NO HACE MUCHO TIEMPO, hacíamos fila en las entradas del estadio, entusiasmados y emocionados, vestidos con los colores de nuestro equipo y listos para festejar antes del inicio del juego. Si estábamos ansiosos, era solo esa ansiedad buena que le da vida a los deportes. En nuestro interior sabíamos muy bien que el riesgo no era de vida o muerte.
Ahora, la ansiedad es diferente. Muchos estadios y campos de juego alrededor del mundo se están usando para otros fines. Se han convertido en hospitales de campaña o sitios para hacer pruebas de coronavirus. Algunos son refugios para los desamparados. Otros se usan para alimentar a los necesitados. Y otros son morgues.
Pero sus fachadas de hormigón, canastas de baloncesto y césped verde nos recuerdan lo que tuvimos y la promesa de lo que nos espera justo al otro lado de la pandemia.
Estos son nuestros campos de juego.
norteamérica
Por primera vez en la historia de Norteamérica, se ha declarado un estado de emergencia simultáneamente en todas las provincias de Canadá y en los 50 estados, el Distrito de Columbia y casi todos los territorios de los EE. UU. Los gobernadores de todas las regiones han movilizado las unidades de la Guardia Nacional para transformar estadios, arenas y estacionamientos. Estos sitios incluyen 10 estadios de la NFL, junto con circuitos de carreras y casi 40 otras instalaciones que normalmente se usaban para partidos de baloncesto, hockey, béisbol y tenis. Hoy todos tienen una nueva función, mientras que el número de víctimas fallecidas superó los 50,000 a fines de abril.
La sargenta Donita Adams de la Guardia Nacional de Maryland camina entre las tiendas color arena del ejército alrededor del FedEx Field.
"Es algo surreal", expresa. "El FedEx Field significa mucho para nosotros como hogar de los Redskins. ...
Ahora se vive una atmósfera totalmente diferente. En vez de estar felices, divertirnos y celebrar, estamos preocupados y cautelosos".
Como todos los soldados conciudadanos de Adams, ella tiene su propia historia del motivo por el que es voluntaria en la Guardia Nacional. Luego de una exitosa carrera como jugadora de baloncesto en Glenville State College en Virginia Occidental, tenía el sueño de llegar a la WNBA. Pero no quedó seleccionada para el corte final del LA Sparks. "Eso me dolió", confesó. "Pero me tuve que recuperar y buscar otro camino. Y lo logré".
Como parte de la Guardia Nacional, encontró la forma de ser entrenadora de baloncesto en su vida civil y una atleta de primer nivel en su uniforme militar. Adams es parte del equipo femenino del Ejército de los EE. UU. que ganó el oro contra los equipos de otras divisiones militares, y fue una de las 12 jugadoras elegidas para representar a los EE. UU. en los Juegos Mundiales Militares en Wuhan, China, el octubre pasado. Semanas después de que el equipo ganara el bronce, llegó la noticia sobre el brote de un nuevo virus.
En estos momentos, en vez de prepararse para una nueva temporada, Adams se encuentra entre los miembros de la Guardia Nacional que cumplen el rol de personal en el sitio de pruebas de coronavirus en las afueras del FedEx, donde se han diagnosticado a más de 800 personas en tres semanas. "En un mes estaría en el campo de entrenamiento [de baloncesto]", afirmó. "Pero al mismo tiempo, entendemos que esto sobrepasa nuestros intereses. Estamos sacrificando todo para asegurarnos de que las personas se encuentren bien". —Tisha Thompson
Una gran cantidad de tiendas blancas ahora cubren el campo de juego del estadio Pacaembu de São Paulo, donde un hospital de campaña temporal alberga pacientes con COVID-19 en la ciudad más poblada de Brasil. Los médicos allí presentes, y en toda Latinoamérica, están empezando a ver un incremento en las enfermedades relacionadas, como la neumonía. "La cantidad de pruebas que se hacen por el coronavirus es mínima", dijo la Dra. Kelly Henning, médica y epidemióloga del programa de salud pública Bloomberg Philanthropies. "Existe una gran preocupación de que este brote se esté expandiendo de forma silenciosa". Las autoridades están comenzando a convertir las instalaciones deportivas, incluida la plaza de toros más antigua de América, para tener refuerzos cuando llegue la ola.
El estadio Pacaembu se encuentra entre los estadios más icónicos del fútbol brasileño. Fue el escenario de seis partidos durante la Copa del Mundo de 1950 y 127 goles de Pelé. Pero esta primavera, en tan solo 11 días, se transformó en un hospital de 200 camas.
"Cuando vi la imagen del campo consumido por tiendas blancas, fue muy duro", dijo Edson Tadeu da Silva, anunciador del estadio en los últimos diez años. "El estadio es un lugar para divertirse. De repente, se convierte en un lugar de dolor, de muerte".
El campo de 80 años de antigüedad se encuentra en São Paulo, una metrópolis donde viven más de 12 millones personas y ahora es el epicentro de la crisis de coronavirus en Brasil. Ante el temor de que los hospitales tradicionales colapsaran, las autoridades buscaron lugares para la atención de emergencia y eligieron el Pacaembu por su ubicación central. El campo de juego ahora es el hogar de 10 salas hospitalarias y 200 camas, la mitad ocupadas.
Entre los 250 trabajadores de la construcción, se encuentra Flávio Alves da Silva, de 46 años, que soñaba con ser jugador de fútbol profesional y jugar en el Pacaembu. Con esta iniciativa, finalmente lo logró: "Me siento como un héroe, como un ganador". —Rafael Valente y Paulo Cobos
Europa
En uno de los continentes más golpeados por la COVID-19 hasta el momento, los hospitales de campaña se encuentran en el territorio que normalmente ocupaban los mundialmente conocidos jugadores de la Premier League y la Bundesliga; también están ubicados en canchas de baloncesto, campos de rugby e, incluso, canchas de bádminton. En las pistas sobre hielo cubiertas, se han construido morgues de emergencia para ubicar a algunos de los más de 100,000 fallecidos.
Lee Marchant es un admirador del Southampton FC y su trabajo habitual consistía en arreglar espacios temporales para los eventos deportivos de primera en el Reino Unido. Luego de la llegada del coronavirus, su trabajo cambió y ahora consiste en arreglar el techo térmico de una morgue temporal en el este de Londres.
"Cuando lo ves con tus propios ojos... ahí estaba el andamio, listo para guardar féretros", dijo Marchant, 37. "Fue algo muy real. No creo que la gente se dé cuenta de la gravedad de la situación".
Actualmente, está trabajando en un hospital de campaña en el Principality Stadium en Cardiff, Gales, un estadio con capacidad para 74 500 espectadores. El hospital temporal Dragon's Heart Hospital tiene camas esparcidas por el inmenso campo del estadio. Marchant ayudó a colocar 150 000 pies cuadrados de madera prensada. Arriba, se encuentran los pacientes en recuperación en habitaciones ejecutivas adaptadas.
Marchant comentó que no estaba seguro de si debía aceptar el trabajo. Su tío estuvo en terapia intensiva con COVID-19, y él tiene un hijo de 18 meses, Theo, en Southampton.
"Lo que me llevó a aceptar este trabajo es que sé que estoy ayudando; de otra forma, me hubiera mantenido bien lejos", expresó. "Es un gran riesgo... pero cada uno colabora con su parte. Así debe ser. Estoy colaborando para que en el futuro pueda mostrárselo a mi hijo y decirle que estuve orgulloso de haber trabajado para esto". —Tom Hamilton
África
Al igual que en Sudamérica, África todavía no ha sufrido toda la furia del coronavirus. La Dra. Amanda McClelland, una experta en salud pública de la organización sin fines de lucro Resolve to Save Lives, opina que esto se debe, en parte, a la lección que aprendieron del virus del ébola. "Hemos visto algunas innovaciones muy buenas en la respuesta de África debido a esta experiencia", expresó McClelland. Por ejemplo, cuando las autoridades de Ghana se enteraron sobre el coronavirus, dispusieron que 750 personas que se encontraban en el exterior hicieran cuarentena al regresar. Luego se confirmaron que más de 100 tenían COVID-19. El equipo de McClelland ha construido instalaciones para los tratamientos de emergencia y ayudado a los gobiernos africanos a realizar planificaciones relacionadas con brotes como este desde hace 16 años. "Colocar centros de tratamiento para la COVID-19 en las estadios deportivos es una situación de última instancia", comentó. "Muchos países africanos ya tienen unidades de tratamiento para el ébola". En cambio, los estadios y campos de juego se están utilizando para las personas con mayor riesgo: los desamparados.
En 1903, la familia de Lucky Manna inauguró el Arcadia Shepherds FC, el primer club de fútbol totalmente profesional en Sudáfrica. "Fuimos el primer club que desafió al gobierno y contrató jugadores de color", comentó Manna, dueño y gerente general del equipo. Cuando comenzó la pandemia, el equipo estaba en negociaciones con funcionarios locales para transformar el estadio Caledonian, ubicado en la ciudad capital de Pretoria, en un "estadio de fútbol de primera clase".
En lugar de eso, se convirtió en un refugio para desamparados durante el aislamiento nacional. Allí se alojaron unas 2000 personas, dijo Manna, sin medidas de higiene suficientes ni agua fresca. "Esto generó un gran problema", comentó. No había suficiente comida y las tiendas no eran adecuadas para la lluvia, lo que provocó que las personas se amontonaran en los puestos.
Manna contó que se robaron los postes de la meta para venderlos como chatarra y que "las instalaciones quedaron destruidas". Los funcionarios del gobierno, que no respondieron a las preguntas de ESPN, trasladaron eventualmente a la mayoría de las personas. Ubicaron a unas 500 personas en el estadio de rugby del este de Pretoria. "Les llevo comida cada tres días más o menos a los que quedaron atrás", dijo Manna. "Hay alrededor de 11 personas que siguen viviendo en el club de forma ilegal, pero no hay nada que se pueda hacer". —Tisha Thompson
Asia y Australia
Las medidas de distanciamiento social y el cumplimiento con las órdenes de confinamiento le han ayudado a Australia y a otras naciones del Pacífico a evitar hospitalizaciones y muertes exorbitantes por el coronavirus. Los estadios deportivos en Australia se están usando como centros de comando policial y para distribuir alimentos a los necesitados. La situación es mucho más terrible en Asia, ya que el virus ha cobrado miles de víctimas en países como India, Irán, Turquía y en Medio Oriente. El uso de instalaciones deportivas como centros de respuesta a la COVID-19 comenzó en China, luego de que se confirmaran los primeros casos en el mundo que aparecieron en enero en Wuhan. Desde entonces, el virus se ha esparcido a más de 210 países y ha infectado, como mínimo, a 2,3 millones de personas, según la Organización Mundial de la Salud.
Esta no es la forma en que Peter Wright se imaginaba llegar al Metricon Stadium de Australia un viernes de otoño por la tarde.
El jugador de fútbol australiano, ágil y atlético con sus dos metros de estatura, normalmente llegaría al campo de Gold Coast Suns con el bolso del equipo en mano. Pero, al igual que todas las ligas alrededor del mundo, la Liga de Fútbol Australiano (AFL) se ha suspendido y el Metricon se está utilizando como un centro de distribución de alimentos.
Wright, junto con sus compañeros de equipo, Touk Miller y Lachie Weller, se ofrecieron como voluntarios para llevar comida a las personas que están aisladas debido a la COVID-19. Wright y Miller, normalmente un dúo imprescindible en las jugadas defensivas, se unieron para llevar comida a los adultos mayores miembros del club.
"Simplemente manejamos hasta sus casas desde el estadio y les dejamos la comida en la entrada, luego conversamos amablemente sobre lo que están haciendo durante el aislamiento", comentó Wright. "Es un mundo muy diferente a lo que era hace unos meses atrás... pero supongo que debes adaptarte y dar lo mejor en cada situación". —Matt Walsh