Las Grandes Ligas acaban de revertir la sanción que habían impuesto al segunda base de Los Dodgers de los Ángeles, Chase Utley, por su deslizamiento agresivo en que fracturó al campocorto de los Mets de Nueva York, Rubén Tejada, a finales de la pasada temporada.

La eliminación del castigo permitirá a Utley jugar desde el Día Inaugural, en una rectificación sabia por parte de MLB.

Es cierto es que el deslizamiento del jugador de los Dodgers fue abusivo, intencional y de mala fe, pero independientemente de eso, no fue, de acuerdo con las reglas existentes hasta el 2015, ilegal.

La sanción tendría lugar si un deslizamiento similar ocurriera a partir de este año, cuando las Grandes Ligas cambiaron las reglas de juego, pero es, de cierta manera, similar a aquellos peloteros que usaron esteroides para mejorar su rendimiento deportivo cuando aún no estaba penado por las autoridades beisboleras. Podría haber sido poco ético, pero ilegal no.

El castigo fue impuesto en medio del calor que generan las emociones de la postemporada, pero sobre ninguna base legal, así que al revertir la sanción, las Grandes Ligas hicieron lo correcto.

Pero, al mismo tiempo, MLB da muestras de una inconsistencia suprema cuando de imponer castigos se trata.

La liga ha sido siempre en extremo permisiva y ocasionalmente da palos a ciegas para tratar de crear precedentes que muchas veces caen en el plano de la ridiculez.

Un ejemplo claro es el tema de las sustancias prohibidas, con la risible escala de sanciones que no ha conseguido golpear en el punto exacto que más pueda dolerle a los infractores.

Sólo el dominicano Jenrry Mejía, tres veces positivo, ha sido suspendido de por vida y ahora alega una suerte de conspiración en su contra.

Pero los otros que han violado la política antiesteroides de las Grandes Ligas, incluido un reincidente como Manny Ramírez, se han reído del mundo sin mayores consecuencias.

Y ahora MLB acaba de decidirse a atacar los casos de violencia doméstica, pero con la misma inconsistencia con que ha enfrentado otros problemas extradeportivos.

Al cerrador de los Yankees de Nueva York, Aroldis Chapman, le han impuesto un castigo de 30 juegos en un caso en el que ni siquiera hubo reporte policial.

Las autoridades no encontraron ninguna evidencia para abrir un caso y sin embargo, las Grandes Ligas lo dejan un mes fuera de acción.

Pero al mismo tiempo, su compatriota Yasiel Puig es exonerado en otro caso, del que existe incluso un video como evidencia, aunque tampoco hubo acusación legal.

Y mientras las autoridades beisboleras deciden la suerte de Chapman y Puig, se muestran pusilánimes en torno a José Reyes, sobre quien sí pesa una acusación formal y un proceso judicial en Hawaii.

Entonces, ¿quién entiende a las Grandes Ligas? Difícil, ¿no? Pero al menos, en el caso de Utley, se anotaron una buena decisión.

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Me da pena lo ocurrido al panameño Rubén Tejada, que se perderá la posibilidad de jugar en la Serie Mundial, si los Mets de Nueva York llegaran a esa instancia.

Pero las cosas no pueden ir más allá de sentir pena por el muchacho.

Sancionar a Chase Utley por la barrida en segunda que provocó la fractura del peroné del panameño es una de las peores decisiones que pueda tomar la directiva de las Grandes Ligas.

La jugada generó toda una comedia de errores que pone en evidencia el sistema de justicia de la MLB, desde los umpires en el terreno hasta las oficinas de la liga, sin olvidar a los anónimos revisadores de la cámara lenta en Nueva York.

Utley se tiró fuerte en segunda, buscando las piernas del campocorto de los Mets para tratar de romper la doble matanza.

Eso se ve cada día desde que se inventó el béisbol y lo seguimos viendo en los otros juegos de estos playoffs, posteriores al de la lesión de Tejada.

Sólo que en ese segundo encuentro entre los Mets y Dodgers de Los Angeles quiso la suerte que se le rompiera un hueso a un pelotero. Y punto, no le busquen la quinta pata al gato.

Era una jugada que podía definir la suerte no sólo del juego, sino de toda la serie. Significaba el empate en un partido que los Dodgers iban perdiendo y había que igualar a como diera lugar.

Y pasó lo que pasó. Quizás el umpire debió considerar brusquedad excesiva por parte de Utley y decretar out al corredor que iba hacia primera por supuesta interferencia que le impidió a Tejada hacer el tiro a la inicial.

Porque ni siquiera merecía ser declarado out en segunda Utley, ya que Tejada no pisó la almohadilla, como se vio luego en la revisión.

Hasta ahí llegaba la potestad de la justicia, pero el umpire no lo vio así en ese momento y punto.

El colega Ken Rosenthal, de la cadena FOX, entrevistó a Joe Torre, jefe de operaciones de béisbol de las Grandes Ligas, sobre la anunciada suspensión de dos partidos al jugador de los Dodgers.

El experimentado Torre, manager exaltado al Salón de la Fama de Cooperstown, no tenía nada de peso que decir al respecto, y simplemente se limitó a lamentarse de la suerte del panameño y de la dureza de Utley.

Pero no pudo esgrimir ninguna base legal sobre la cual fundamentar el castigo al pelotero. Sencillamente, porque no hizo nada ilegal.

Además, si se sanciona la acción de Utley, habría entonces que dar marcha atrás a las consecuencias que se generaron después de esa jugada.

Si el deslizamiento conlleva un castigo, entonces las carreras que los Dodgers anotaron después de eso deberían ser ilegales también.

En otras palabras, la directiva de la MLB está siendo incongruente en sus acciones y de cierta manera desestimulando la pasión con que se entregan los jugadores en el terreno.

No se trata de alentar la violencia en el deporte, sino de incitar a que los atletas jueguen fuerte.

El propio Utley arriesgó su físico en la jugada y se llevó un buen golpe en la cabeza.

Esto no es un juego de señoritas y aunque hay que cuidar la integridad física de los peloteros, no puede limitarse el esfuerzo de los deportistas, pues las lesiones, aunque lamentables y dolorosas, son parte del juego.

Al que no le guste, que juegue en playstation, que ahí no se lesiona nadie, pero esto es béisbol real.

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