En las carreras de caballos dos estilos predominan. Uno es el de los punteros, aquellos cuacos que tratan de ganar la carrera como se dice “de punta a punta”, y otro el de los que se les denomina cerradores. Esos que aguantan hasta el final y que terminan la carrera a su mayor velocidad. La NFL no es diferente. Seguido tenemos equipos que dominan de principio a fin. Carolina y New England fueron un ejemplos la temporada pasada. Y también aquellos que parecen no ser contendientes, pero que en un momento toman su paso, entran en ritmo para calificar a la postemporada y terminan ganando el campeonato. Denver fue un equipo cerrador.
No existe alguna regla que determine cuál opción es mejor y hemos tenido campeones punteros y cerradores.
En lo personal, apuesto más por esos equipos que cierran fuerte porque se ven en momentos difíciles y se ven forzados a superar la adversidad. Esto forja fortaleza mental que es lo que marca la diferencia en la olla de presión que son los playoffs de la NFL.
Dos equipos han llamada la atención en las últimas dos semanas: Detroit y Miami podrían ser de los “cerradores”. Ambos vencieron recientemente a rivales con marca ganadora. Detroit le quitó lo invicto a Philadelphia y le rompió la racha de cuatro victorias a Washington. Miami sorprendió a Pittsburgh y también rompió otra racha de victorias de Buffalo.
En el caso de Detroit, sus últimas tres victorias fueron de tono dramático con series ofensivas ganadoras en el último cuarto por parte de Matthew Stafford, dos que culminaron en gol de campo contra Philadelphia y Los Ángeles, y otra con un pase de TD exquisito a Anquan Boldin para vencer a Washington. El éxito de Detroit se debe principalmente a Stafford. Sólo Tom Brady y Matt Ryan tienen índice de QB más alto. Su debilidad había sido forzar pases a receptores cubiertos (ie. Megatrón). Esta temporada cuatro receptores tienen 26 o más pases completados. Calvin Johnson fue un fuera de serie, pero al igual que sucedió con Brett Favre cuando se retiró Sterling Sharpe, Stafford as ahora mejor QB.
Miami es otro desde que su línea ofensiva la conforman Branden Albert, Laremy Tunsil, Mike Pouncey, Jermon Bushrod y Ja’Wuan James. Cuatro de estos cinco jugadores fueron primeras selecciones, y Bushrod fue titular como tackle izquierdo en el Super Bowl XLIV cuando New Orleans derrotó a Indianapolis. Había mencionado a Tennessee como la segunda mejor línea ofensiva de la NFL después de la de Dallas. Ahora hay que incluir a la de Miami en el debate. Dos partidos no son, como dirían los profesores de estadística, una muestra representativa pero es un buen comienzo. En esos dos juegos, Jay Ajayi, quien ni siquiera fue activado la primer semana de la temporada, ha superado las 200 yardas, algo que sólo habían hecho tres jugadores en la historia de la NFL: O.J. Simpson, Earl Campbell y Ricky Williams. En esos dos juegos, Ryan Tannehill fue capturado una sola vez en total y su índice fue superior a 97. Los milagros que puede hacer una línea ofensiva estelar.
¿Cuáles son las expectativas para estos equipos? Tener esperanzas. Ambos juegan en divisiones en donde radican los mejores equipos en este momento de sus respectivas conferencias: Minnesota de la Nacional y New England de la Americana. Ambos carecen de buenas defensivas. En este momento los dos quedarían fuera de los playoffs por márgenes mínimos, pero el hecho de que se estén metiendo en la pelea es digno de elogio. En la Semana 8, Detroit visita a Houston y Miami, desafortunadamente para ellos, descansa. Las semanas libres sirven para que equipos se recuperen y hagan ajustes, pero son inoportunas cuando para un equipo que está en buena racha.
Hablando de Minnesota, fueron el último equipo de la NFL en perder lo invicto. Philadelphia reveló sus puntos débiles: la línea ofensiva y el pobre ataque terrestre. A Sam Bradford le tocó regresar a Philadelphia en donde conocen sus puntos fuertes y debilidades y le pegaron con tubo. Fue totalmente inefectivo al sufrir seis capturas, tener cuatro balones sueltos de los cuales perdió dos. Minnesota no ha cambiado. Es el mismo equipo que empezó 5-0. No tienen una ofensiva que intimide, por lo menos hasta que regrese Adrian Peterson. Habían ganado con defensiva y equipos especiales. Contra Philadelphia, la defensiva hizo acto de presencia, pero los equipos especiales dejaron mucho que desear permitiendo un regreso de kickoff para TD y entregando un balón en un regreso de despeje.
Pittsburgh tuvo una excelente oportunidad de vencer a los Pats a pesar de jugar sin varios jugadores clave. El de más peso, obviamente, fue Ben Roethlisberger. Landry Jones es un QB mediocre. Cometió errores mentales en la toma de decisiones y en la manera de lanzar varios pases. No sorprendería que Zack Mettenberger lo reemplace tan pronto tenga mejor dominio del esquema ofensivo. Jones tuvo sus momentos, pero un pase de TD fue anulado por castigo de sujetando del tackle derecho Chris Hubbard, quien jugó en lugar del lesionado Marcus Gilbert. Dos jugadas después, Chris Boswell pudo descontar la ventaja de los Pats de 7 puntos, pero falló un gol de campo de 42 yardas.
New England aprovechó la ausencia de Cam Heyward, y que Ryan Shazier no está todavía completamente recuperado, para acumular 140 yardas por tierra y dos TDs. En el caso de Pittsburgh, veo el vaso medio lleno en lugar de medio vacío. Big Ben va a regresar, como lo ha hecho en las últimas temporadas, y también Heyward y Gilbert. La ofensiva volverá a ser la mejor de la NFL y la defensiva va a dar lo suficiente. Todavía los considero para finalistas en la conferencia.
Finalmente, vaya debacle de pateadores el domingo por la noche. En un partido que en realidad disfruté porque me gustan los duelos defensivos, tanto Chris Catanzaro como Steven Hauschka fallaron intentos de 24 y 28 yardas respectivamente en tiempo extra. Siempre he dicho que no existen goles de campo fáciles, pero un profesional tiene que cumplir con su trabajo (#DoYourJob). Todos los que hemos sido pateadores hemos fallado intentos para ganar partidos, unos más que otros. En mi caso, fui responsable de una derrota debido a un gol de campo fallado en nueve años. Fue en la segunda jornada de la temporada 1987 contra Dallas. El intento fue de 47 yardas en contra del viento del viejo estadio Meadowlands. Después del partido hice un análisis de mi participación y llegué a la conclusión de que no podría haber hecho nada diferente.
En el caso de Catanzaro y Hauschka, ambas patadas fueron calcetinazos inexcusables. Hauschka tiene cierto “capital” ahorrado con Pete Carroll por su gran desempeño en las dos temporadas que llegaron al Super Bowl. Catanzaro no lo tiene. Es responsable de que los Cardenales no tengan dos victorias más, algo que en este momento les está constando al equipo la clasificación. La razón por la que no lo han despedido es porque no hay pateadores de buen nivel disponibles para que tomen su lugar. Algo similar ocurre con Blair Walsh de Minnesota quien parece todavía sufrir la cruda de los playoffs de la temporada pasada. Ha fallado tres goles de campo y dos puntos extra.
Tanto Minnesota como Arizona son equipos de primer nivel y serios candidatos a llegar al Super Bowl. Ambos carecen de un pateador confiable. Los Gigantes de New York acaban de despedir a Josh Brown por haber abusado a su esposa, física, verbal y emocionalmente. Conozco a Josh, y conmigo siempre fue una gran persona, por lo que es duro escribir estas palabras. Sus actos fueron deplorables y merecen que le hayan costado su puesto con los Gigantes y posiblemente su carrera. Dice estar en rehabilitación para ser mejor persona y mejor padre. Espero lo logre aún cuando no intente ningún gol de campo más en la NFL estando en la cúspide de su carrera.
A diferencia de Ray Rice, del cual su carrera iba en declive, Josh Brown es un pateador élite de la NFL. Minnesota y Arizona son dos contendientes para el Super Bowl con urgencia de un buen pateador. ¿Buscarán a Josh? Por la integridad de la NFL y de los ambos equipos, espero que no.