La temporada 2016 fue de gran importancia para el pelotero venezolano Ender Inciarte. El nativo de Maracaibo cubrió las expectativas de los Bravos de Atlanta custodiando el jardín central y le dio estabilidad al turno de primer bate en la alineación de un equipo que lidia con un proceso de transición.

Inciarte promedió 291, y ganó su primer Guante de Oro en una posición en la que en esta franquicia siempre recuerda la figura de Andrew Jones. "Me siento bendecido de la oportunidad que me brindaron los Bravos de jugar en el center field y haber ganado el Guante de Oro. En Venezuela mucha gente confiaba en que yo podía hacerlo" dijo el zuliano a las plataformas digitales de ESPN.

El jardinero central del conjunto de Atlanta es uno de los pilares en la reconstrucción, y antes del comienzo de la temporada logró asegurar su futuro financiero al firmar un contrato de cinco temporadas y una opción del equipo para una sexta campaña. "Es diferente. Yo siempre me voy a exigir. Siempre voy a querer hacerlo mejor que el año anterior. La preparación este año fue mejor y nada cambia, pero si tienes la confianza y tranquilidad de saber que el año que viene vas a seguir teniendo una oportunidad" dijo Inciarte sobre su arreglo multianual.

El Clásico Mundial de Béisbol será este año una vitrina y un reto importante para muchos jugadores de la gran carpa, sobre todo para los latinos por lo que representa este deporte en el Caribe. "Me prepare en Miami junto a varios compañeros de la selección, y ya estoy contando los días para llegar a México y comenzar a jugar" dijo quien defenderá el jardín central de la selección vinotinto.

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Quienes somos padres y amamos el béisbol, por lo menos una vez hemos soñado con ver a nuestros hijos vistiendo un uniforme de las Grandes Ligas. Y en el caso de la familia Inciarte, en Maracaibo, Venezuela, Astolfo siempre tuvo presente esa esperanza, reflejada en dos hijos que también llevan en sus venas el amor por la pelota.

El padre del hoy ligamayorista Ender Inciarte, más allá de su esposa, tuvo otra relación de amor y locura, su pasión por el pasatiempo de los venezolanos, el béisbol. Y ese amor se reflejaba en el terreno de juego, ya que era un buen pelotero que vio acción en una liga de veteranos catalogada como AA, y después brilló en todos los estadios de softball que pisaba.

En ese transitar por el amor paralelo, Astolfo vislumbraba un mejor horizonte dentro del deporte para sus hijos, y de allí el empeño, tiempo, paciencia y dedicación para que su descendencia también supiera entender lo que es vivir enamorado de la pelota.

El contador de profesión le regaló a Astolfo David y Ender las herramientas para que pudieran allanar el largo camino que transforma a un niño en un joven con posibilidades de hacer del béisbol su profesión. Por ello siempre tuvo tiempo para la familia y para desarrollar en sus hijos las habilidades que les permitieran llegar lejos en la pelota profesional. "Un día me ponché cuatro veces en un juego de un torneo, y mi padre me llevó a un estadio para tomar práctica de bateo por varias horas, hasta el cansancio. Al día siguiente conecté dos jonrones, y volví a tomar la confianza", contaba Ender a manera de anécdota.

"Mi padre era muy apasionado por el béisbol, y su sueño era ver llegar a cualquiera de sus dos hijos a las grandes ligas", nos confesó Ender Inciarte durante una visita de los Diamondbacks a Miami, en la cual disfrutó de las mejores arepas que se ha comido en Estados Unidos.

Ender y su hermano Astolfo David firmaron en Venezuela para ingresar a la pelota organizada, y coincidieron en República Dominicana, donde reafirmaron sus lazos inquebrantables de hermandad. "Nunca existió competencia deportiva entre nosotros. Yo no quería hacerlo mejor que él porque yo crecí admirándolo" dijo Inciarte en referencia a su hermano mayor, de quien agregó que era muy buen bateador, y él disfrutaba viéndolo jugar.

Pero en el mundo de la pelota profesional no todo es color rosa, y Astolfo David no pudo debutar en el equipo grande de las Águilas del Zulia, limitándose a ver acción en la liga paralela.

La historia de Ender Inciarte fue diferente, y el 21 de diciembre de 2010, llegó el ansiado día de su estreno en la pelota profesional venezolana. Vistiendo el uniforme del equipo que identifica a los zulianos, el jardinero marabino bateó un doblete ante el zurdo Enyelbert Soto, del Magallanes. Tras el encuentro, Astolfo esperó con mucha calma a que todo el mundo lo saludara y felicitara, y con la emoción de un padre más que orgulloso, le dijo a su hijo que le había regalado el día más feliz de su vida.

El camino de Inciarte hacia la gran carpa apenas comenzaba, y es que su padre siempre le recalcó que lo importante no era llegar, sino mantenerse. Y en uno de esos giros del destino, se suscitó un capítulo desafortunado.

El 14 de marzo de 2011, mientras estaba en los campos de entrenamientos en Arizona, Ender inciarte habló temprano con su padre. "En esos días me habían subido al equipo grande, y entré como corredor emergente. Eso emocionó muchísimo a mi papá. Pero en general no me estaba yendo bien, y le dije que no se preocupara, que a partir de ese momento iba a aprovechar todas las oportunidades, y que si yo no llegaba, estaríamos contentos por todo el esfuerzo que yo iba a hacer, comentó el jardinero de los Diamondbacks.

Esa fecha marcó la última conversación de Ender Inciarte con su padre. Esa tarde fatídica, durante su rutina diaria de caminata en el polideportivo de la capital zuliana, un infarto fulminante adelantó a Astolfo en el camino que todos debemos recorrer.

"Fue bastante doloroso. Ese dolor no se va. Uno simplemente con el tiempo, aprende como superarlo" exclamó Inciarte cuando se refirió al ser que ha servido como su principal fuente de inspiración, junto a su señora madre y sus hermanos, en su carrera como pelotero.

En aquellos días de angustia, Miguel Montero, hoy receptor de los Cachorros de Chicago, compró el boleto aéreo y se encargó de que Inciarte pudiera viajar sin problemas para estar con su familia, y luego pudiera reintegrarse a los campos de entrenamientos. Una semana más tarde, regresó al desierto de Arizona y jugó en la liga extendida, donde pudo batear muy bien ganándose el cupo en el equipo de la Clase A media.

Desde entonces, Ender Inciarte ha sabido labrar su camino en la pelota organizada, y en 2014 su apellido también estuvo presente en la Serie mundial de las Pequeñas ligas, en Williamsport, Pennsylvania. Su primo Andrés era el receptor del equipo de Coquivacoa, representante de Venezuela y Latinoamérica en el evento. Andrés y su hermano Diego también comparten la pasión heredada de su padre Rafael, quien al igual que su tío Astolfo, es ejemplo vivo de gran pasión por la pelota y entrega al porvenir de sus hijos.

Después de haber pasado por el draft de la regla cinco a los Filis de Filadelfia, donde había hecho el equipo grande, pero no tenía chance de jugar todos los días y desarrollar su talento, Ender Inciarte agradece haber regresado a la organización de Arizona, donde de la mano de un excelente grupo de coaches está recibiendo oportunidades, y las está aprovechando al máximo, como siempre se lo prometió a su padre.

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