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Osorio, La Celestina futbolera; Almeyda, bajo injusto manoseo

Ya lo hemos dicho: Salvador Dalí definió al futbol mexicano al definir al país: "Nunca regresaré a México. No puedo volver a un país que es más surrealista que mis pinturas". Y sí.

Este viernes, en esos extremos pendulares en los que la realidad desquicia la polarización de lo imaginable, el futbol mexicano desquiciaría al surrealismo de Dalí.

Por un lado, el técnico de la selección mexicana, el equipo de casi 130 millones de ilusos e ilusionados, confiesa públicamente su oficio de alcahuete. Toda una Celestina futbolera.

Por el otro, la llegada de Matías Almeyda a Guadalajara provoca que una porción mínima asuma ser la embajadora de la Nación Chiva y lo recibe en el aeropuerto, con algunos tonos de histeria, para pedirle que no se vaya de Chivas. Rosa de Guadalupe no los abandones.

Los dos equipos de los mexicanos, colapsaron el viernes, soslayando si Diego Reyes estará o no en condiciones de jugar el Mundial y de seguir siendo el acceso más fácil para cualquier adversario hacia la meta tricolor.

Diego Reyes es, en la cancha, la versión Héctor Herrera del Tri como anfitrión, por ejemplo, en una Casona de Las Lomas en la Ciudad de México.

Con todas sus deficiencias, Reyes extiende la alfombra roja a las embestidas del adversario con una docilidad que parece perversidad. Cualquier escéptico hasta lo consideraría un acto de traición, pero no: Dieguito es malo, pero no mal intencionado.

¿Y Héctor Herrera? Les abrió la puerta de esa Mansión en Las Lomas que el mismo cuerpo técnico del Tri les recomendó, a las 30 feroces atacantes que la revista TVNotas jura son "Escorts VIP". Claro, lo de Reyes es estoicismo, lo de Herrera, hedonismo.

Y así, mientras en Copenhague, Osorio dejaba atónitos al Ying y al Yang, confesando su complicidad en la caligulesca ofrenda tricolor al Dios Eros, quedaba en el aire la pregunta para los dirigentes de selecciones nacionales: aceptar y facilitar ese tipo de encerronas va acorde con la ética y la imagen de un entrenador.

Por su parte, Almeyda ya sabe su futuro, pero quiere formalizar los trámites. Especialmente, como lo contamos hace unos días en Raza Deportiva, porque su familia ha decidido avecindarse en Guadalajara de manera definitiva. Y su cuerpo técnico también.

Ya antes lo mencionamos: Jorge Vergara accedió a que Emilio Azcárraga Jean enviara a Yon de Luisa a hablar con Almeyda sobre dirigir al Tri. El argentino está interesado, obvio.

Como complemento, Guillermo Cantú, secretario general de la FMF, cuando Usted lea esto, ya debió entrevistarse en París con Santiago Hirsing, el representante de Almeyda.

Jorge Vergara tiene una prioridad: sanar. Se ha aislado de Chivas y OmniLife. Los médicos creen que regresará hasta julio a sus actividades. El tratamiento no permite distracciones. En este momento tiene prohibido informarse de lo que pasa en su equipo.

Pero, Vergara no quiere -ni pagarle- a un Almeyda distraído con el Tri, que deberá sostener dos partidos amistosos después del Mundial: ante Estados Unidos en Nashville y otro más en Houston, ambos en septiembre.

El problema para Vergara es que las triquiñuelas del Pelagatos 2.0 (bautizole así Ricardo Peláez a José Luis Higuera) han enfadado y confrontado a Almeyda con su propio director deportivo, Francisco Gabriel de Anda, enquistando la discordia entre ambos.

Sí: el futbol mexicano es más surrealista que el mismo epítome del surrealismo. Salvador Dalí, en ninguno de sus fantásticos trances creativos, podría concebir un firmamento así.

Insisto: por un lado, un técnico como Osorio que echa por delante a sus jugadores al fuego, al decir que tenían tan organizado el bacanal, que hasta le pidieron ayuda y permiso para que todo saliera bien, desoyendo incluso a directivos, cuerpo médico y hasta al desesperado Imanol Ibarrondo.

Por el otro lado, Almeyda, quien alguna vez dijo que necesitaba trabajar tres veces más, porque trabajaba con sólo mexicanos, es hoy el objeto del deseo de Chivas y del otro equipo mexicanísimo, aunque no siempre (Caballero, Guille Franco, Sinha, Chaco), pero acosado el argentino por el desamparo de los tiempos.

Es cierto, Almeyda le dijo sí a Chivas, usurpando el espacio del entonces aún técnico Chepo de la Torre, así que seguramente tiene el estómago suficiente para decirle sí al Tri, usurpando el espacio de Osorio, con la diferencia de que una mayoría de aficionados mexicanos sí lo quieren en la selección mexicana... y si se pudiera desde hoy, mucho mejor.