Out en casa
1 de cada 10 dominicanos son de ascendencia haitiana. Así, ¿cómo es que prácticamente no conocemos de ningún dominico-haitiano en las Grandes Ligas?
Un arroz con pollo está esperando en la mesa en el apartamento dúplex de Miguel Sanó, no muy lejos del Target Field. La hermana de Sanó está de visita, proveniente de la República Dominicana, y su esposo preparó el platillo favorito del slugger de los Mellizos - por montones, suficiente como para alimentar a todo un equipo de béisbol. "No te preocupes", me dice Sanó. "Como bastante". El aroma es seductor, en una especie de anámnesis del Caribe. Invade el primer piso del apartamento en el cual Sanó pasa la temporada de Grandes Ligas, a más de 3.200 kilómetros de distancia de San Pedro de Macorís, donde fue criado. Esta ciudad costera es conocida por producir talento grandeliga, una fuente importante para mantener el flujo de peloteros de ese país en movimiento. 82 dominicanos fueron parte de los rosters del Día Inaugural, provenientes de un país con una población de 10.6 millones de personas.
Sanó se distingue de los otros 81 dominicanos de una forma significativa: Se ha identificado públicamente como persona de etnia haitíana.
El béisbol no es popular en Haití, pero al menos un millón de personas con raíces haitíanas viven en la vecina República Dominicana, donde este deporte es omnipresente. El pollo espera en la mesa y, mientras tanto, Sanó y Franklin Johnson Mateo, quien funge como consejero y facilitador de Sanó, en voz alta recuerdan ejemplos de peloteros activos y ya retirados que comparten su ascendencia Haitíana. Pueden conjurar siete u ocho nombres. El número total, acuerdan Sanó y Mateo, podría sorprender a la mayoría de los observadores de la pelota.
Muchos ligamayoristas dominicanos, incluyendo aquellos mencionados en la sala de estar de Sanó, prefieren mantener su origen en secreto. Algunos peloteros de etnia Haitíana incluso se atreven a cambiar sus identidades mientras buscan llegar a las Mayores.
"No tuve que cambiar mi nombre, pero muchos lo hacen", me dijo Félix Pie, un ex jardinero de Grandes Ligas y dominico-Haitíano.
Los peloteros requieren partidas de nacimiento para firmar con un equipo de Grandes Ligas y obtener visas. Los haitianos en la República Dominicana a menudo no cuentan con esos documentos, por lo cual un pelotero podría cambiar su identidad a fin de obtenerlos. Otros los cambian para aparentar ser más jovenes, o simplemente para evitar el fuerte prejuicio que hay contra los haitianos en ese país. "Los dominicanos se burlan de los haitianos", dice Mateo. "Algunos se sienten avergonzados de ser haitianos".
La segunda isla de mayor superficie del Caribe, La Española, está dividida en dos: Haití, de habla francesa y creole, por el occidente; y la República Dominicana, de habla hispana, por el oriente. Por generaciones, los haitianos, mayormente descendientes de esclavos africanos, han sido denigrados por dominicanos de piel más clara, descendientes de europeos coloniales. El dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo, quien usaba maquillaje para emblanquecer su cara, ordenó el asesinato de un estimado de 20.000 inmigrantes durante una masacre en 1937. Administraciones más recientes se han inclinado a favorecer una política de deportaciones.
La situación últimamente se ha convertido en una crisis humanitaria. En 2013, un dictamen judicial le quitó de forma retroactiva a 200.000 dominico-haitianos su ciudadanía, incluso si habían nacido en el país. Aquellos nacidos en ese país hoy en día son considerados extranjeros. Decenas de miles han sido deportados o han abandonado el país por temor. Generaciones de dominicanos con sangre Haitíana se encuentran bajo riesgo. "Tengo muchos amigos que temen que el gobierno los va a enviar de nuevo a Haití", dijo el campocorto Orlando Calixte en noviembre. De origen dominico-Haitíano, firmó con los Gigantes de San Francisco este invierno, luego de siete temporadas en el sistema de ligas menores de los Reales de Kansas City.
Hasta tiempos recientes, cambiar identidades era fácil de hacer. "Si eras Haitíano, podías ir y conseguir papeles con cualquier persona", dice Mateo. "Podías decir 'Esta es mi mamá y este es mi papá, soy dominicano'. Pero realmente son papás falsos". El propio Mateo usó un nombre falso para jugar durante años con la organización de los Atléticos de Oakland, aunque no dirá cuál fue. En algun lugar de la isla, hay un hombre con su registro de ligas menores en el sitio web Baseball Reference y probablemente, unos cuantos miles de dólares por la molestia.
¿Y Sanó? Su partida de nacimiento dice "Miguel Jean", tal como lo hace su registro en el roster oficial de los Mellizos. Pero responde al apellido Sanó, y ese último es el que se lee en su camiseta. Cuando finalmente nos sentamos a almorzar, Sanó explica el por qué sus apellidos no coinciden. La historia es un tanto oscura y, la dice de forma rápida, sin dar muchos detalles. Su madre, Melania Jean, nació en San Pedro de Macoris de padres haitianos con residencia legal. Su padre, de apellido Aponte, iba y venía. Por ende, Melania puso su apellido en la partida de nacimiento.
Después, un hombre de apellido Sanó empezó a vivir con la familia. Mientras crecía el talento del joven pelotero, el apellido comenzó a formar parte de su identidad. "Me llamaban en la calle, 'Sanó, Sanó'", dice. Se encoge de hombros. "Así que comencé a utilizar ese nombre. Ahora que es famoso, Sanó se enorgullece de su ascendencia, aunque nunca ha ido a Haití y no puede hablar sino pocas palabras de Creole. Él niega que haya cambiado su apellido para así ayudar su carrera, pero cuando era un prospecto adolescente en República Dominicana, ciertamente no le perjudicaba.
Sanó tuvo suerte. Cuando nació, su madre insistió en que el hospital le diera el papeleo correspondiente. Tuvo que pasar meses peleando con Major League Baseball con respecto a la legitimidad de los mismos, pero al final, fueron suficientes. En 2009, firmó con los Mellizos.
Sin embargo, desde entonces, el camino de un dominico-Haitíano de pasar de talentoso adolescente a ligamayorista se ha hecho cada vez más complicado. De hecho, los jovenes haitianos estos días tienen problemas incluso para conseguir un puesto en equipos juveniles competitivos dominicanos. "Mucho antes de llegar a las Grandes Ligas, hay un proceso de selección que discrimina contra los haitianos", dice Sandy Alderson, quien laboró con MLB en la República Dominicana y ahora funge como Gerente General de los Mets.
Sin importar cómo se haga llamar, el próximo Miguel Sanó está cada vez más alejado de poder salir de la isla.
Después de la conclusión de la temporada 2016, volé a República Dominicana para así tratar de entender el por qué algunos de los peloteros más talentosos que puedan haber no juegan en las Mayores. Escuché que Onil Joseph, un dominico-haitíano que trabaja como instructor en el complejo de los Reales de Kansas City cercano a Boca Chica, tenía un hermano con condiciones. Pero nadie en el béisbol lo ha visto en años.
En una tarde de noviembre, Joseph y yo nos hicimos paso en el camino polvoriento en su camioneta, y nos dirigimos al pueblo de Angelina. La via, de un solo canal, está rodeada por muros hechos por cañas de azúcar. Aunque el camino desde el caótico bullicio de San Pedro de Macorís dura apenas 15 minutos, se siente como si uno viajara a un país totalmente distinto. Y podría serlo. El pueblito en el cual nació y se crió Joseph es mitad Haitíano, piensa él.
La vida es dura en Haití. Antes de la devastación causada por un fuerte terremoto en 2010 y el Huracán Matthew el año pasado, que provocó más de 1.000 muertes y dejó una estela de cólera al pasar, ya la subsistencia era dificil para muchos. En Norteamérica, percibimos a la República Dominicana como un país pobre; y de hecho, 32 por ciento de los dominicanos viven en la pobreza. Pero, en Haití, el país más pobre de las Américas, ese número se acerca al 60 por ciento. Por décadas, los haitianos cruzaron la porosa frontera de La Española en busca de campos fértiles, empleo decente y una vida mejor. Para ellos, Dominicana representa una tierra prometida.
Muchos dominico-haitianos viven en pueblos rudimentarios, como Angelina, denominados bateyes, cerca de los campos de caña. Ricardo "Rico" Carty, quien bateó de por vida para .299, firmado originalmente con los Bravos de Milwaukee en 1959, salió de un batey. Muchos otros peloteros, como George Bell, Mariano Duncan y Julio Franco, siguieron su legado. Muchos de ellos, se asume, tienen linaje haitiano.
Décadas de opresión han empujado a esta subcultura haitiana a los margenes de la sociedad. Los niños muchas veces nacen en sus casas, sin representantes gubernamentales que puedan registrar su existencia. Los hospitales pueden quedar muy distantes, y además son muy costosos. Y para los haitianos, existe el riesgo de quedar expuestos a un sistema oficial que ya ha deportado a miles de residentes de vieja data. Algunas veces, la iglesia toma cartas en el asunto, suministrando detalles rudimentarios de un nacimiento o bautizo, usualmente en francés. "Así ocurre aquí", explica Joseph.
Un ejecutivo de MLB me contó la historia de una oferta contractual que su equipo hizo recientemente a un joven dominico-haitiano. El jugador tenía una partida de nacimiento que parecía legítima, excepto por el hecho que fue emitida cuando el niño tenía 10 años de edad. "En Estados Unidos, no puedes abandonar el hospital sin registrar a tu hijo", dijo el ejecutivo. "Así no ocurre allá". También ocurrió que, por razones sin explicar, el jovencito de 10 años fue registrado como hijo de su tía. Eso produjo que no fuera capaz de pasar una prueba de ADN cuando se compararon sus genes con los de sus presuntos padres. "Es un pelotero talentoso", dijo el ejecutivo. "Estamos tratando de descifrar qué hacer".
La camioneta de Joseph saltó al detenerse, y éste se apresura para mostrarme el lugar donde él y muchos otros aprendieron a jugar béisbol. Es un infield con piedras y tierra con una zona de tupido césped bordéandolo. Si puedes fildear un roletazo aquí, pienso yo, puedes fildearlo en cualquier otra parte.
De acuerdo a las reglas de MLB, los prospectos dominicanos son agentes libres y no sujetos a ser escogidos en un draft. Pueden firmar con cualquier equipo luego de cumplir los 16 años. Notoriamente, muchos prospectos mienten con respecto a su edad, como lo hizo Mateo: Los peloteros más jovenes son más valiosos, y un chico de 18 años que se haga pasar como uno de 16 se verá más impresionante para los scouts. El fraude es un problema legítimo. Sin embargo, los documentos fraudulentos también pueden convertirse en el único enlace para los peloteros que nacieron sin partida de nacimiento.
Cuando Joseph firmó con los Bravos en 2000, presentó papeles de algún sitio. Y bastaron. Pasó cinco años en el sistema de granjas de Atlanta, y uno con los Reales. La mayor parte del tiempo jugó en Doble-A o categorías menores, pero fue suficiente para poder procurar alimentos, ropa y medicinas para ser enviadas a Angelina.
Ahora conduce por la única calle del pueblo. Ha llovido, y se produjeron charcos con agua que brilla al ser contrastada con el brillo del Sol. El aire está cargado con el olor de algo que se quema. Gente de todas las edades se sientan con sillas plegables en frente de sus ranchos. La idea que se pueda llenar una partida de nacimiento dentro de una de estas casas es simplemente fantasiosa.
Omil jugaba con el Wichita en 2007 cuando su hermano firmó un contrato con los Gigantes de San Francisco que incluía un bono por $350,000. No se compara con los $3.15 millones que Sanó recibió de los Mellizos dos años después, pero fue suficiente para colocarlo entre los 20 mayores bonos de firmas internacionales de ese año. Cuando llegamos, Angel Joseph llena el marco de la puerta de la cabaña de dos habitaciones de su familia. Ahora con 27 años de edad, mide 1.86m y con una musculosa contextura de 78 kg. A su lado, en el muro desnudo está el tallado de una sirena. "Fui un pelotero completo", dice de forma tranquila. "Bateaba bien. Corría bien. Jugaba al jardín central".
En ese momento, Angel era comparado con Alfonso Soriano. Bateaba con ambas manos, tuvo poder del lado derecho y un elegante swing en el izquierdo. "De todos los jardineros que vimos, él estaba entre los tres primeros en cuanto a tener herramientas muy bien definidas", dijo Rick Ragazzo, quien manejaba la división de cazatalentos internacionales de los Gigantes, luego de su firma.
Sin embargo, al contrario de su hermano, Angel Joseph no tenía partida de nacimiento. No habia motivo por el cual un hermano la tuviera y el otro no, excepto por la casualidad: quien podía estar pasando esa mañana, quizás, o lo agresivos que fueron sus padres en llenar alguna planilla. "Básicamente, no tenía documentos", dijo Angel. "Ninguno. Buscamos y buscamos alguna forma de conseguirlos, pero no los teníamos. No es que se extraviaron. Nunca los tuve".
Al final, su contrato con los Gigantes fue anulado. Al momento de contar su historia, Angel llega a un punto en el cual queda sin palabras. Onil continúa y retoma el hilo de la conversación. "Siguió jugando frente a cazatalentos", dijo. "Esperó durante años tener otra oportunidad. Seguía diciendo que creía que todo funcionaría. Podía jugar".
Varios años después, un cazatalentos de los Indios le ofreció un contrato. Debido a que Angel estaba mayor y no había mejorado al mismo ritmo que pudo tener con competencia y entrenamiento profesional, la oferta fue de $100,000. Una vez más, se le pidió probar su identidad. Con el dinero que Onil había ganado, la familia contrató un abogado. "No ayudó", dijo Onil.
Angel estaba en la primera mitad de su segunda década de vida. "Seguí jugando, seguí intentando", dijo. Un scout de los Rays se acercó y dijo que creía poder resolver el problema. Tenían un abogado listo, según el indicaba, para esas circunstancias. "Vino a verme, trató de conseguirme una visa", dijo Angel. Pero eso falló también.
Angel vive en la cabaña con cinco otros miembros de la famiia. Es el pastor de una iglesia local y, ya cerca de los 30 años de edad, tiene cierto parecido con Lorenzo Cain. Pero ya no es más un center fielder. "Dejé de jugar", dice. "Perdí la ambición. Mi vida es diferente". Su mirada se pierde en el camino. "Seguro, pude haber jugado en las Mayores", dice. "Me comparaban con Félix Pie".
Ambos hermanos se quedan callados, mientras los truenos suenan alrededor. Una mujer grita algo en Creole a dos niños que juegan en la calle. Angel baja su cabeza para poder cruzar la puerta y mira al cielo. La lluvia viene de nuevo.
EN EL MOMENTO EN EL CUAL los hermanos Joseph estaban tratando de dejar la isla, cada equipo tenía su propia forma de verificar las identidades de los jugadores que quería firmar. El Gobierno de Estados Unidos había reforzado las restricciones para las visas luego de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, por lo cual alguna forma de identificación válida se hizo más importante. Sin embargo, los peloteros aún podían salirse con la suya, especialmente si eran de alta calidad. "Se necesitaba hacer algo", dice Kim Ng, la Vicepresidente senior de MLB responsable por asuntos internacionales.
Mientras Onil me lleva de vuelta a San Pedro de Macoris, sitio en el cual iré a ver un juego de la Liga Profesional Dominicana esa noche, no puedo evitar pensar que podría ver jugar a su hermano. En vez e ello, estábamos planificando en reunirnos con otro jugador conocido por Onil, Calixte. El ex miembro del sistema de Ligas Menores de los Reales se había unido al equipo de liga invernal Estrellas Orientales a principios de semana. Su historia es similar a la de Angel. Sin embargo, después de un misterioso viaje a Haití hecho por su padre, su fortuna viró a una dirección distinta.
Nos detuvimos en el estadio, pintado con limpios tonos verdes y blancos. El cielo muestra nubes perforadas por hebras de luz. El estadio es pequeño, parece algo salido de la Texas League, excepto con la oferta de arroz y cerdo en los puestos de comida. Un fuerte sonido emana de una jaula de bateo hacia la línea de primera base. Ese es Calixte, quien trata de poner su bateo nuevamente en forma con prácticas extras.
Cuando Calixte firmó un contrato con Kansas City en 2010, el camino a las Grandes Ligas se estaba haciendo más estrecho para los haitianos. Pudo llegar lejos, pero por muy poco margen. Ahora con 25 años, jugó con el Omaha Triple-A y el Northwest Arkansas de Doble-A la temporada pasada. El 7 de noviembre fue declarado como agente libre. Cuatro días después, pactó un contrato de Ligas Menores con los Gigantes de San Francisco. Es probable que esta temporada esté en Grandes Ligas, dice un ejecutivo de los Gigantes. Esta noche, así lo parece, conectando cuatro hits.
Al día siguiente, llega a un centro comercial en su ciudad de Santo Domingo. Maneja una Toyota 4Runner blanca, el único regalo que se dio cuando firmó con los Reales. Mientras paseamos en la camioneta, me cuenta lo que significa ser Haitíano en un país que a la vez es sumamente familiar y completamente extraño. Nació y creció en el corazón de la ciudad, aún así cuenta con un pasaporte Haitíano y una cédula de identidad dominicana que lo identifica como ciudadano Haitíano. "Nadie me dice nada porque hablo español", dice. "Pero muchos haitianos aquí no lo dominan. He ahí el por qué los peloteros no quieren salir y decir 'Soy Haitíano', incluso si nacieron aquí y sus padres nacieron aquí también. No quieren tener que lidiar con todo eso".
El padre de Calixte, Dieudonne, llegó legalmente a la República Dominicana en 1977. Una vez allí, se quedó y tuvo varios hijos. En una ocasión, uno de ellos trató de jugar béisbol profesional. Tenía 18 años pero sabía que tendría mejores oportunidades si fuese más joven. Por ende, adoptó la identidad de su hermano menor, Orlando, quien tenía 15 años.
Si el falso Orlando Calixte hubiese tenido suficiente calidad, la farsa habría funcionado. Pero no la tenía. Sin embargo, el hermano menor, el que nació bajo el nombre de Orlando Pierre Paul Calixte el 3 de febrero de 1992, era mejor: bateador de líneas consumado y campocorto confiable con un gran brazo. Los Medias Rojas planificaron ofrecerle un contrato cuando cumplió 16 años en 2008. Un ejecutivo involucrado en las negociaciones recuerda una cifra similar a $3 millones. Otro dice que se habló de $2 millones. "Pero tenía un problema", dice Calixte.
Antes que los Medias Rojas lo firmaran, querían investigarlo. "Querían asegurarse que era mi nombre verdadero, y mi edad verdadera", dice. "Que todo lo que decía era correcto". En el caso de Calixte, no lo era. "Puse que mi nombre era Wilson Calixte", afirma, "porque mi hermano ya había usado Orlando". Los Medias Rojas no entendían la razón detrás de la discrepancia o el por qué una familia tendría dos hijos y le pondría a ambos el nombre Orlando, pero ellos olían que había problemas. Retiraron la oferta.
Consternado, Calixte admitió a MLB que su hermano había mentido. Fue a buscar su partida de nacimiento como prueba, pero descubrió que el gobierno local no se la otorgaría. "Me dijeron, 'no podemos darte una porque tanto tu madre como tu padre son de Haití'", dice. Calixte pasó mas de un año en limbo.
Los Reales evaluaron a Calixte. Le creyeron su historia. Lo más importante, quizás, es que gustaban de su bateo y la forma como se manejaba en el campocorto. Tenían esperanzas de verlo jugar en Kansas City. Pero necesitaba esa hoja de papel, esa prueba de vida, para poderlo llevar hasta allá.
Calixte acababa de cumplir 18 años cuando los Reales le ofreceron $1.3 millones a principios de 2010, siempre y cuando pudiese entregarles una partida de nacimiento. Pasaron los meses. Eventualmente, dice, su padre manejó desde Santo Domingo hasta Puerto Príncipe, la capital de Haití. Cuando conocí a Dieudonne Calixte, me contó una historia que incluía funcionarios y oficinas, reuniones e investigaciones y me dejó entendiendo menos que cuando comenzó a contarme. De alguna forma, pudo regresar con un documento. Su hijo pudo firmar pero a un menor precio. "Acordamos una cifra", indica René Francisco, quien dirige las operaciones internacionales de los Reales. "Pero terminamos dándole un poquito menos porque su trámite duró mucho tiempo".
Ese agosto, Calixte firmó oficialmente con los Reales por $1 millón. Los meses de inercia forzada le costaron $300,000. Los dos años previos le costaron casi $2 millones más. "Mi hermano se disculpó", dice ahora.
Cualquier otro atraso hubiese sido desastroso. La firma de Calixte se produjo en el preciso instante que MLB comenzó a implementar una nueva política para verificar identidades. El Comisionado Bud Selig designó un Comité para buscar soluciones al cada vez más ubicuo fraude con las edades, y una de las recomendaciones principales que hizo fue establecer una mayor presencia en la isla. Sandy Alderson, quien estuvo manejando la gerencia de los Padres hasta 2009 cuando la franquicia fue vendida, fue el jefe de dicho comité. Acordó en comandar los nuevos esfuerzos.
El graduado en leyes en Harvard y hombre con una carrera hecha en el mundo del béisbol llegó a Quisqueya a principios de 2010 y se quedó allí alrededor de 10 meses antes de convertirse en el nuevo Gerente General de los Mets. Puso en práctica medidas que, a pesar de lo controversial que fueron por lo invasivas que pueden ser, han sido efectivas para combatir los fraudes. Los prospectos principales fueron obligados a registrarse con MLB y aceptar que su edad e identidad fuesen objeto de investigación. Si las pesquisas no concluyeran con suficientes evidencias, el próximo paso podría ser una prueba de ADN para confirmar los lazos parentales. "Lo que en 2000 era el fraude extendido se ha aminorado muchísimo", dice Alderson.
Pero ese éxito, Alderson reconoce, vino a un precio para los dominico-haitianos. "No diría que hubo la intención de dejar a un grupo específico de personas fuera de las vetajas de ese proceso", afirma. "Pero esencialmente, eso fue lo que ocurrió".
Ahora pocos buscones, los entrenadores/agentes que preparan a los talentosos adolescentes dominicanos para que sean vistos por los scouts, se atreverían a probar suerte con jovencitos con pocas esperanzas de tener un contrato validado, y más aún, que no cumplan con los requisitos para obtener una visa de Estados Unidos. "Todos aquí están sensibilizados en el tema", dice Ng, la VP senior de MLB. "Para los haitianos, está ocurriendo antes que a todos los demás porque se conoce que no pueden obtener documentación".
MLB no tiene planes de atender este problema.
LUEGO DE PASAR prácticamente una semana en la isla, tengo claro que la política de MLB ha coincidido con la reciente supresión del gobierno dominicano para así crear una situación casi imposible de superar.
En 2013, la Corte Constitucional de la República Dominicana dictaminó que los niños nacidos de padres indocumentados en el país desde 1929 (el año en el cual Haití y la República Dominicana formalizaron sus fronteras) nunca han tenido derecho a la ciudadanía. El gobierno fijó la fecha tope del 17 de junio de 2015, para que esas personas ahora catalogadas como extranjeros, abandonaran el país por sus propios medios o se registraran con las autoridades. Amnistía Internacional ha indicado la existencia de puestos de chequeo en las calles de las ciudades. Han habido reportes de violencia y hasta linchamientos. Aparte de las decenas de miles que han sido deportados (nadie sabe con exactitud cuántas personas) miles han abandonado a 'motu propio'.
Con tanta agitación, el béisbol puede estar en segundo plano. Aún así, el deporte ofrece una esperanza en lo económico para los haitianos-dominicanos. Desde la sentencia de 2013, hay aún mayor temor de registrarse con las autoridades. La documentación también se ha hecho más dificil de obtener.
Hay una ironía en todo esto: el béisbol fue introducido en República Dominicana a finales del siglo 19 por obreros cubanos que escaparon de la guerra en su país para cosechar la caña de azúcar, como hacen ahora los haitianos. Gradualmente, el beisbol se convirtió en parte e la cultura. Ahora define a este país quizás mejor que cualquier otro aspecto de la vida dominicana.
Me quedan un par de días en el país, y me dirijo a Boca Chica, en mitad del camino entre Santo Domingo y San Pedro de Macoris para encontrarme con el buscón J.D. Ozuna. Es uno de los pocos que aún se atreven a buscar oportunidades con los haitianos. Lo encuentro sentado dentro de la oficina del bufete jurídico de su madre, Guzmán Peña y Asociados, frustrado con el mal tiempo. El edificio de dos pisos está ubicado directamente detrás del home plate del campo de béisbol en el cual Ozuna tiene su propia academia. Fuera de la puerta de la oficina hay una cerca detrás del plato, un infield de tierra y grama casi convertida en hierba por los lados del outfield.
Ozuna se gana la vida entrenando a jugadores con oportunidad de firmar con una organización de Grandes Ligas. La palabra "buscón" es un neologismo, formado del verbo "buscar". Ozuna puede recibir una pista de un entrenador con respecto a un joven pelotero. Quizás le ofrecerá un puesto en su academia. Si es así, el entrenador esperará una retribución.
Ozuna proveerá equipos, entrenamiento y competencias hasta que el pelotero sea elegible para ser firmado. A cambio, recibirá una sustanciosa parte del primer contrato. La mayoría de los buscones no negociarán más con haitianos, pero Ozuna tiene un fuerte sentido de la justicia social. Él cree que el talento vale por sí solo. "Recuerdo a Sanó", dice.
Sin embargo, tiene mucho cuidado. Los riesgos son muy altos. Si no cuentas con una partida de nacimiento, én no puede hacer nada. "Las primeras preguntas que siempre se hacen son: "¿Cuántos años tienes?" y "¿Tienes documentos?", dice. "En muchos casos, un jugador usará un nombre falso. Abrimos nuestra propia investigación para asegurarnos que el nombre es verdadero".
Ozuna me cuenta que hace más de un año se enteró de "la próxima gran superestrella dominicana": un chico de 12 años con destrezas inusuales que vivía en La Romana, cerca de la costa de San Pedro de Macoris. Un entrenador le presentó al joven campocorto, dice Ozuna, esperando un pequeño porcentaje de su primer contrato. El nombre del pelotero era Robert Puason, y tenía raíces haitíanas.
Ozuna vio jugar a Puason y no podía creer lo que veía. Antes de dejarse llevar por la emoción, contrató un investigador. "Nos tomó 30 días", dice. "Vimos que Puason era Puason. Tiene documentos, gracias a Dios. Todo perfecto".
La Romana es mejor conocida en los Estados Unidos por el famoso resort de Casa de Campo. El vecindario de la familia de Puason estaba del otro extremo, aparte de esos lujos. Su casa no tenía paredes y el piso era de tierra. "Es llamada una casa de sin" dice Ozuna, "sin" significa "sin nada". "Cuatro, cinco hermanos viviendo juntos".
Luego que empezó a trabajar con Ozuna, Puason se puso distante. Era un chico feliz, con una sonrisa graciosa. Ahora iba a sus entrenamientos y actuaba como robot. Ozuna empezó a ver que pasaba, y Puason confesó que estaba preocupado. "Mi familia no está comiendo", dijo Puason. "Mi familia solo comió una vez en dos días". Ozuna consideró que a pesar del dinero que ya había invertido en Puason, su potencial lo hacía merecedor de más. "Es un pelotero muy, muy especial", dice. Le dio a la familia de Puason dinero para alimentarse. Y los mudó a una mejor vivienda. Puso a Puason a vivir con él en Boca Chica.
La siguiente mañana, la última que pasé en el país, vuelvo al complejo de Ozuna a conocer a Puason. A los 14 años, mide 1.90m y es delgado. Batea con ferocidad. Cuando Puason tenía 10 años, indica Ozuna, ya jugaba contra ex peloteros profesionales en una liga masculina abierta en la zona rural dominicana. "Era un niño, lo ponían en el jardín derecho, y OK, jugaba", dice. "Y no tenía miedo. Los pitchers le lanzaban a 95, 96 millas por hora. Y aprendió a batear contra ese tipo de pitcheo". Al preguntársele cuánto ha progresado Puason desde que empezó a enseñarle, Ozuna se rie. "No le hemos enseñado nada", dice.
Ozuna cree que Puason ya cuenta con el tamaño y destrezas con las cuales contaba Sanó a los 16. "Si el sistema lo permitiese, lo firmarían hoy mismo", Ozuna dice. "Hay tres o cuatro equipos que le darían $4 millones, $6 millones. Pero las reglas no lo permiten. Así que hay que seguir trabajando para subir ese valor".
Ozuna se va para recoger a Puason a la escuela. Cuando regresan, las gotas de lluvia golpean el cemento. Pozos de agua se han formado en el infield. Puason se ve muy triste. Claramente, sigue siendo un niño, con una voz infantil que se rompe cuando muestra emoción. El béisbol es su pasión, me dice. Su jugador favorito es Bryce Harper, por lo que es aficionado de los Nacionales de Washington. Cuando le pregunto con qué equipos ha conversado, tímidamente me contesta, "Casi todos".
Sin embargo, a pesar de lo bueno que pueda ser a los 14 años, y sin importar cuanto guste a los scouts, no hay nada seguro en el futuro de Puason. "Tiene papeles", insiste Ozuna. Pero Sanó tenía papeles también, y el poder validar su contrato fue un proceso engorroso y precario. Y eso fue antes que MLB endureciera su presencia en Dominicana.
Aún cuando se cree estar seguro, Ozuna admite, nunca se puede estar seguro. Hasta tanto el béisbol organizado tome su decisión, luego de conducir su propia investigación. Y durante ese proceso, la carga probatoria radica en el pelotero a fin de convalidar su existencia. "Tienes que presentar un registro", explica Francisco, el ejecutivo de los Reales. "Sustentar que eres esa persona. Y esperar que el béisbol lo acepte".
Los millones de dólares que pueden recibir el pelotero y su buscón dependen en lo acucioso que haya sido algún funcionario civil a la hora de registrar el nacimiento de Puason. Si este fuese cualquier otro lugar en el mundo del béisbol, él controlaría su destino. Aquí no. Y menos como Haitíano.
Ozuna hace un gesto similar a lanzar una pelota al aire, como queriendo decir que la situación está fuera de sus manos. Todo lo que pueden hacer, me dice, es esperar.