Cuando Shohei Ohtani ponchó a su compañero de equipo de los Angelinos de Los Ángeles, Mike Trout, para cerrar el Clásico Mundial de Béisbol, fue un momento icónico del béisbol y una manifestación plena de todos los intangibles que Ohtani tiene: la seguridad en sí mismo, el deseo de dominar a los más grandes jugadores. Es un showman nato, su amplia sonrisa contradice una confianza competitiva bien ganada. Y como dijo el manager Phil Nevin en una conversación a principios de este año: "Quiere ser mejor en todo que nadie".
El miércoles por la noche, los Angelinos anunciaron que Ohtani no lanzará por el resto de la temporada, luego de sufrir un desgarro en el codo derecho de la UCL. Perder a Ohtani por el resto de la temporada de béisbol es desafortunado para los fanáticos. Pero para los muchos equipos que esperan la próxima agencia libre de Ohtani, es aún peor.