<
>

El Piojo revela la deserción de Giovani

LOS ÁNGELES -- Julio 23 de 1996. Juegos Olímpicos de Atlanta. Kerri Strug tenía 18 años. La distancia entre la medalla de oro olímpica en gimnasia entre Estados Unidos y Rusia, estaba estrictamente en sus habilidades para desafiar la gravedad y la perfección estética, bajo el vértigo de su ballet aéreo.

En su primera oportunidad para el salto del potro, Kerri aterriza cayendo con todo el impacto sobre su pierna izquierda. El latigazo brutal de dolor y el chasquido en su pierna, la aterrorizaron. El castigo era constante, insoportable. Algo se había roto. Su segundo salto definiría el destino del oro y de la plata de Atlanta 1996.

Volteó hacia su entrenador, el húngaro Bela Karoly. Los ojos con lágrimas por el dolor y el gran reto de intentarlo de nuevo. “¿Es necesario?”, preguntó. Su instructor le pidió que ignorara el dolor, el miedo, la incertidumbre, y que fuera ahí, a ganar la medalla por su país.

Además, para asegurar el oro, Kerri debía perfeccionar la “Yurchenko”, evolución en tres tiempos desde el salto sobre el potro, llamada así en homenaje a su creadora, la rusa Natalia Yurchenko, ganadora de 18 medallas de oro en diferentes eventos. La suerte implicaba un aterrizaje aún más violento.

Cojeando, Kerri salió a la pasarela de su destino. Viviendo un infierno de dolor, para buscar la gloria de la gimnasia de su país. El infinito en una odisea de seis segundos. Su vuelo es perfecto. Aterriza haciendo contacto con los dos pies. Sostiene el equilibrio sobre su pie derecho, con los brazos en alto, saca una sonrisa de entre su agonía, saluda a los jueces… y se desploma del dolor.

Abandona la colchoneta arrastrándose, gimiendo. Su equipo la carga en brazos. La pierna izquierda no responde. Entre el llanto, voltea a las pizarras. Era más urgente, más importante, saber el resultado. Segundos después aparece su calificación: 9.712. La medalla de oro era de Las Siete Magníficas, como llamaban al equipo estadounidense.

Kerri quería ir al hospital sin ir a la premiación. La presea de oro ya era suya. Necesitaba calmar el dolor y la angustia sobre la dimensión de su lesión. Bela Karoly la retuvo: “Te quedas a recibir la medalla, Nunca podrás vivir algo semejante en tu vida”. La nueva heroína de EEUU subió al podio ayudada por sus compañeras.

El diagnóstico llegaría después. Esguince de tercer grado en el tendón de la pierna izquierda. Nunca pudo recuperar su nivel de excelencia, al restablecerse de la dolorosa lesión.

Y… resulta que Giovani dos Santos abandonó el partido de Octavos de Final ante Los Países Bajos en Brasil 2014, porque tenía los pies calientes y con ampollas, como también ocurría con otros seleccionados mexicanos.

Lo revela Miguel Herrera en entrevista a un youtuber, Carlos Muñoz. Gio había abierto el marcador. Había hecho el 1-0 con un zurdazo pegado al poste izquierdo, apenas arrancando el segundo tiempo. En una de las pausas para hidratarse, le advierte a El Piojo que no aguantaba más. Los pies le quemaban, como al resto de sus compañeros.

“A los cinco minutos me pidió su cambio, porque le quemaban los pies, es porque le quemaban los pies, si tú me hubieras dicho el 'Chícharo', uta... el 'Chícharo' así le hubieran quemado las orejas, hubiera jugado”, reflexiona Herrera en esa charla.

Luego revela su escepticismo, cuando ya en el América, Dos Santos aseguraba que no podía jugar porque algo le dolía.

“Lo traje al América. Tiene una situación que se lesiona, no tengo que explicar, su carrera es así, y se lesiona y es: ‘me duele y me duele’ y de ahí no lo sacas. El termina un partido (a los) 60 minutos, y el kinesiólogo me dice que: ‘está para jugar 60 minutos’, al 57 pienso en su cambio al 61 salió, y así lo llevé tres partidos, al cuarto partido me dicen: ´Trae una molestia’ y pregunté por qué si lo estoy manejando bien, en la semana entrena dos días y lo hacemos trotar y recuperarse. ¿De qué está lesionado? Pues me aseguraron que le dolía y estaba lesionado y se aventó tres partidos sin jugar, porque le dolía el muslo”, revela El Piojo.

Ya en este espacio se había revelado, en junio de 2019, antes de la incorporación de Giovani, que llegaba al América, por intercesión directa de su padre, Zizinho, ante Emilio Azcárraga Jean, dueño de las Águilas, y no por solicitud directa de Miguel Herrera o Santiago Baños.

De hecho, El Piojo revela cómo, antes del Mundial de Brasil, cita a Gio en España, para hablar de su convocatoria. El jugador lo deja plantado. Se reporta una hora después de lo pactado con el técnico y con el director de selecciones nacionales, Héctor González Iñárritu. “(Ricardo) LaVolpe no lo hubiera esperado ni diez segundos”, bromea Herrera.

El deporte tiene esas historias… Abre esas encrucijadas. Hay quienes las confrontan y quienes las rehúyen.

Kerri Strug, a los 18 años, con la pierna en llamas por el dolor, desafía su propia integridad, para dar una medalla de oro a su país.

Giovani, a minutos de colaborar para que México consiguiera llegar al mítico Quinto Partido, claudica, renuncia, deserta, “porque le quemaban los pies”.

Kerri tiene un nicho y una historia en el deporte estadounidense. ¿Giovani dos Santos? Sigue siendo una chusca anécdota tragicómica del futbol mexicano.

Kerri subió al podio y se ciñó el oro. Gio fue con la podóloga.