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Jémez tiene razón: no está para (¿sus?) estupideces

LOS ÁNGELES -- Cruz Azul juega mejor, mucho mejor. Ya era tiempo. Tras la agonía o se cura o se le sepulta.

Cruz Azul repta cuesta arriba, hacia la salvación. Ya era tiempo. Mérito propio. El náufrago ante su impredecible marea.

Cruz Azul ya ilusiona, como en otros tiempos de catarsis con Luis Fernando Tena y con Memo Vázquez. Ya era tiempo. La Fecha 17 dirá si es oasis o espejismo. Porque son casi 20 años con cicatrices abiertas. Exhumemos los recuerdos.

Cruz Azul regocija, embelesa. Ya era tiempo. Tras torneos de padecimiento absoluto. Hoy seduce, atrae más que un simple desliz de reojo. Concita, además, con morbo.

Pero, la cólera de Paco Jémez en el calamitoso torneo anterior no se ha ido. Este sábado refrendó su capacidad de sulfurarse.

A la primera pregunta en la conferencia de prensa en ese espacio hacinado, inhabitable e inevitable donde se realizan estos afligidos protocolos en el Estadio Azul, con temas referentes a la fragilidad celeste en los últimos minutos (les empata 1-1 Monterrey al '83) y a las denigrantes dagas del Turco Mohamed, Jémez guillotinó el diálogo: "Para estupideces, no estoy", en una organización de palabras al estilo del Yoda.

Y tal vez tenga razón Jémez. Los medios mexicanos se han ofendido. Pero, les faltó tal vez reflexionar, para entender el resoplo del canario. Y él lo sabe: la victoria le habría acomodado en el mismo pupitre del América.

1.- CRUZ AZULEAR...

La primera pregunta, engolada y con el moño de la diplomacia, era espetarle, brutalmente, que el Cruz Azul había vuelto a cruzazulearla. Ganaba 1-0 y le empatan. El ADN de la casa. El estigma del apellido.

"Para estupideces, no estoy". Tal vez, el elegante Paco Jémez, no quiso demeritar la pregunta del reportero. No, por favor, entiéndanlo. Sintonicen las frecuencias avanzadas y profundas de su discurso.

"Para estupideces, no estoy". Y seguramente se refería a la incapacidad de sus defensas para reaccionar en una jugada que con decisión y testosterona, su defensa debió anticipar, porque pudo hacerlo, la bayoneta implacable de Avilés Hurtado.

Tal vez ni Jémez, y mucho menos el momento de Cruz Azul, están para la alquimia de semejantes estupideces que te cuesten puntos. La estupidez no está en la pregunta sino en la estupidez que legitima la pregunta.

2.- SILLA TURCA AL TURCO...

El Turco Mohamed había dicho antes, en esa misma silla, menos caliente entonces que con la ira de Jémez, que sólo había habido un equipo en la cancha: Monterrey.

Después, aunque no estaba en el menú de la pregunta reporteril, sobre su incapacidad de ganar, en seis juegos en el Estadio Azul, Mohamed dio un latigazo al orgullo celeste: "Es como si me preguntas porqué Cruz Azul lleva 20 años sin salir campeón".

Pero, acerca de la puñalada de Mohamed sobre la que fue interrogado, esta vez Jémez no lo invitó a él "a lo oscurito", sino que, entiendan medios mexicanos, catalogó simplemente que "para estupideces, no estoy", y que era una estupidez la consideración del Turco y no necesariamente la pregunta del reportero.

Si Jémez es un incomprendido. Un adelantado. Al palmense no se le empalman las ideas. Claro que no. Cuando dijo "para estupideces, no estoy", él no quería hablar de la estulticia de su equipo ni de la estulticia del Turco. Prudente aunque bruscamente, declinó responder, para no flagelar a su defensa, ni al dicharachero técnico de Monterrey.

Más allá de si nuevamente este lunes lo envían de nuevo a disculparse, como ocurrió después de su tic nervioso y de disparar con el dedo mayor una mentada de madre contra su tribuna, tal vez Paco Jémez explique claramente que no agredió a un reportero, sino que su pudor, su inteligencia, su don de gentileza, su bonhomía, su educación, sus genes, le obligaron a no dar una zurra pública a su cuadro bajo ni a un colega.

El agnóstico estadounidense Robert G. Ingersoll citó alguna vez que "la cólera es una ráfaga de viento que apaga la lámpara de la inteligencia".

Y si encima esa lamparita de Jémez es de mecha corta, en una de esas me responde que "para estupideces, no estoy...", y no me ofenderá a mí, sino a uno de los más poderosos oradores de EEUU. ¿O no?