León con la incorporación de Emmanuel Gigliotti, y en Tigres amenaza el hecho de que a la fórmula de Quiñones y Gignac se agrega un descontaminado Leo Fernández.