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Raúl Allegre 7y

La Ofensiva en Serie de Raúl Allegre a la conclusión de la Semana 11

Tengo sentimientos encontrados después del partido del lunes por la noche en la Ciudad de México y los días que precedieron el evento.

Hubo muchos aspectos positivos: la bienvenida a los fans de ambos equipos y del fútbol americano en general; el FanFest en Chapultepec que fue espectacular; los adornos en el Paseo de la Reforma; no tuvimos el tráfico cotidiano debido al prolongado fin de semana; los aficionados afuera del estadio antes y después del partido.

El renovado Estadio Azteca que fue espectacular. Los aspectos de tecnología que requiere un estadio de la NFL que estuvieron igual o mejor en el Coloso. Ningún recinto actual de la NFL, y aquí incluyo al estadio de los 49ers que supuestamente tiene la más alta tecnología de la liga, tiene un WIFI que funcione como el que instaló el Azteca. El personal de tecnología de ESPN midió la señal a 10 MBS. En todo momento pude recibir y mandar mensajes, algo que no he podido hacer en los últimos Super Bowls.

Un importante detalle es que no hubo disturbios serios y que los asistentes mostraron un gran respeto para ambos himnos.

Hablando de himnos, me llegó profundamente la presentación de nuestro himno y de oír y acompañar a cerca de 80,000 personas entonarlo, aun cuando el intérprete pareció omitir algunas palabras, algo que posiblemente se debió al sonido del estadio. Le doy al cantante el beneficio de la duda. Tuve que respirar hondo antes de poder reanudar mi participación en la transmisión. En ese momento reventaba de orgullo por el comportamiento de mis queridos fans mexicanos. No me duró mucho el gusto ya que no tardarían en venir situaciones molestas y penosas.

En el pasado junio publiqué una nota en este espacio haciendo alusión al comportamiento negativo de fans en un juego de la selección Mexicana en Houston durante la Copa América. Me refería al grito del "Eeeh p…", que se escucha en todos y cada uno de los partidos de fútbol de México, y acrecentado en los del Tri. Algunos lectores comentaron que era una costumbre exclusiva del fútbol y que los fans del fútbol americano no harían lo mismo.

Vaya desilusión la que sentí cuando Nick Novak dio su primer kickoff y se escuchó estruendosamente el corriente grito, confirmando lo que me temía desde junio. Hice un comentario en la transmisión indicando que esto era deplorable. Algunos fans trataron de justificarlo con mensajes argumentando que ese grito tenía sus raíces en el fútbol americano, en particular de la AFAIM de Monterrey. Cabe recalcar que en el fútbol americano se usaba "pum" y no lo que se grita ahora. Independientemente del origen, no hay nada positivo con tal grito y sólo empaña la imagen de una nación. Y no quiero leer comentarios acerca de la idiosincrasia y "picardía" del mexicano. Esto no tiene ni ingenio ni creatividad. Si este grito degeneró de una costumbre SANA del fútbol americano en Monterrey, ¿por qué no volver a su origen y cambiar el infame "p...", al original PUUUUM!!!???

Otro detalle negativo fueron los "aviones" de papel que llovieron por las gradas y llegaran a la cancha y a las bancas. Uno de ellos le pegó a un entrenador de Houston en "salva sea la parte" doblándolo del dolor. En MUCHOS estadios del mundo se entregan pancartas para hacer murales como los que vimos el lunes. Sólo en México he visto que el público las use para hacer avioncitos. Parece un acto inocente, pero puede ser peligroso y ciertamente de mala imagen.

Hubo una gota que derramó el vaso. Durante la transmisión nos percatamos que algún imbécil estaba apuntando una luz de láser a Brock Osweiler y a otros jugadores de Houston. No lo pudieron identificar porque no había suficiente personal de seguridad en las gradas. Mi hermano, que asistió al juego con su hijo, me comentó que la luz emanaba de una sección contigua a la suya, pero que no había elementos de seguridad cerca para alertarlos de lo que estaba pasando. Consejo para la NFL México y la administración del estadio: en EE.UU., hay un número de texto al cual se pueden mandar mensajes para reportar borrachos, personas agresivas y actos de violencia durante el partido. No es difícil implementarlo. En este aspecto, no hay que asumir que la persona que usó el láser era un mexicano. Hubo más de 10,000 aficionados que vinieron de fuera. Al final, sólo los resultados cuentan y esa situación penosa pasó en México y no la pudieron corregir.

El partido fue de muchas emociones, tal y como se esperaba de dos líderes de división. Houston sorprendió y tenía el partido bajo control por tres cuartos y medio, cuando una decisión controversial cambió el rumbo del partido. Antes, en la primera serie ofensiva, un TD de DeAndre Hopkins fue anulado porque el juez de línea sonó su silbato y detuvo la jugada, algo que no se puede revisar. Dean Blandino, el supervisor de oficiales, apoyó la decisión del grupo de Tony Corrente aludiendo que de haber seguido la jugada, era difícil determinar si Hopkins salió o no del terreno en la yarda 36. En esta jugada se ve el talón de Hopkins afuera del campo, pero no queda claro si el talón hace contacto o no con el césped.

La decisión controversial que mencioné antes se dio al minuto 6:31 cuando Bill O'Brien se la jugó en cuarta y 1 de la yarda 15. Todas las tomas que he visto indican que Akeem Hunt tuvo la proyección necesaria para conseguir el primero y 10, pero los árbitros decretaron que se quedó a un pelo de rana calva de conseguir otra primera oportunidad. De hecho, en la jugada anterior en tercera oportunidad, Lamar Miller consigue fácilmente el primero y 10, pero los árbitros colocaron el balón antes de la marca. A O'Brien le han llovido las críticas por no haber pateado el gol de campo y romper el empate, pero estoy de acuerdo con su decisión. Derek Carr es simplemente muy peligroso a finales de partidos. Lo demostró al final del partido cuando su equipo que jugaba mal, más lo necesitaba.

Fue su desempeño el que sacó adelante a un equipo de Raiders que quedó mucho a deber. Tuvo el apoyo de una línea ofensiva que le dio tiempo el tiempo suficiente para leer una novela de Dostoyevski. A diferencia de los tres últimos partidos, no pudieron correr con el balón. Lograron sólo 30 yardas en 20 acarreos. Carr es un QB élite. Este adjetivo es subjetivo. No existe una definición clara de lo que se necesita para ser un QB élite, pero para mí Carr lo es sin lugar a duda. Me remito a los hechos de esta temporada, en particular a las ocho victorias y a las remontadas de marcador. Tengo la seguridad que todos los equipos, quizás con la excepción de Seattle e Indianapolis, quisieran tener a Carr como su QB.

Houston expuso muchas deficiencias de los Raiders que en este momento son el primer sembrado en la Conferencia Americana. Como defender el ataque terrestre, esquemas de protección para contener a Khalik Mack y compañía, como atacar por aire y por tierra. El calendario restante es duro y la lección que asumo aprendieron frente a Houston no tuvo consecuencias. Aún con las deficiencias mostradas, tienen a Derek Carr que como lo vimos el lunes por la noche, puede ser suficiente.

Por su parte Houston jugó su mejor partido de la temporada. En la NFL no existen victorias morales, pero hay mucho de este juego sobre la cual se puede edificar, en particular con Osweiler. Le falta mejorar en muchos aspectos, sobre todo en el toque de sus pases cortos e intermedios que lanza como si estuviera jugando a la quemada. La línea ofensiva se está consolidando y en Lamar Miller y DeAndre Hopkins tienen a dos jugadores capaces de cambiar el rumbo de un partido. Defensivamente siguen mejorando y tienen a uno de los mejores coordinadores en la NFL en Romeo Crennel.

Ambos equipos controlan su destino para ganar sus respectivas divisiones. La experiencia en la espectacular ciudad de México lo constató.

Los juegos en Londres que he visto han sido más bien eventos en los que quizás, el 40 por ciento de los aficionados conocen este bello deporte y lo entienden. No fue así en la CDMX. En general, la experiencia del primer partido en 11 años en México fue positiva. Fue un VERDADERO juego de fútbol americano con una afición conocedora, apasionada y entregada a este deporte. Si llegamos a erradicar los gritos burdos, los actos irresponsables y los desplantes infantiles, la experiencia de un juego en México rebasará aún la de los Estados Unidos. NO, NO ESTOY EXAGERANDO. Eso lo oí de gente como Charles Woodson y Darren Woodson quienes ya vivieron la experiencia.

Mantengamos la intensidad, la pasión, el colorido sano y el ambiente de fiesta que nos caracteriza a los mexicanos, y ya verán como los equipos grandes harán fila para tener la oportunidad de jugar en México en múltiples partidos cada año.

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