El dominicano Miguel Andújar y el venezolano Gleyber Torres, junto a Aaron Judge, podrían llegar a ser lo que en su momento representaron para los Yankees de New York Derek Jeter, Andy Pettitte, Jorge Posada y Mariano Rivera.

Un núcleo imprescindible que lleve a crear una nueva dinastía en la franquicia más emblemática del deporte estadounidense.

Andújar es un Yankee original, firmado como agente libre internacional en el 2011, mientras que Torres llegó a la Gran Manzana en un canje en el 2016 por el cerrador cubano Aroldis Chapman.

Pero debutó en las Mayores con el célebre uniforme de rayas y debería echar raíces allí, en lo que se augura será una carrera brillante.

Discutible que ninguno de ellos haya ganado el premio de Novato del Año en la Liga Americana.

El dominicano lo merecía más que nadie, por intangibles que no se miden en numeritos.

Sus estadísticas fueron extraordinarias, las mejores entre todos los debutantes en varios departamentos como hits (170), dobletes (47), jonrones (27), extrabases (76), carreras anotadas (83) e impulsadas (92).

Además, en estos tiempos donde cualquier pelotero se toma más de un centenar de ponches con la misma tranquilidad de quien consume un vaso de agua, Andújar quedó en 97 en 573 turnos al bate.

Eso significa que abanicó en el 17 por ciento de sus veces al bate, mientras que el japonés Shohei Ohtani, ganador del premio, abanicó en 102 ocasiones de 326 turnos (31%).

Pero más allá de eso, cuando Judge se perdió 50 juegos por lesión y Giancarlo Stanton entró en un profundo slump, el dominicano, se echó sobre sus hombros a los Yankees y fue parte fundamental en las más de 100 victorias de su equipo.

Andújar y Torres habrán perdido en la votación ante Ohtani, pero desde ya le llevan una ventaja: ambos arrancarán saludables su segunda campaña, mientras que el japonés, sometido a una operación Tommy John, no podrá lanzar una pelota hasta el 2020 y no se sabe si estará disponible como bateador para el inicio de la próxima temporada.

En otras palabras, ellos son el futuro de los Yankees, en tanto el pelotero de Los Angeles Angels tiene un signo de interrogación sobre su cabeza.

Y mientras el venezolano Ronald Acuña Jr. ganó merecidamente el galardón en el viejo circuito, ya nos frotamos las manos esperando el inicio de la venidera contienda para ver la segunda parte de la competencia fraternal que estableció con el dominicano Juan Soto, segundo en las votaciones.

Acuña, de 20 años, y Soto, de 19, tenían números merecedores del premio, más que Walker Buehler, el fenomenal lanzador derecho de Los Angeles Dodgers, quien terminó tercero en los sufragios. El venezolano de los Bravos de Atlanta y el quisqueyano de los Nacionales de Washington pertenecen a la misma división del Este, por lo que se verán las caras 19 veces en el 2019, para retomar la rivalidad entre dos de los mejores peloteros jóvenes de todo el béisbol.

Y siempre quedarán dos preguntas pendientes hasta que comiencen las acciones del 2019:

¿Cuál de estos debutantes estelares, Ohtani, Andújar, Torres, Acuña, Soto y Buehler, atravesará por la maldición del segundo año?

¿Cuáles seguirán cimentando su camino hacia la consagración definitiva y reafirmándose como el futuro inmediato del béisbol?

A fin de cuentas, los premios no lo son todo.

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Dos dominicanos y dos venezolanos, fenomenales los cuatro, se disputarán los premios de Novato del Año en ambas ligas.

Desde que se instauró el galardón para ambos circuitos, a partir de 1949 (en 1947 y 1948 se otorgó un solo premio para las dos ligas), 12 peloteros latinos lo han ganado en la Americana y nueve en la Nacional.

Pero nunca han coincidido dos jugadores hispanos para llevarse el galardón el mismo año...hasta el 2018.

En el viejo circuito, el venezolano Ronald Acuña Jr., de los Bravos de Atlanta , y el adolescente quisqueyano Juan Soto, de los Nacionales de Washington , llevan la pulseada de tú a tú.

El dominicano Miguel Andújar y el venezolano Gleyber Torres, ambos de los Yankees de Nueva York, se lo disputan en el joven circuito.

Lo de Acuña ha sido extraordinario como hombre proa en la alineación de los Bravos.

Sus 25 cuadrangulares son la cifra máxima entre los debutantes, cinco de ellos abriendo juegos de manera consecutiva.

El joven de 20 años batea para average de .290, con 24 dobletes, tres triples, 68 carreras anotadas, 53 impulsadas, 14 bases robadas, promedio de embasamiento de .368 y slugging de .575.

Ha sido la bujía principal en el ataque de Atlanta, equipo que está a un paso de colarse, contra todo pronóstico, en la postemporada como campeón de la división del Este.

Y todo esto lo ha logrado en apenas 95 partidos.

Pero los números de Soto son, en algunos aspectos, mejores que los de Acuña.

El quisqueyano, de apenas 19 años, batea para average de .304, tiene dos hits más que el venezolano (109 por 107), con 22 biangulares, un triple y 19 bambinazos.

Tiene 61 remolques, la máxima cantidad entre todos los novatos, en tanto ha anotado 68 veces, la misma cifra que Acuña. Su OBP es superior (.417) y su slugging es de .529.

Tiene tres partidos de multijonrones, algo inédito para un pelotero menor de 20 años.

Hasta su llegada a las Mayores esta temporada, solamente su compañero de equipo Bryce Harper (2012) y los miembros del Salón de la Fama de Cooperstown Ken Griffey Jr (1989) y Mel Ott (1928) habían tenido dos juegos con más de un cuadrangular a los 19 años de edad.

Solamente Tony Conigliaro (24) y Harper (22) pegaron más vuelacercas como adolescentes que los conseguidos hasta ahora por Soto en 101 encuentros.

La lucha está cerrada entre estos dos muchachos, que han relegado a una tercera plaza a Brian Anderson, de los Marlins de Miami, quien encabeza a los novatos en hits (149), dobles (31) y anotadas (80), aunque en muchos más partidos, 144 en total.

¿Mi opción? Por ética no la revelaré, pues es el premio por el cual me toca votar este año como miembro de la Asociación de Escritores de América (BBWAA).

Prefiero esperar al último día del calendario regular para analizar las estadísticas antes de tomar una decisión.

En la Americana, Andújar y Torres van empatados como máximos jonroneros entre todos los debutantes (23), pero el dominicano va primero en hits (154), dobletes (40), anotadas (76), empujadas (79), average (.299) y slugging (.518).

Además, están los intangibles. El antesalista quisqueyano de los Yankees ha cargado sobre sus hombros la ofensiva del equipo ante las lesiones de Aaron Judge y Didi Gregorius y la inconsistencia de Giancarlo Stanton.

Se ha mantenido saludable a lo largo de la campaña, algo que no le ha ocurrido al venezolano, que ha visto limitada su participación a 108 encuentros.

Mi elección aquí sería Andújar, con el japonés Shohei Ohtani como tercera opción, detrás de Torres.

Es cierto que Ohtani ha sido una sensación, por su dualidad para actuar como bateador y lanzador.

Pero desde la lomita fue efímera su actuación, con diez aperturas y ya va a necesitar una operación Tommy John para repararle el codo, mientras que con el madero, sus cifras en 89 encuentros no llegan al nivel de los dos debutantes de los Yankees.

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Cuando un jugador sale lesionado, es una desgracia para su equipo.

Pero cuando el lastimado es alguien como el japonés Shohei Ohtani y la condición es tan grave como para sacarlo de acción por casi un año, entonces toda la industria sufre las consecuencias de la lesión. Los Los Angeles Angels anunciaron el miércoles en la tarde que una resonancia magnética en el codo derecho del novato nipón reveló un nuevo daño a su ligamento ulnar colateral y se le recomendó la cirugía de reconstrucción conocida popularmente como "Tommy John". Irónicamente, Ohtani "celebró" la mala noticia bateando de 4-4 con dos jonrones en el partido nocturno contra los Vigilantes de Texas.

Esa es precisamente la gran diferencia entre Ohtani y las casi dos decenas de jugadores de Grandes Ligas que han sido operados del codo este año y los más de 260 que tuvieron la misma experiencia en las últimas cuatro décadas.

Ohtani es un pitcher derecho que puede lanzar la recta tan rápido como el dominicano Luis Severino, de los Yankees de Nueva York, y un bateador zurdo que en su primera temporada en Estados Unidos, batea un cuadrangular cada 13.7 turnos (18 jonrones en 247 turnos al bate), una frecuencia superior a las que tienen Aaron Judge (14.3) y Giancarlo Stanton (16.4), de los Yankees; Edwin Encarnación (14.8), de los Indios de Cleveland; Mookie Betts (16.1), de los Medias Rojas de Boston, y Alex Bregman (18.1), de los Astros de Houston, quienes se encuentran entre los líderes de ese departamento este año.

Ohtani, quien batea .287 con un OPS de .946 en 82 juegos como bateador designado y tiene efectividad de 3.31 con 63 ponches en 53.1 entradas en 10 aperturas como pitcher, es apenas el segundo jugador de MLB con 50 innings y 15 jonrones en la misma temporada. El inmenso Babe Ruth laboró 133.1 innings y despachó 29 jonrones en 1919, su última temporada con los Medias Rojas y la última de su carrera como lanzador regular.

De acuerdo a Fangraphs.com, 75 bateadores acumulan 2.3 o más WAR (Victorias sobre Nivel Reemplazo, por sus siglas en inglés) y 61 lanzadores 1.0 o más en Grandes Ligas esta temporada. Ohtani es el único ser humano en ambos grupos. Ohtani, quien cumplió 24 años en medio de la temporada, es un fenómeno maravilloso y único de estos tiempos y su aporte en el campo no solamente impacta a los Angelinos, sino que además a todo el béisbol. Lo mismo ocurrirá si finalmente es operado y sacado del diamante por un largo tiempo. Incluso con Mike Trout y Albert Pujols en el roster, la franquicia de Anaheim no llamará tanto la atención con Ohtani fuera.

El proceso de recuperación de la cirugía "Tommy John" suele tomar un año completo para los lanzadores y alrededor de seis meses para los jugadores de posición. A pesar de que se ha convertido en un procedimiento rutinario en los últimos años y que el 80% de los lanzadores intervenidos lograron regresar en igual o parecido nivel de competencia, siempre existen riesgos de que una gran carrera termine tras la reparación del codo.

Desde que el doctor Frank Jobe comenzó a realizar la operación "Tommy John", nombrada en honor al lanzador zurdo Tommy John, quien pudo alargar su carrera 14 años más gracias al procedimiento a tal punto que ganó 288 partidos y lanzó por 26 temporadas hasta los 46 años de edad, cerca de 1,500 pitchers de las mayores y las menores pasaron por el quirófano, incluyendo John Smoltz, un miembro del Salón de la Fama.

Un estudio realizado por el béisbol entre 2012 y 2013 con jugadores activos mostró que el 25% de los lanzadores de Grandes Ligas y un 15% de los de ligas menores se había sometido a la cirugía "Tommy John" en algún momento de sus carreras.

En el 2018, 19 lanzadores y el torpedero Corey Seager, de los Dodgers de Los Angeles, han sido operados del codo. La lista de pitchers operados este año incluye al estelar derecho dominicano Johnny Cueto, de los Gigantes de San Francisco, y al prometedor zurdo Jordan Montgomery, de los Yankees.

De todos ellos, Ohtani es el único que puede aportar de manera excelsa como bateador y lanzadores a un nivel tan alto como las Grandes Ligas de Estados Unidos. Su posible partida por largo tiempo, será una desgracia para toda la industria.

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La aventura de dos vías de Shohei Ohtani en las Grandes Ligas duró lo que un merengue en la puerta de un colegio.

Nunca entendí el entusiasmo desmedido por el lanzador-bateador, cuando muchos equipos se disputaban sus servicios antes de que finalmente Ohtani se decidiera por Angelinos de Los Angeles.

Tal vez eran tantos los interesados por el precio relativamente bajo de conseguirlo. Y digo relativamente porque aunque el japonés era un agente libre con restricciones y su contrato no podía, por ley, ser exagerado, de todos modos había que soltar 20 millones por los derechos a negociar con el jugador.

Y aunque ese dinero no vaya contra la nómina, en cuestiones de contabilidad, de todos modos tuvo que salir de las arcas del equipo, en este caso de los Angelinos.

No nos engañemos. Era más marketing que otra cosa y a esta hora los conjuntos que cortejaron al nipón y fueron desdeñados por él deben estar dando gracias porque haya sucedido así.

Ahora, si acaso podrá hacer carrera en las Mayores será como bateador, pues no lo veremos más sobre un montículo por lo menos hasta el 2020.

Madero en mano, quizás no tanto, aunque después que se someta a la operación Tommy John, todavía le tomará un buen tiempo poder hacer swings.

En septiembre pasado, cuando era inminente su llegada al mejor béisbol del mundo, publiqué un blog titulado Controlen el entusiasmo con Ohtani, donde exponía mi opinión de por qué el multifuncional pelotero no podría justificar todo el revuelo en torno a él. Un año después, los hechos me dieron la razón.

La historia demuestra que la inmensa mayoría de los peloteros que llegan de la Liga Profesional Japonesa fracasan en la MLB, con todo y que aquel es el segundo mejor circuito del mundo.

Pero la diferencia entre una liga y otra sigue siendo abismal y por eso Ichiro Suzuki es una excepción suprema, con números más que sobrados para entrar al Salón de la Fama.

Del resto de los más de 60 nipones en las Mayores, si acaso podrían rescatarse Hideki Matsui, entre los jugadores de posición, así como Hideo Nomo y Masahiro Tanaka como pitchers, aunque sin llegar a ser extraordinarios.

En el caso de Ohtani, ya su brazo había sufrido lesiones en Japón, por lo que en el 2017 su trabajo estuvo limitado a apenas 25.1 innings en cinco aperturas.

El rigor de las Grandes Ligas fue demasiado para ese brazo y aquí sólo pudo actuar en 51.2 episodios en diez partidos.

No debía causar sorpresa. Esa ha sido la constante de la mayoría de los lanzadores japoneses, que con la excepción de Nomo y de Tomokazu Ohka, ninguno ha logrado llegar a diez campañas en las Mayores.

Tal vez se trate por los métodos de entrenamientos que se usan allá, que evidentemente difieren de los de Estados Unidos, o a que los serpentineros allá sean sometidos a un esfuerzo excesivo que termina pasándoles factura.

Lo cierto es que este ha sido un ciclo que se repite una y otra vez, marcado por la poca durabilidad, con un par de años iniciales buenos si acaso, antes de diluirse en la mediocridad.

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Los Angelinos de Los Ángeles deben sopesar una difícil decisión para los próximos días: ¿Debe Shohei Ohtani formar parte del roster para el Día Inaugural?

Pues bien, quizás sea una decisión sencilla. Después de todo, Ohtani ha confrontado dificultades en la lomita y el plato en las limitadas oportunidades que ha tenido en los encuentros de Spring Training. En par de aperturas primaverales, ha permitido nueve indiscutibles e igual cantidad de carreras en 2 2/3 innings, mostrando cualidades superiores, aunque no ha tenido buen control y ha admitido tres cuadrangulares. Con el madero, ha bateado de 28-3 con nueve ponches, tres boletos negociados y ningún extrabase.

Gran parte de su labor como pitcher se ha producido en los terrenos de práctica, incluyendo una salida de 85 lanzamientos en un partido intra-escuadras contra peloteros de Ligas Menores de los Angelinos. Si bien el mánager Mike Scioscia lo denominó "una gran salida", Ohtani lanzó 47 de esos 85 pitcheos en strike, pero otorgó cinco pasaportes, golpeó a otro y tiró dos wild pitches. Jesse Rogers de ESPN informó que la velocidad de la recta de Ohtani osciló entre las 92 y 94 millas por hora, cifra menor que en salidas previas. A través de su traductor, Ohtani dijo después del encuentro que estaba trabajando en su splitter y lanzamientos rompientes más que en su recta, razón por la cual probablemente su velocidad decayó ligeramente. Hmm.

Quizás los Angelinos se sientan obligados a mantener a Ohtani dentro del roster del equipo grande. Después de todo, Ohtani significó un obsequio para ellos cuando el nipón los seleccionó en vez de ir con otros equipos; y dudo mucho que entre las ofertas que le hicieron para seducirle, los Angelinos le hayan dicho que comenzaría la temporada en Salt Lake City.

A pesar de lo anterior, los Angelinos han hecho un compromiso con Ohtani a largo plazo y necesitan hacer lo más apropiado para su desarrollo y lo más beneficioso para la franquicia. Eso significa que Ohtani deberá comenzar la temporada en Ligas Menores, a fin de que pueda conseguir nuevamente dominar su recta, tener buenas salidas y conseguir turnos al bate sin que todos estén concentrados en ver si él se convertirá en "el Babe Ruth de Anaheim" el 29 de marzo.

La salida de Ohtani del sábado parece vaticinarle su asignación a Ligas Menores. El utilizar abridores de Grandes Ligas en prácticas de encuentros de Ligas Menores se ha hecho tendencia en campañas recientes; sin embargo, todo indicaba que se trataba de un intento deliberado de darle a Ohtani un ambiente con poca presión. Los Angelinos necesitaban que aumentara su conteo de pitcheos, aparte de darle una situación controlada a tal propósito. En un partido normal en primavera, por ejemplo, si su conteo de pitcheos en un inning llegara a, digamos, 30 lanzamientos, es muy probable que lo remuevan de la loma y tendría que terminar lanzando en otro lado. En un enfrentamiento controlado, el "inning" puede terminar en cualquier momento.

Y eso era parte del propósito. Los Angelinos no podían confiar que Ohtani alcanzara 85 envíos en un encuentro de primavera, lo cual no lo prepararía lo suficiente para enfrentarse a un partido de Grandes Ligas. Scioscia podría haber considerado que Ohtani tuvo una gran salida, pero el haber otorgado cinco boletos (todos a bateadores de Ligas Menores) en seis innings es un claro indicio que el japonés no está listo para ser abridor, digamos, el 2 de abril contra los Indios de Cleveland en el partido inaugural de los Angelinos en su patio. Esos reflectores son mucho más fuertes que los que iluminan un terreno de prácticas en Tempe.

Ohtani afirma estar listo. "Siento que he hecho todo lo que está a mi alcance para estar listo el Día Inaugural y siento que he hecho todo al 100 por ciento, pero es difícil. Cada dos años, incluso en Japón, no estaba al 100 por ciento para el Día Inaugural, por lo cual alcanzaré ese nivel de forma gradual a medida que la temporada siga su curso. Creo que será igual en esta ocasión".

Cuando se le preguntó la fecha de su próxima salida como pitcher, Ohtani respondió: "Por favor, dirijan esa pregunta a Mike Scioscia".

Si esa es la situación, significa que hay mayores motivos para que Ohtani comience la temporada en Triple-A. Recuerden que, debido a una lesión en un tobillo, lanzó apenas 25 entradas el año pasado en Japón. Su dominio estuvo ausente, por lo cual otorgó 19 pasaportes. Entonces, podría ser el caso que todo lo anterior sea consecuencia de que un pitcher está quitándose el óxido y tratando de recuperar la forma mostrada en 2016, cuando sumó efectividad de 1.86 y ponchó a 174 bateadores en 140 entradas.

Su bate es otro tema muy distinto. Existe una razón por la cual no ha existido un verdadero pelotero capaz de batear y pitchear de forma estelar desde Babe Ruth: ¡Es algo muy difícil! El aspecto ofensivo de la ecuación será algo mucho más problemático de resolver. ¿Cuánta paciencia tendrá Scioscia con él? Obviamente, Ohtani necesitará turnos al bate para poder hacer los ajustes necesarios para enfrentarse con éxito a las rectas de Grandes Ligas. Aunque, si Ohtani confronta dificultades al plato desde el inicio, ¿Scioscia estará dispuesto a darle 300 apariciones al plato? Los Angelinos cuentan con el potencial para alcanzar los playoffs y si Ohtani comienza la temporada yéndose de 49-7 (o algo similar), sería muy fácil para Scioscia poder darle esos turnos a Chris Carter o Luis Valbuena y mantener a Albert Pujols como designado a tiempo completo.

Claro que, si los Angelinos efectivamente lo descienden a Triple-A, serán acusados de hacer esa maniobra a fin de manipular su tiempo de servicio en las Mayores, tal como fue el caso de los Bravos de Atlanta con Ronald Acuña. Existen suficientes evidencias que justifican el movimiento. Ohtani está consciente que, quizás, no esté en el roster del equipo grande el Día Inaugural.

"Honestamente, no sé cuantas personas arriba participen en la toma de esas decisiones y lo que piensen de mí en este momento", indicó el sábado. "Trato de no preocuparme por ello. He tenido la misma mentalidad desde mis días en Japón. Realmente, no depende de mí. Depende de otras personas".

Este chico carga con una presión enorme, con todas las expectativas, el alboroto, el ejército de periodistas japoneses que siguen cada uno de sus movimientos. Está intentando hacer algo que ningún pelotero ha alcanzado a nivel de Grandes Ligas en los últimos 100 años, todo ello, además, mientras intenta adaptarse a una cultura totalmente nueva para él. No hay nada de malo si se hace el intento de facilitarle esta situación. Shohei Ohtani debería comenzar la temporada jugando en Triple-A.

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El Oeste de la Liga Americana promete ser en el 2018 como una de esas viejas películas de John Wayne: salvaje.

Esta vez los Astros de Houston, por muy campeones que sean, no cabalgarán en solitario las praderas del Oeste, como hicieron en el 2017, cuando el resto de los equipos de la división tuvieron récord perdedor.

Para el año próximo, al menos los Angelinos de Los Angeles están preparando el terreno para plantarle pelea a José Altuve, Carlos Correa y compañía, al menos en el papel, a juzgar por la manera en que han hecho las cosas durante este invierno.

Y no se trata de la publicitada contratación del japonés Shohei Ohtani, quien alternará en las funciones de lanzador y bateador, aunque está por verse si es capaz de hacer con éxito y de manera inmediata la transición de su país a las Grandes Ligas.

Pero olvídense por el momento de Ohtani. Eso, más que nada, fue un golpe publicitario que tendrá un impacto inmediato muy redituable para el equipo, aun cuando los rumores de una lesión en su brazo de lanzar sean peores de lo que se piensa o no pueda cumplir con las altas expectativas que le han creado quienes exageradamente lo han apodado el "Babe Ruth japonés".

Esta vez el mexicano Arturo Moreno, único dueño hispano de una franquicia de las Mayores, no se ha lanzado a una carrera de gastos desenfrenados como en el pasado reciente (léanse Albert Pujols, CJ Wilson, Josh Hamilton, entre otros), que desde el 2010 hacia acá sólo ha arrojado una breve visita a la postemporada.

Ahora la gerencia ha dado pasos más concretos, dirigidos a rodear de las piezas necesarias a Mike Trout, el mejor pelotero de los últimos años en las Mayores, para crear un balance entre ofensiva, defensa y pitcheo y tratar de revertir la marca de 80-82 del 2017.

El primer paso fue retener a Justin Upton, adquirido a mitad de la temporada pasada de los Tigres de Detroit.

Upton, con cuatro participaciones en Juegos de Estrellas, defenderá el jardín izquierdo por las próximas cinco campañas, gracias a una extensión de contrato de 106 millones de dólares.

Con él, Trout y Kole Calhoun, "el otro equipo" de Los Angeles completa un trío de guardabosques de excelencia.

Luego se blindó el cuadro interior con la adquisición del agente libre Zack Cozart, que jugará en la antesala, y el veterano segunda base Ian Kinsler, transferido de los Tigres, para armar una combinación alrededor del segundo saco con el estelar campocorto Andrelton Simmons.

Cozart viene de la mejor temporada de su carrera, en la que se ganó su primera invitación al Juego de las Estrellas, mientras que Kinsler es un año más joven y una opción más barata que retener a otro veterano como Brandon Phillips, que se convirtió en agente libre al final de la pasada campaña.

El puertorriqueño Martin Maldonado, ganador en el 2017 de su primer Guante de Oro, vuelve con los arreos detrás del plato y Pujols, futuro miembro del Salón de la Fama de Cooperstown, se encargará de la custodia de la inicial, si la salud se lo permite, aunque alternando también como bateador designado.

Pujols, a 32 imparables de los 3,000, tiene por delante aún cuatro temporadas de su contrato por diez años y 240 millones.

Próximo a cumplir 38 años de edad, no es ni la sombra de aquel que mereció el apodo de La Máquina, cuando militaba con los Cardenales de San Luis.

Y aunque el tiempo demostró que el pacto que le dieron los Angelinos en el 2012 ha sido de los peores en la historia, el dominicano sigue siendo un gran productor de carreras, aunque el resto de sus números hayan disminuido considerablemente.

Quizás sea hora de que el manager Mike Scioscia de restarle responsabilidad en el orden al bate al veteranísimo toletero quisqueyano, en beneficio del colectivo.

El área en la que los Angelinos no parecen listos aún es la del pitcheo.

Necesitan un verdadero as para liderar a una rotación joven, que en principio contaría, entre otros candidatos, con Ohtani, el diestro nicaragüense JC Ramírez y los también derechos Parker Bridwell, Matt Shoemaker y Alex Meyer y los zurdos Tyler Skaggs y Andrew Heaney, si su salud se lo permite.

Son, principalmente, promesas a punto de saltar al próximo nivel, lo que siempre presupone signos de interrogación, mientras que Blake Parker parece destinado, al menos en principio, a la tarera de asegurar los juegos en el noveno episodio.

Por ahora, parecen estos Angelinos capaces de plantarle cara a Houston.

¿Ganarle? Ya eso es otra cosa distinta, pues para ello requieren reforzar su cuerpo de serpentineros, pero el invierno no ha acabado aún y la gerencia tiene todavía el tiempo para hacerlo, antes de que abran los campos de entrenamiento en febrero.

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