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La paliza de Georgia sobre TCU confirma que aún hay distancias insalvables en la NCAA

No hay rival para la SEC en la era del College Football Playoff, y las cosas no mejorarán con la expansión a 12 equipos

Al más alto nivel del fútbol americano colegial, no hay lugar para las Cenicientas.

Georgia aniquiló con facilidad a TCU en el Juego de Campeonato Nacional del College Football Playoff por la noche de este lunes en el SoFi Stadium para dejar de manifiesto que todavía hay distancias insalvables en el deporte colegial.

No, no es culpa de los jugadores de TCU, ni tampoco del head coach Sonny Dykes. No es que los Horned Frogs llegaron sin la preparación suficiente al partido, y la derrota no puede adjudicarse a la simple falta de ejecución.

No solamente los 22 titulares, línea por línea de ofensiva y defensiva, de Georgia fueron marcadamente superiores como conjunto a TCU, sino que es enteramente probable que los siguientes 22 jugadores en el orden de plantilla de plantilla de los Bulldogs también fueran superiores a los titulares de los Horned Frogs. Así de profundo es el reclutamiento de Georgia, y es parte de la razón por la que repiten como campeones un año después de despedirse de cinco jugadores en la primera ronda del draft, y 15 en total a lo largo de siete rondas.

Los Bulldogs cubrieron, sin ayuda de TCU y con reservas sobre el campo de juego, el over del partido en las líneas de apuesta, y no creo que esa haya sido la intención del comité seleccionador del CFP, como tampoco los asientos que se comenzaron a vaciar en la segunda mitad, cuando todavía faltaba mucho tiempo en el reloj de juego.

Y, ¿qué creen? Georgia volverá a estar en la pelea por el título del año que viene.

La escandalosa derrota de TCU se debe a que simple y llanamente no tienen el talento para competir sobre el mismo emparrillado que los ahora bicampeones Bulldogs, y la organización del CFP tiene parcialmente la culpa de la humillación de esta noche en Los Angeles, por vender la idea de que todo puede pasar en un formato de eliminación directa.

Claro, los Horned Frogs "se ganaron" su boleto a esta final, sorprendiendo a Michigan en la semifinal. Pero, a esos partidos se les llama "sorpresa" por esa misma razón. Si los Horned Frogs jugaran 10 veces contra esos Wolverines, dudo que ganen más de dos veces. Después de eso, catapultarlos a la trampa para ser devorados por los Bulldogs se siente como injusto para Max Duggan y compañía.

No, tampoco estamos minimizando el título de Georgia. Los Bulldogs fueron el mejor equipo en la temporada, de principio a fin, y lo de hoy fue una confirmación de ello, si bien ocurrió ante un rival que no ofreció mayor resistencia. Otros oponentes hubieran dado más pelea, pero sin garantía de destronar al campeón.

La inevitable expansión de la siembra del College Football Playoff a 12 equipos a partir del 2024 no va a resolver este problema, sino lo va a acrecentar. Equipos como TCU que logren la anuencia del comité seleccionador gracias a una buena temporada regular tendrán que sortear, probablemente, a dos o tres equipos de la SEC para poder aspirar a volver a aparecer en una final.

Eso no va a suceder. En cambio, prepárense para ver más finales entre programas de la SEC, cuando Alabama y LSU se recuperen de temporadas a la baja, cuando Tennessee y Florida mejoren en su reclutamiento. Otros como Oklahoma y USC todavía están un poco lejos de volver a los primeros planos.

¿Alguien le podrá poner un alto a los leviatanes de la SEC? Sí, ocasionalmente saltará un programa como Clemson, Ohio State, Michigan, capaz de competir contra ellos, hilando dos o tres camadas de reclutas de élite consecutivas. Pero, como conferencia, la Big Ten y la ACC se mantendrán un paso atrás de la SEC.

Hacia ese futuro inmediato vamos en el fútbol americano colegial, y aunque financieramente tiene sentido, deportivamente no.

¿Cuál sería la solución? Bueno, tenemos una propuesta. Para comenzar, hace falta trabajar hacia una mayor uniformidad de calendarios. Pero, para llegar allí, habría que comenzar con una reducción de programas en el FBS, camino inverso al que se ha recorrido en los años recientes, con más y más programas escalando divisiones.

Sin embargo, una FBS con 40 o 50 programas, en vez de 131, ayudaría a medir de mejor manera los récords de cada equipo, con la comparación de los inevitables duelos contra rivales en común. ¿Cuántos equipos de la SEC hubiera podido vencer TCU en la campaña regular?

Desde luego, la solución propuesta se antoja imposible en un panorama donde se prioriza monetizar el deporte con más partidos fuera de las sedes universitarias y en estadios de NFL.

Mientras se siga pensando en crecer en cantidad, y no cuidar la calidad, habrá más TCUs víctimas de Georgias en las ediciones futuras del College Football Playoff, particularmente después de la expansión.