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FMF convirtió a Tuca en meme de sus propias rabietas

LOS ÁNGELES -- Fue un estribillo en la proclamación de Guillermo Ochoa. Y no fue una declaración para la afición sino una reclamación para los directivos: "Urge que...".

Convertido en el santo patrono de la selección mexicana, en un piadoso 2-0 ante Argentina, al evitar al menos tres goles más, Ochoa carga una historia dramática: uno de los mejores y más consistentes porteros en la historia del Tri, es también -injustamente-- el más aporreado de todos, incluyendo, claro, "el horror de Santa Clara", sí, aquel 7-0.

Más allá de una desesperación contenida ante la ineptitud directriz para asignar un técnico, con su reiteración, Ochoa confirma la versión que circuló al interior del Tri. "No hay nada seguro", dicen les habría dicho Guillermo Cantú sobre la contratación del Tata Martino. Muy mexicano pues: sí, pero siempre no.

La leña verde de la crítica se arrejunta en torno a los futbolistas. Tuca Ferretti vomitó el buche de gasolina para encender el pebetero de la inmolación: "(estuvieron los jugadores) por debajo de lo que esperaba".

Ciertamente, algunos, varios, muchos de los jugadores utilizados por Tuca, dejaron las bolsitas de testosterona en el vestidor de sus clubes. Fueron testigos y no víctimas del exterminio. Porque las víctimas, al menos, se rebelan.

Ochoa lo explica en su reacción decepcionada en ese epistolario del "urge que...". Los futbolistas necesitan saber que el hombre que carga la cachucha, el silbato y la cruz será el encargado del proceso completo.

La arenga del Tuca y su guion táctico ya no tienen, ya no pueden --aunque sí deberían--, tener impacto. La autoridad de los interinatos caduca antes de lo prevista. Su vigencia real adelantó su sepelio.

Ciertamente no sólo es culpa de los futbolistas, pero que no salten del barco. Porque, ¿alguien se cree la gastada frase de "no hay nada más importante que defender a muerte la camiseta de mi selección"? Es barniz de hipocresía.

Lamentablemente, por su historial en el futbol mexicano, por el desdén de los directivos de la FMF, el Tuca ha pasado de ser un redentor a ser un triste y repetitivo maniquí al interior del vestuario del Tri. Su jubilación es cuestión de horas. Del iracundo DT, sólo queda un meme.

Esa despersonalización, esa desacreditación, esa desautorización a Ferretti, es obra y gracia de la forma en que su interinato fue debilitado por la falta de tacto entre Tigres y FMF. La arrogancia extrema de ambas partes promiscuó la autoridad del Tuca.

Y ocurre que algunos futbolistas frágiles y otros sinvergüenzas, ante Argentina, demostraron temor y/o cinismo, porque perciben que el del banquillo es un holograma que puntualmente no ha tenido voz ni voto en las convocatorias, y que no tendrá ni voz ni voto sobre futuras convocatorias.

¿Es culpa sólo de los jugadores? No. El mensaje se ha ido fortaleciendo para quienes tenían dudas sobre la actitud en la FMF: no le ha importado desperdiciar seis partidos (no espere Usted un milagro el martes) en Fecha FIFA.

Que si de haberse consumado las oportunidades de gol de México en los primeros minutos habrían cambiado el desenlace ante Argentina, si el cabezazo de Raúl Jiménez no se hubiera estampado en el travesaño o a Marco Fabián no se le hubiera trabado el pie... no en el pasto, sino en el pánico escénico. Calenturas.

Porque ese es el carcinoma del futbol mexicano. Su estancamiento lúdico en el hubiera. Ese paraíso fantástico donde todas las fantasías se consuman y se consumen.

Ese hubiera, es un acto de escapismo hacia el irrealismo mágico del "sí se puede", sin aceptar la realidad cruel del no se ha podido, no se puede, y si se sigue refugiando en el hubiera, nunca se podrá.

Por eso, para algunos es tan sencillo refugiarse en las redes sociales, y desde ahí, seguir "imaginando -sólo imaginando-- cosas chingonas".