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Chivas descubre sus alcances; América, sus limitaciones

LOS ÁNGELES -- Una noche perfecta en la noche perfecta. Impecable e implacable. Chivas 3-0 al América. La humillación viste de gala en los sepelios.

El Guadalajara elige el momentum con saña y sin clemencia. Crimen con sadismo. Le sabe a miel, la sangre del enemigo.

Sí, elige un momento maquiavélicamente perfecto. Escupe con hiel el pastel ostentoso del centenario. Chivas usurpa su catedral, donde América cumplirá 100 años, y con la vigente amenaza del ultimátum de su dueño. Emilio Azcárraga Jean sabe que los espectros de su padre, El Tigre, y de Guillermo Cañedo, no toleran vejaciones.

Chivas le pasó por encima. La horda de mexicanos deja en claro la hegemonía sobre los espurios, sobre los mercenarios de la globalización. La Regla 10/8 es una falacia del contubernio, del delito. Decio de María, el zar de las comisiones de compra y venta.

El 3-0, incluso, es un marcador anoréxico. Ventarrones de alaridos inconclusos, corearon posibilidades de gol suficientes como para hacer de la degradación y deshonra, un holocausto deportivo. El indulto ala ignominia fue una casualidad.

Tal vez todo comenzó en el vestuario, en la banca. Matías Almeyda tiene las entrañas cauterizadas de comedia y tragedia. Los Boca-River son de vida y de muerte. La piel la tiene sensible ante el fragor del sagrado conjuro del citatorio Clásico. Ganar o perder es un salón de recreos en la Liga MX, ante el matar o morir de una sala de torturas en Buenos Aires.

Nacho Ambriz no ha recorrido esos infiernos ni esos paraísos. Los clásicos de su carrera fueron algunos deteriorados juegos de decadentes versiones de Necaxa y Atlante. En los callejones de la intrascendencia, se amamanta para ser intrascendente.

Almeyda se fue de concubinato con el Clásico. Sacó lo mejor de sus jugadores, insisto, en el mejor momento, en el mejor sitio, y ante, no el mejor adversario, pero sí el más oportuno. La gloria es el mejor estimulante o psicotrópico de la fascinación. Y los jugadores de Chivas lo entendieron.

Ambriz se asustó de la dimensión del reto. Y sacó la peor versión de sus jugadores, los cuales fueron sumisos, dóciles y vergonzosos contrincantes. Si su entrenador no supo cómo, ellos nunca quisieron cómo hacerlo. La voz del pusilánime, adoctrina pusilánimes.

Cierto: Chivas les pasó por encima. En velocidad, en rabia, en felicidad, en disfrute, en descaro, en concentración, en devoción. América se encontró desnudo. Moral, futbolística y espiritualmente.

Pero, ojo, El Nido no sucumbió de golpe. Chivas lo llevó ahí. Paciente, persistente, intolerante. Tal vez eso debe dolerle aún más al América en la revisión de la zurra que le impuso el rival.

En una desquiciante y perfecta sincronía con el reloj, la turba rojiblanca, fue hostigando a las Águilas. Les entregaba el mensaje paulatino, punzante, doloso y doloroso, de que este sábado por la noche, no habría manera de reaccionar. Y resignado, abatido, abnegado, América se fue rindiendo. El pavo ya estaba en el horno, aún con el horno apagado.

Individualmente, las hazañas personales marcaron diferencia. Semana de urracas alborotadas porque Sambueza jugaría sin merecerlo. El argentino cada vez es mejor protagonista de chismes y fracasos que de proezas. Y lo mismo puede decirse de Darwin, Oswaldito -siempre en diminutivo--, Paul Aguilar y compañía.

Por Chivas, La Chofis sacó su repertorio de mocoso arrabalero e irreverente, e hizo jugadas cautivantes. Dos de ellas le sirvieron la charola de la inmortalidad al Conejo Brizuela, que ya quiere justificar la fortuna que se pagó por él.

Además de marcar dos goles, El Conejo dio el pase del tercero, aunque queda la duda de si el remate del Gullit Peña fue genuino, o simplemente cabeceaba como efecto de esa modorra que le ha acompañado en el torneo.

Curiosamente, el equilibrio de Chivas lo encontró en sus hombres de diamante con oficio de carboneros: Michel Pérez y Orbelín Pineda. Notable lo de ambos. El primero, ratificando esa inteligencia que mostró desde su debut con el Chepo de la Torre. Y Pineda, sin un Gullit que le estorbara, y un Chofis facilitándole la tarea, jugó deslumbrantemente en las penumbras. Los de overol, vistieron de frac al Rebaño.

Tras seis semanas de dudas, la duda principal no desaparece. ¿Veremos ahora al Chivas accidental de los Clásicos o al Chivas que, como en el torneo pasado, puede aprovechar los Clásicos para el repunte hacia su Himalaya?

Ciertamente Almeyda tiene un nuevo punto de partida. Y cuando se sale del Purgatorio, sólo quedan dos caminos. Todos, ellos, jugadores y técnico, elegirán la ruta. Viven en la Copa, la Liga y se inquietan con la Libertadores. Que comience la música.

Y claro: la afición. En el paroxismo sublime del resultado, coincide en que los pecados pasados fueron perdonados, ignorados y olvidados. La absolución reconcilia.

¿Qué pasará en América? El 12 de octubre está cerca. Y ni siquiera un partido de festejo tiene. No encontraron un rival para esa noche. A la novia le dijeron que no,con desprecio, todos los chambelanes. Y tiene por delante Copa, Liga, y al final, un aterrador Mundial de Clubes, ante las exhibiciones de este torneo, algunas de ellas lamentables.

Sábado de contrastes: Chivas descubre sus alcances. América, sus limitaciones.