Que no haya dinero no es pretexto para que Pumas este en el último lugar del campeonato. Universidad siempre ha encontrado la forma de competir, aún en este nuevo y complejo mercado que propone el futbol mexicano. Hoy, es el peor de la Liga MX, pero mañana, puede tener graves problemas en asuntos de descenso. Es tiempo, todavía, de hacer los cambios. De apostar por futuro inmediato de este equipo. Las soluciones están ahí. No hay que ser un “genio” para entenderlas: lo primero que yo haría, no soy el Rector y seguro que nunca lo voy a ser, es facilitar el regreso de Arturo Elías Ayub a la presidencia y luego, a través de él, convencer a Hugo Sánchez o a Guillermo Vázquez de que es tiempo de regresar a casa. Es la única forma en que hoy podría asomarse una esperanza al final del “túnel” donde Pumas ah ahogado su propio “goya”...
LOS ÁNGELES, CA.- Que falten recursos, dinero, no ha sido, históricamente, ni puede ser una justificación válida para encontrar a Pumas como el peor equipo del futbol mexicano.
Rico, pobre o de “clase media”, Pumas siempre ha tenido la “receta” apropiada para competir en la cancha de juego, con sus propias virtudes y defectos, ventajas y carencias. Que no lo pueda hacer hoy es producto de una mala planeación y de decisiones tomadas a la ligera. El primero que debe dar la cara y comparecer es el presidente del equipo, Rodrigo Ares de Parga, cuya gestión fue marcada, inicialmente, como oportuna y desafiante. La idea volver a las raíces del club con personajes valiosos como Juan Francisco Palencia, José Luis Arce, Sergio Egea y Ariel González suponía ser una apuesta interesante por el futuro. No lo fue. No lo ha sido, porque alrededor de esas decisiones inteligentes llegaron otras que fueron terribles. La confección del plantel, la elección de los refuerzos extranjeros y hasta la precipitación de los tiempos en cuanto a la producción de las fuerzas básicas. Hoy, como resultado, Pumas es el último de la tabla general, toda una afrenta, una vergüenza para un equipo que ha llenado páginas brillantes en el futbol mexicano.
Pero el problema de Pumas no es hoy, promete ser mañana, cuando los malos resultados de las últimas temporadas se acumulen y la tabla de cocientes envíe un mensaje urgente de salvación. Pumas debe evitar, a como dé lugar, llegar a esa extrema situación. Las decisiones importantes se deben tomar, con todos los riesgos y los reflectores encima. Hoy, Pumas se juega su futuro en el futbol mexicano.
Lo primero que yo haría es volver a las páginas más memorables del pasado reciente de este equipo. El empresario Arturo Elías Ayub debe regresar al club. Pumas necesita una cordura en temas deportivos, pero también la requiere en asuntos financieros. Ordenarse a partir de personajes que saben de números, que saben de negocios y que sobre todo saben de las necesidades que tiene la camiseta universitaria. Elías Ayub acaba de terminar una relación en León y Pumas es un casi un destino natural de su vuelta al futbol. No hay porque desperdiciar esta valiosa oportunidad. Elías Ayub ha sido el mejor presidente de Pumas en el nuevo siglo. Debe volver al campus.
Y en la cancha, Pumas necesita soluciones inteligentes. Abortado lastimosamente el tema de Palencia, para mi debieron haberlo cuidado más, hay que voltear hacia dos nombres que fueron exitosos y que llevaron al equipo hasta las “mieles” del campeonato: Uno es Hugo Sánchez, cuya presencia, sin duda, aglutinaría, además, un ánimo especial alrededor de Pumas y el otro es Guillermo Vázquez, un personaje callado, de perfil bajo que trabaja y trabaja bien en la cancha. Cualquiera de ellos reúne las condiciones para hacerse cargo de Pumas en este delicado momento.
No hay pretexto valido. Que falte dinero, que los demás equipos tengan muchos extranjeros, que los jóvenes necesiten tiempo para madurar, nada. Pumas siempre ha encontrado la manera de sorprendernos y competir bajo las condiciones que sean. “El Goya” no debe apagarse a partir de la cartera. “El Goya” debe permanecer encendido a partir del espíritu inquebrantable que este equipo ha mostrado siempre.