La resistencia de Ferrari y el orgullo que mostraron provocó que Checo Pérez y Max Verstappen tuvieran que emplearse a fondo en Monza
Hoy, todos los aficionados deben agradecerle a Ferrari por el Gran Premio de F1 que se vio en Monza. La dignísima defensa de su casa sacó lo mejor de Max Verstappen y Sergio Pérez, quienes tuvieron que trabajar tiempo extra y sacar todo el repertorio de manejo para lograr el 1-2 para Red Bull.
Más allá del inverosímil paso de Verstappen, quien ahora tiene 10 triunfos en fila en una temporada de F1, algo inédito en la historia de la categoría, Carlos Sainz y Charles Leclerc regalaron una lección de celo deportivo y orgullo, que, aunque sucumbió antes Max y Checo Pérez, puso el color, rojo por supuesto, a la carrera en el llamado 'Templo de la Velocidad'.
Ferrari llevó sus autos, el reglamento y el talento de sus pilotos al límite en un intento desesperado por detener a Verstappen y Pérez, pero incluso entre Sainz y Leclerc se dio un duelo final que encendió las tribunas escarlatas y provocó alta presión arterial en los pits.
Correr y dejar correr, pero cuando es necesario correr y hacerte ancho, sacar los codos y no permitir el rebase, eso fue la historia de Ferrari, primero cuando Max Verstappen, quien había largado segundo tardó 15 vueltas en pasar el 'pole man' Carlos Sainz.
Verstappen, un depredador nato, provocó que Sainz aplicara una frenada tardía al final de la recta donde bloqueó sus neumáticos. Una vez dada la frenada, las llantas del español se cuadraron y ahí fue donde Max atacó en las curvas 2-3 para tomar la punta, que no dejaría hasta ver la bandera a cuadros.
Mientras tanto, un giro después, Checo Pérez pudo, con una frenada a fondo por la parte interna de la curva 1 a la derecha, ponerse cuarto lugar por delante del aguerrido inglés, George Russell, de Mercedes.
A partir de ahí, eran los Red Bull vs los Ferrari y no fue un paseo por el parque para los toros. Checo Pérez tenía la misión de armar el 1-2 para su escudería, pero no era nada sencillo, Ferrari preparó Monza a consciencia, porque no se podían dar el lujo de hacer el ridículo ahí, tal vez en ningún lado, pero mucho menos en Italia.
El tapatío no pudo entrar a pits en la vuelta 20, así que tuvo que esperar la detención de Verstappen. Eso le quitó la oportunidad de un 'undercut' y tuvo que encontrar el camino al podio a golpe de adelantamientos, puros, duros, pero limpios.
Checo Pérez firmó grandes carreras en Monza dentro la F3, además de un podio de antología en 2012 con Sauber, pero luego de eso ha visto cómo otros se bañan en champaña. Era el momento de volver a la ceremonia de los himnos.
En la vuelta 31, Leclerc se hizo muy ancho para contener a Checo Pérez, quien estuvo a punto de perder el auto al tocar la tierra antes de la segunda chicana. En la siguiente ronda, ahora sí, el mexicano pasó al monegasco en la recta luego de salir de la parabólica, última curva, a 2 décimas del que era el tercer lugar.
El muro rojo de Ferrari sufría su primera grieta gracias al cincel de Checo Pérez, quien nunca dejó respirar tranquilos a los del Cavallino Rampante, siempre en la zona de DRS, pero la velocidad final de Ferrari en la recta, más la correcta utilización de la potencia extra por la batería hacía que el Drag Reduction System fuera insuficiente.
Hasta cinco veces Checo Pérez intentó llegar antes que Leclerc a la frenada al final de larga recta, lo lograba, pero al ir por la parte externa el rebase era imposible. Sainz se movía en la frenada sutilmente, casi fuera de reglamento, algo que Pérez reclamaba por radio.
Esta vez Sainz no se decía intimidado, era un gato boca arriba y si Checo lo quería pasar tendría que hacer un gran trabajo previo a la recta, y así fue, en la vuelta 46, donde, por fin, el piloto mexicano ganador de 6 Grandes Premios en su trayectoria se puso en segundo lugar. El muro rojo había caído, pero con toda la dignidad posible.
La buena noticia para Checo Pérez es que Italia, a pesar del choque del viernes en la FP2, fue un fin de semana de reencuentro con la sensibilidad en el auto, todavía no al 100 por ciento, pero justo a tiempo antes de Singapur, pista callejera donde en 2022 se llevó el triunfo.
Con lo que hizo alcanzó para un segundo puesto, pero si quiere vencer a Verstappen debe ser perfecto todo el fin de semana, porque tal vez es él el único que puede poner fin a la marcha demoledora del neerlandés.
Por su parte, los Ferrari cumplieron el sueño de los aficionados al escalar hasta casi el contacto su pelea por el podio. Desde fosos dejaron correr a sus pilotos, Leclerc atacó a Sainz, quien claramente padecía por el estado de sus neumáticos duros, más después de contener a Checo Pérez.
El español no quiso acatar el que parecía su destino y se aferró al tercer puesto, incluso en la última vuelta, justo cuando por radio les ordenaron "no arriesgar", Charles se tiró a fondo en la recta para tratar de propiciar el error de Carlos.
Un par de ocasiones estuvieron tan cerca que sólo una hora de papel cabía entre ellos. Lado a lado y en cada frenada llegaron a poner en peligro el 3-4 que ya tenían en la bolsa y que de haber habido un choque entre ellos, el beneficiado habría sido Russell.
Al final, la pelea Carlos vs Charles tuvo vencedor español y de paso le aporta una tonelada de credibilidad a la Fórmula 1, donde a veces los equipos acomodan las cosas para evitar duelos fratricidas entre sus pilotos.