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Chicharito suma dos... Dankeshön Fräulein Camila

LOS ÁNGELES -- Marca dos, colabora en uno. Abre temporada la Chicharomanía, luego de casi seis meses en obras de remodelación. Bayer Leverkusen y Javier Hernández dan señales de vida: 3-1 al Augsburgo.

Queriendo recuperarse de su migraña, las Aspirinas se toman tres tylenols, con el emblemático gol 50,000 (Bellarabi) de la BundesLiga, y agregando el 50,001 y el 50,003, con la firma de Chicharito.

Javier Hernández cambia su celebración. Ahora se cubre el rostro con ambas manos. ¿Un acto de provocación, de evocación o de invocación? Sólo él lo sabe. A cada una de sus mímicas del festejo le ha dado un significado. ¿No quiere ver o no quiere que lo vean? ¿Ciega o enceguece?

Lo cierto es que comparece de nuevo. En el gol 50,000 en la heráldica de la BundesLiga, Chicharito participa en el toqueteo envolvente, de hecho, reorienta la jugada. Bellarabi firma.

En sus ejecuciones, Javier Hernández muestra los contrastes de su carrera: de verdugo y de Chaplin del gol.

Define el primero con paciencia y frialdad. El portero hizo toda una parodia sobre el pasto del desenlace del Lago de los Cisnes, mientras él amaga, aguarda y fusila.

El segundo con réditos accidentales. Penetra, puntea, al cuerpo del arquero, pero la pelota, reconciliada ya con él, lo busca en el rebote para tropezarse con la inercia. El 2-0 confirma que mantiene el encanto fatalista del cine mudo.

Y fueron apareciendo las facetas del mexicano. Increpó a compañeros que se equivocaron por no entregarle el balón o por hacerlo mal. Sólo él conoce el áspero sabor de la sequía por casi seis meses. Sólo él conoce las urgencias. La letra invisible de su contrato obliga a los goles.

Luego, tras una entrada aparatosa, confronta al adversario. Le despojaron de la pelota y él quiso recibir la indemnización de una falta. El rival le reclama, y en la dramatización de la respuesta, jaloneo incluido, Javier ya aprendió que en inglés y alemán, la lingüística de la mentada de madre no difiere mucho, acaso una vocal en una palabra y una consonante en la otra.

Más allá del beneficio interno en Leverkusen, la rehabilitación de Javier Hernández debe llevar tranquilidad a uno de sus visitantes: Juan Carlos Osorio, quien la próxima semana debe empezar a reencontrar la relación, en la víspera del juego entre Atlético de Madrid y Bayer.

Obviamente, los reflectores suelen cruzarse. E históricamente, entre futbolistas y artistas, suele haber un magnetismo. Con toda una historia rosa reciente, entre el drama del rompimiento con su prometida española, casi al pie del altar, encuentra en Camila Sodi y la complicidad de París, las portadas de las revistas.

Y en esa kermese farandulera de la que goza el mexicano, ya las redes sociales certifican de manera apócrifa, que Camila convirtió, en de nuevo, en ese beso parisino, en príncipe del gol, al tristón sapo de los pantanos de los seis meses anteriores.

Dankeschön Fräulein Camila, dice la afición alemana. Muchas gracias, Camila, la afición mexicana.