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¿A qué le teme Vucetich?

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Para Vucetich hubo cosas que no se corrigieron durante el partido (1:15)

El estratega de las Chivas habla sobre la designación del tirador y su decisión. (1:15)

LOS ÁNGELES -- Chivas empató, Jesús Molina erró un penalti, pero el reprobado es Víctor Manuel Vucetich. 1-1 en Puebla.

Penoso el timorato organigrama que tiró a la cancha de inicio el ex Rey Midas. Arrancó con un script de equipo chico, conservador, limosnero. Los cambios, obligado ya por el golazo de Santiago Ormeño, terminaron evidenciando su error.

César Huerta hizo más en 25 minutos que los 65 en que paseó su decrepitud futbolística Oribe Peralta en la cancha del Cuauhtémoc. Triste: le aplauden al Hermoso una tijera estéril, pero más por la osadía a sus 36 años, por poner en riesgo todo el fuselaje anacrónico, que por el eventual gesto futbolístico.

Ya con el 1-1 en la bolsa, oro molido para especuladores del punto como Vucetich, con la firma de un zapatazo de Miguel Ponce, ingresa a Cristian Calderón por Jesús Angulo, cuando podía tener a ambos en la cancha, ganar en posesión y en despliegue. Si podían ser socios en Necaxa, porqué no en el Guadalajara.

¿Será que el Rey Midas se atemoriza ante el potencial de su propio equipo? Si eso pasa ante el Puebla, qué ocurrirá ante mejores plantillas de la Liga Mx. Ya en la Liguilla, el grupo le demostró que no arredra ante América o León. ¿Por qué sobreproteger a Chivas y hacerse camote ante unos Camoteros en transición?

Cierto, su hombre fuerte, Jesús Molina, había fallado un penalti al minuto 24, luego de que todo el empeño se le fue en el exitoso amague, para cerrar con un fiasco de disparo a un lado del poste. Vucetich aclara: “Es el pateador designado”. Tal vez deba reconsiderarlo. Molina, sin duda, es un guerrero, es un tipo bruñido en la lucha, en las inclemencias, pero en cada pie tiene un zapapico.

Tras el error de Molina, llega el gol poblano condimentado de rencor. Santiago Ormeño tenía un sueño: jugar en Chivas. Algún miope en la cantera rojiblanca le pidió que se dedicara a otra pasión. Y Ormeño, nieto de Walter, aquel arquero gigante, peruano de origen, hizo caso. Su pasión por el Guadalajara la transformó en pasión contra el Guadalajara. Anotarle empieza a convertirse en un hábito.

Y mientras el empate, casi mezquino, tolera cuestionamientos hacia Vucetich, en el banquillo de Puebla se da el debut de Nicolás Larcamón en México, cuya agenda está atiborrada de aburridas tarjetas de presentación: “Se apega a la escuela de Marcelo Bielsa”. O: “Pep Guardiola es su punto de referencia”. Ya bastantes problemas tienen Bielsa y Guardiola en la Liga Premier, como para cargar con otro hijo de probeta aventurera.

Ciertamente Puebla tuvo posibilidades de preocupar más a Chivas. Pero, errores individuales, de concentración y ubicación, entre los zagueros del Guadalajara, facilitaron esa tarea. En el mismo golazo de Ormeño ni apretó Ponce, ni el auxilio de Eduardo Torres, además ambos condescendientes, ante la comodidad de Javier Salas para meter el balón al área.

Cuando la polilla había consumido ya toda la proteína estéril de Oribe Peralta, entró César Huerta. Hizo más en esos 25 minutos, por ejemplo, que lo que hizo la ya extinta Chofis López los anteriores 25 meses por Chivas. Con mayor dinámica, atrevimiento y lectura de juego, porque su edad se lo permite, Huerta aterriza mostrando más proyecto de utilidad que el mismísimo Hermoso, ya más pieza de museo que de intimidación a los adversarios en la Liga Mx.

Enseguida, Chivas debe recibir a Toluca, un equipo cuya mayor amenaza es un futbolista contemporáneo de Peralta, Rubens Sambueza, que siempre le hace daño al Guadalajara, en el marcador o depredándole piezas como pasó con Isaac Brizuela. Es decir, en su cancha, y tras la lección ante Puebla, Vucetich no debe seguir con el catecismo del miedo, ni en la elección táctica de jugadores, ni en la lección táctica a sus jugadores.