David Ross sería el primero en recordarte que fue fundamentalmente un suplente durante su carrera de 15 años en las Grandes Ligas, contando solo dos temporadas en las que jugó la mitad de los partidos de su equipo. Pero él tenía la reputación de mantenerse involucrado en el juego y con sus compañeros de equipo, incluso en los días en que no jugaba, compartiendo toda la energía y positividad que podía reunir.
Ese intangible de mantener el compromiso emocional durante esta extraña temporada sin fanáticos en las gradas se siente como una ventaja tangible, tal vez no tan importante como un bullpen dominante o el poder ofensivo o la eficiencia defensiva, pero sí en algún lugar cercano. Y los Chicago Cubs de Ross se han distinguido entre los demás equipos por este tipo de cosas en 2020, con Anthony Rizzo, Javier Báez, Jason Kipnis y Steven Souza Jr. manteniéndose activos día tras día --así como hace un equipo de secundaria o un equipo de softbol universitario que reaccionan ruidosamente-- cuando un bateador de los Cubs le pega bien a la bola, se proteje ante un lanzamiento extremadamente difícil o llega quieto a una base.
"Los Cubs se han destacado", dijo un miembro del personal de la Liga Americana. "Tienen vítores personalizados para cada bateador, golpean las paredes o la parte superior del dugout en Wrigley y cantan. Genial hasta en un estadio vacío. Probablemente soy el tipo equivocado a quien preguntar por ser 'viejo' y de la 'vieja escuela'. Si creen que los mejora o les da una ventaja, háganlo".