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Checo Pérez, el piloto que quería ser futbolista

Pérez disputa el partido 'De la pista a la cancha', una de las actividades previas al Gran Premio de México 2017. Imago7

“Escoge: si vas al partido, vendo los karts y se acabó todo”, esa fue la advertencia que lanzó el atribulado Antonio Pérez Garibay, cuando su hijo le comunicó que prefería ir como espectador al Clásico del futbol mexicano que correr la final del campeonato karting, donde se podía coronar campeón.

Ante la muy justificada pero casi amenaza paterna, cualquier niño de 12 años no lo habría pensado dos veces y habría obedecido, pero no el indómito Checo, quien a pesar de que corría desde los 6 años no dudó y fue al Chivas-América.

Era la temporada Apertura 2002 de la Liga MX, apenas la fecha dos, pero las Águilas campeones de la campaña anterior dirigidos Mario Carrillo visitaban al chiverío en el Estadio Jalisco. Pero también era la última y definitiva fecha del campeonato de Shifters 80 c.c. que se correría en la Glorieta de La Minerva, donde el pequeño piloto llegaba como favorito para llevarse el título y ese era el reclamo de su papá, ¿cómo dejar una carrera tan importante por un partido de futbol por más Clásico que fuera?

En ese momento no había nada qué pensar para Sergio, porque gracias a la amistad de su papá con Emilio Azcárraga, había conseguido una invitación para subir al autobús del América rumbo al Jalisco y conocer a su ídolo, el chileno Iván Zamorano. Eso era lo que importaba, lo de los gokarts ya lo resolvería después. Al fin y al cabo, Checo quería ser futbolista, delantero de su América querido, a pesar ser tapatío.

La afición de 'Checo' Pérez por el futbol es de toda la vida, el kartismo viene por su padre y le gustaba, se le daba muy bien, era el más rápido, siempre corría sin miedo, pero su corazón se dividía entre el balompié y el automovilismo.

Prueba de ellos era que todos los viernes cada quince días se escapaba para ver los partidos de los Tecos, porque el Estadio Tres de Marzo era el más cercano a su casa en Zapopan.

A pesar de la rabia de papá Antonio, ese domingo Checo se trepó al autobús de los azulcremas, saludó a todos y el ‘Bam Bam’ le regaló su short. Misión cumplida.

El gol de Marcelo Lipatín que sentenció el marcador a favor de los capitalinos valió la pena el riesgo para 'Checo', aunque Zamorano falló un penalti y Oswaldo Sánchez tuvo un juegazo para evitar la goleada de las Chivas que estaban por ser adquiridas por Jorge Vergara.

Pero la amenaza del padre se cumplió y los gokarts se vendieron, con todo el dolor de su corazón, porque llevaba años comprando llantas, motores, mucho tiempo de sacrificios para poder darle un vehículo competitivo y hasta un fiel mecánico, ‘El Donas’, que lo llevaba por las pistas con un remolque viejo.

“Sí los vendí y no le importó”, cuenta Pérez Garibay 15 años después del sofocón que le causó el menor de sus tres hijos. “Luego ya vino el patrocinio de los hermanos Casillas y volvió a correr, pero fueron meses de nada”.

Igualmente recuerda Antonio que la rebeldía de ese chamaco dientón siempre fue un rasgo, así como su muy especial sentido del humor.

Como aquella vez que no se quería cortar el cabello, así que lo subió casi a rastras a la camioneta de la familia para llevarlo al peluquero, pero no contaba con que el niño se le iba a bajar del auto y se iba a echar a correr en una luz roja. El hombre conocido como simplemente Garibay entre la gente del automovilismo tuvo que salir a la carrera para perseguirlo entre los coches.

La historia posterior es más conocida por todos: 'Checo' emigró a Europa con 15 años para escalar hasta la Fórmula Uno, pero la chispa del futbol vuelve a aparecer en sus ojos en cada cascarita con los cuates de toda la vida cuando regresa a Guadalajara o cuando participa con el equipo Nazionale Piloti, donde los volantes de la F1 se miden en partidos a beneficio como el que organiza el Príncipe Alberto en Montecarlo cada año.

También son comunes los intercambios de burlas y retos con su hermano Toño (chiva irredento y también buen jugador que pudo haber seguido el camino del balón) cada que juega El Rebaño Sagrado con América de sus amores.

Hoy, 'Checo' es el piloto mexicano con más Grandes Premios en la historia, con 134 disputados (131 arrancados), 80 más que Pedro Rodríguez. Con siete podios, mismos que el legendario hermano mayor de Ricardo, y, a sus 27 años, es indiscutiblemente el mejor piloto del resto de la parrilla, es decir, de los que no tienen en sus manos uno de los autos de las escuderías de élite… pero todo eso pudo haber quedado en el olvido por ir a un partido de futbol.