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El 1-1 es una emboscada... para Chivas y para Toluca

LOS ÁNGELES -- El reglamento le cuenta un embuste a Chivas: salió con ventaja de Toluca con el 1-1. La regla lo bendice con gol de visitante y posición en la tabla. Un infundio.

El 1-1, a un equipo como el Guadalajara, de poco lo sirve. En la doctrina que practica de jugar ofensivo, y de la evidente repulsión que siente ante la especulación, este 1-1 es como partir de cero. Verlo distinto es suicidio para la osadía de Matías Almeyda.

Pensar que el Rebaño fincará su estrategia, ante un equipo desesperado como Toluca, con el código de la especulación es una farsa absoluta.

Sin duda el Guadalajara gana en tranquilidad y cultivará, en medio de esa desazón y desespero del adversario para poder administrar mejor la forma de atacar al Toluca.

Pero, es sabido, es imposible que Chivas pretenda fincar su pase a Semifinales en la tacañería obsesiva de defender el dictamen del 1-1, por hábitos futbolísticos y por defectos futbolísticos.

Por eso, por el espectáculo, mejor aún. A sabiendas que Chivas parte del principio genuino de saber que el parcial del juego de este jueves en Toluca es poco lucrativo, buscará ponerle su firma al desenlace.

Incluso, la serie ante Atlas debió aleccionar al Guadalajara sobre su incapacidad para especular con el enclenque veredicto de un empate, especialmente en un belicoso trámite ante Diablos Rojos aún con 90 minutos en blanco.

Tras un orden legítimamente cauteloso en el primer tiempo, equilibrando las acciones e incluso desperdiciando un par de remates de Fierro y Orbelín, en la segunda mitad, incorporando a Pizarro y Zaldívar, se adueñó de la estrategia más que del balón, y sólo volvió a tragar amargo cuando quiso volverse compacto en el fondo, especialmente cuando concedía absurdas faltas en los perímetros del área.

Toluca tuvo descuidos por ansiedad. Uno de ellos genera el gol de Pizarro, originado sin duda en la velocidad de respuesta del adversario, especialmente tomando desbordado al ansioso equipo escarlata que entendía la urgencia de romper los bostezos en el marcador.

Más allá de si Hernán Cristante se equivoca demorando cambios y ajustes en el cierre del encuentro, víctima de inmadurez y nerviosismo, lo cierto es que el mayor nerviosismo fue de Uribe y Hauche ante las numerosas oportunidades que le generó la orquesta de Sambueza.

Así, con la mascarada del 1-1, susceptible de ser una emboscada para ambos equipos, entienden Matías Almeyda y Cristante que el juego de vuelta es a matar y morir, lejos, muy lejos, por sus propios estilos de juego, de aferrarse a la fragilidad de un marcador fantasma como el de este jueves.

Porque eso lo han demostrado en el torneo: a Chivas y a Toluca les place jugar sin tener y sin pedir piedad.