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Y Almeyda se asustó con la piel del Jaguar

LOS ÁNGELES -- De nuevo, Chivas se olvidó que debe jugar los segundos tiempos. Esta vez la bofetada nemotécnica fue brutal: ganaba 0-2 y perdió 4-3. Jaguares sigue vapuleando a los agrandaditos que irrespetan su selva. Antes, a Toluca, América y Tigres.

Mérito hay en Jaguares. Del apocamiento en el primer tiempo, tras la severa zurra del medio tiempo, Chiapas salió transformado. En nueve minutos, entre Araujo, Fabbro y Silva, cocinaron la remontada, y Leal haría el 4-2. Pizarro hizo el 4-3 en la sublevación de los arrepentidos. Demasiado tarde.

Guadalajara volvió a ser ese equipo de claroscuros. Deslumbrante en el primer tiempo y de penumbras en la segunda parte. ¿Menosprecio a Jaguares? Seguramente. El mea culpa de los minutos finales así lo insinúa. El confesionario de la conciencia.

La primera mitad, apareció ese Rebaño cautivante, poderoso, capaz de consumar hazañas y deleitar, pero, sobre todo, de reivindicar la capacidad de competencia del futbolista mexicano.

Sí, todos eso, pero... o, hasta que...

En la segunda mitad, los mismos que se empaparon de sudor genuino del esfuerzo durante 45 minutos, se untaron ungüentos de grandeza y de displicencia. Y el rival no perdonó.

Esa ventaja de 0-2, con goles de Pizarro y Zaldívar, dio ínfulas de perdonavidas al Guadalajara, y los Jaguares, que seguramente recibieron hasta amenazas de no volver a cobrar, salieron convertidos en una horda en la segunda mitad.

Seguramente hasta Chiapas esperaba más resistencia. Pero Chivas no reaccionó. Ni en la cancha ni en la banca. Entre los minutos 51 y 59, los asaltaron en el diván del aburguesamiento. Ni las manos metieron.

¿Cómo reaccionó Matías Almeyda? Con los mismos cambios de siempre. Con la rutina del error. No analiza, reacciona por espasmos. Y a la cancha Brizuela y Fierro por Chapito y Aris.

Parece un tic nervioso, una manía. Almeyda reacciona igual si pierde, si gana, si empata, y si el adversario lo amenaza o lo rehúye. Juega al dominó igual, aunque siempre le ahorquen la mula de seises.

Y claro, como es el jefe absoluto en Chivas, no hay quién le contradiga. ¿Quién puede, con términos futbolísticos, recriminarle, confrontarle, exigirle? ¿Jorge Vergara? ¿O el que irrespetuosamente Ricardo Peláez llama "´pelagatos de Vergara", José Luis Higuera?

Se le preguntó de ello a Jorge Vergara antes de que guarda ese silencio estampa, que, dicen, se lo impuso Carlos Slim. "Claro, hay un consejo que habla con él cada lunes". ¿Consejo? Si en Chivas hay una dictadura.

Cierto, el Guadalajara, y lo repetimos desde hace meses, es el único equipo que reembolsa con futbol el precio del boleto, claro, no hablemos de la frasa de #ChivasTV. Su futbol es subyugante, y eso es virtud de Almeyda, así como es su pecado, el embarazoso tropezón de los segundos tiempos.

Chiapas, que toma ventaja para alejarse de las angustias del descenso, exhibió totalmente al Guadalajara, pero sobre todo, la incapacidad de respuesta. El bloqueo neuronal de El Pelado y de quienes le rodean fue más que evidente.

En beneficio del Guadalajara, se podría empezar que esta zarandeada le llega en un momento menos dramático. El principal daño tras la derrota es no poder colocarse como líder general.

Sin embargo, recordemos, esto ha ocurrido antes, sólo que esta vez tiene como corolario el desastre y como epitafio esa revolcada del 0-2 al 4-3.

Pero, ¿quién increpará a Almeyda? Si debe asumir el control absoluto, porque capacidad de mando grupal la tiene, también debería ser capaz de sumergirse en la autocrítica.

Para su fortuna, su rival inmediato es su objetivo principal. Recibe a Toluca, goleado en su cancha por el Puebla, en espera claro de ver cómo resuelve Xolos ante Pachuca.