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Tata Martino y su concubinato con el fracaso

LOS ÁNGELES -- Tata Martino sigue exactamente a la misma distancia de la selección mexicana que hace unos meses: una firma. Ni tan cerca... ni tan lejos.

Al Tri le saltan más conejos que los que retozan desde la chistera de un mago de pueblo. Ojo: no es porque México tenga una fascinante pléyade de futbolistas talentosos. No. Ocurre que el salario es muy bueno, la cláusula de despido es magnífica, y la próxima eliminatoria de Concacaf será aún más pobre que el páramo futbolístico rumbo a Rusia 2018.

Vamos, hace unos días circulaba que Quique Sánchez Flores hablaría con la FMF. Al final fue el representante del técnico español quien lo ofreció a un asignado por la FMF. Algo así como que los mayordomos de dos familias tratan de amarrar un matrimonio por conveniencia entre los hijos de sus patrones.

Mientras Martino se embebe de su cita dramática con Red Bulls en el clímax de la MLS, algunos de quienes presuntamente serán sus seleccionados con el Tri, se debaten en dos patíbulos contra Argentina. Uno entre la vida y la muerte; los otros, a una muerte segura.

Más allá de la bizarra, sufrida y gallarda campaña, encarnizada y encarnada, sin duda, con Paraguay, Tata Martino reprobó con material de mejor calidad.

No es necesariamente malo. Hay artesanos que maravillan con el barro y arruinan la porcelana; hay artesanos que inmortalizan la porcelana sin embarrarse.

Martino fue heredero de dos proyectos imposibles de echar a perder...y los echó a perder: uno de los mejores Barcelona de la historia y una de las mejores selecciones de Argentina post Maradona.

En ambos casos, tuvo al mejor futbolista de los últimos años. Pero el Messi exuberante en Cataluña, tuvo su peor año con Martino. Y con Argentina, El Tata no pudo calentarle el pechito a Lionel Messi, por el contrario.

En el dramatismo de la competencia moderna: ser finalista, sin ser campeón, es un concubinato con el fracaso. Por lo tanto, de momento, a espera de lo que pase en el desenlace de la MLS, Tata Martino ha vivido en el concubinato con el fracaso.

Puede ser, si no corona al Atlanta United, que ese concubinato se consolide ante el altar y hasta que la muerte los separe.

Claro, con la selección mexicana, en un común denominador, Martino puede sentirse identificado. Le espera barro, barro y más barro, a pesar de algunas promesas de porcelana pero ninguna de ellas, de Lladró.

Por eso, Tata Martino, si asimila el apostolado, la sufrida maniobra de catequista, tendrá una generación de jugadores a la que deberá sacarle, a sangre, sudor y lágrimas, un rendimiento similar al de la selección de Paraguay.

Insisto, el argentino está hoy tan cerca y tan lejos de la selección mexicana como hace unos meses: está a una firma de un contrato, que no puede darse sino hasta el primero de enero, porque su contrato vinculado a la kermés de la MLS vence con el último día del año 2018.

Pero, en un medio tan inhóspito, incierto, cambiante, voluble, como el futbol mexicano, es tan aventurado asegurar que ya es un hecho la llegada de Martino.

En el futbol mexicano, la palabra de honor tiene la misma cola larga que la mentira. Y eso, El Tata, aún no lo sabe. No es su culpa, usa esas gafas fuera de moda de la buena fe.