El único fan de Cleveland que conozco es Jorge Eduardo Sánchez, estimado colega de ESPN. De hecho, hace tiempo que no toco el tema con él. Quizás ya desertó, pero no sé de nadie más que siga a los Cafés. ¿Algún lector de esta nota?
Viene el tema a colación por el buen desempeño de Carson Wentz desde la temporada pasada, y la manera como están jugando Jared Goff con los Carneros y ahora Deshaun Watson con los Texanos. Como dijera Dabo Swinney, el entrenador de Watson en la universidad de Clemson, “No seleccionar a Watson sería como no seleccionar a Michael Jordan”. El equipo de Portland de la NBA optó por Sam Bowie en lugar de Michael y siguen todavía lamentando la decisión. Michael Jordan es para muchos el mejor jugador de la historia en la NBA. No sé si Deshaun Watson se convertirá en el mejor jugador en la historia de la NFL, pero con convertirse en quarterback franquicia sería suficiente.
Cleveland no ha tenido a un quarterback de campeonato desde Otto Graham quien terminó su carrera en la NFL en 1955. Cleveland desestimó a Goff y a Wentz en 2016, y este año a Watson. No me quiero imaginar el sufrimiento de los fans de Cleveland si ahora Mitch Trubisky termina jugando bien para Chicago. Debuta en el próximo "Monday Night Football".
Bill O'Brien decidió darle la titularidad a Tom Savage al terminar la pretemporada. La idea era tener un pasador "puente" por un año para que madurara Watson. Después de un comienzo desastroso contra Jacksonville en la primera semana cuando fue capturado siete veces y perdió dos balones sueltos, O'Brien no tuvo otra opción que mandar a Watson al ruedo sin muleta. No lo hizo mal. Su primera serie ofensiva terminó con un pase de touchdown a DeAndre Hopkins al inicio del tercer cuarto de un juego que perdían 0-19.
La siguiente semana, Watson tuvo un partido difícil en jueves contra Cincinnati en el que completó el 62.5 por ciento de sus pases, sufrió tres capturas, y tuvo una escapada de 67 yardas para anotación. Contra la hoy mediocre defensiva de los Pats completó el 66.7 por ciento de sus envíos con dos touchdowns, pero también con dos intercepciones y sufrió dos capturas.
Teniendo la ventaja de nueve días de estudio y preparación contra Tennessee, cuya defensiva tampoco es de las mejores de la NFL, Watson fue todo un espectáculo. Su porcentaje mejoró a 73.5 por ciento, lanzó cuatro touchdowns, una sola intercepción y sufrió una sola captura. Lo interesante aquí es la tendencia ascendente de su desempeño semana tras semana. Vi el partido completo contra los Titanes y lo más impresionante fue la toma de decisiones. No estuvo exento de error, pero la proporción de aciertos a fallas fue más que favorable.
Hay que esperar todavía antes de introducirlo al Salón de la Fama y ungirlo como el Mesías de Houston, pero los resultados al momento son prometedores. Van de acuerdo a su desempeño en el fútbol americano colegial en donde brilló en juegos de campeonato contra defensivas de Alabama repletas de talento de NFL. Tiene una prueba sumamente difícil contra la complicada defensiva de Kansas City. No dudo que tenga tropiezos en las próximas semanas y que continúe su proceso de aprendizaje cometiendo errores, pero si sigue creciendo como quarterback, la advertencia de Swinney podría ser profética y una tortura de los fans de los Cafés.
Hablando de Goff, se nota el tutelaje de Sean McVay, su entrenador en jefe y coordinador ofensivo. OK, en la guía de medios del equipo tienen a Matt LaFleur como el coordinador, pero quien en realidad tiene la última palabra en los planes ofensivos, y manda las jugadas en los partidos es McVay. De hecho, se desentiende de la defensiva y delega la responsabilidad de esa fase del juego a Wade Phillips.
En 2016, Jeff Fisher determinó que Goff no estaba listo para jugar inmediatamente. En la Semana 11, cuando el equipo navegaba a la deriva, Fisher decidió que era tiempo que debutara. Goff tuvo a Rob Boras como coordinador y a Chris Weinke como su entrenador. El muchacho se vio perdido en los siete partidos que jugó. Fue una situación diferente a la que tiene ahora con McVay, el entrenador de quarterbacks Greg Olson, y LeFleur. También está disponible Aaron Kromer quien también alguna vez fue coordinador.
El mérito es de McVay instalando un sistema favorable a las aptitudes de Goff, y después rodearlo de entrenadores capaces y experimentados. Reforzaron la línea ofensiva con veteranos como Andrew Whitworth y John Sullivan que trajeron colmillo y liderazgo a un equipo con talento joven. Todd Gurley ha resurgido no sólo como corredor, sino también recibiendo pases. Es líder del equipo en recepciones y tiene tres touchdowns, además de los cuatro que acumula como corredor.
El turno es ahora de Trubisky. Su situación no es del todo mala. La defensiva no ha jugado mal. Han sufrido las consecuencias de una ofensiva que ha entregado el balón en 10 ocasiones. El ataque terrestre cuenta con Jordan Howard y Tarik Cohen y es más que sólido. La desventaja de Trubisky es que los dos receptores principales, Cam Meredith y Kevin White, están en la reserva de lesionados.
Chicago ha sido consistentemente inconsistente esta temporada. En los dos partidos que perdieron por paliza, de visitantes contra Tampa Bay y Green Bay, regalaron un total de siete balones, todos ellos cortesía de Mike Glennon. Cuando protegieron el ovoide, contra Atlanta y contra Pittsburgh, fueron peligrosos. Le dieron un susto a los Halcones y sorprendieron a los Acereros.
A diferencia de Watson, Trubisky tuvo poca experiencia como titular en el colegial jugando sólo 13 partidos, de los cuales ganó sólo ocho. Yo soy de los que piensa que la experiencia Y el éxito en el colegial se reflejan en el profesional. Trubisky tiene a Dowell Loggains quien tiene 10 años de experiencia en la NFL tanto de coordinador como de entrenador de quarterbacks. Su coach de posición es Dave Ragone quien lleva seis años como dirigiendo en la NFL, incluyendo el 2015, cuando estuvo con Sean McVay y Jay Gruden en Washington, trabajando con Kirk Cousins. El lunes empieza la aventura de Trubisky contra una muy buena defensiva en Minnesota.
Hay varios equipos que han sorprendido esta temporada incluyendo a los Carneros, pero el que más me ha impresionado es Buffalo. Sean McDermott tiene dos victorias impresionantes. Los Bills le quitaron lo invicto a Denver jugando en casa, y a los campeones vigentes de la NFC, Atlanta de visitantes. Estuvieron a un pase soltado por el novato Zay Jones de vencer a Carolina.
Tiendo a ser escéptico al darle posibilidades a equipos con entrenadores en jefe nuevos, y sobre todo, novatos. En la era de la agencia libre y las lesiones constantes, el papel que juegan los entrenadores es más importante que en otras eras. Tienen que saber integrar a jugadores nuevos y a muchos con poca experiencia en su sistema. McDermott fue discípulo de Andy Reid. La única razón que recibió el puesto de coordinador defensivo en Carolina fue porque Reid le pidió de favor a Ron Rivera que lo contratara. Su calidad como coordinador fue indiscutible, pero esta es la primera vez que está al frente de un equipo de la NFL. Ofensivamente son un equipo que no comete errores. No han podido correr el balón como lo hicieron en 2016, cuando fueron el mejor equipo de la liga en este departamento, pero tienen sólo una entrega. La defensiva es la que menos puntos ha permitido en la NFL después de cuatro jornadas y es la razón del éxito actual.
Otro equipo digno de mención son los Jets. Viendo el cuadro de titulares a la ofensiva no vemos a ningún baluarte que se podría catalogar como indiscutible. No cuentan con jugadores que son cotizados en el Fantasy, pero a pesar de eso tienen marca de 2-2. Antes del inicio de esta temporada expertos predecían la semana en que Todd Bowles, su entrenador en jefe, sería despedido. Sus victorias son contra Miami y Jacksonville, ninguno de ellos considerado contendiente, pero Jacksonville humilló a Baltimore hace apenas una semana.
Es difícil escoger a la decepción de la temporada pero me tengo que quedar con los Gigantes de New York. Han sido competitivos en los últimos dos partidos, pero al igual que los Cargadores de Los Angeles, han buscado la manera de perder.
Ganar es un hábito, pero perder también lo es. Cuando se acumulan las derrotas, la presión crece exponencialmente. El escrutinio es sofocante. Las libertades que normalmente conceden los entrenadores, como poner música en el vestidor, o en el caso de unos equipos jugar ping pong o dominó, desaparecen. El margen de error se vuelve cada vez más pequeño.
Los Cargadores y los Gigantes juegan entre sí esta semana. Antes de la temporada las expectativas de cada equipo eran diferentes. Se hablaba de los Gigantes como un posible caballo negro para llegar al Super Bowl. Los Cargadores iban al exilio en la ciudad de Carson, California, con un entrenador novato. Personalmente, pensaba que los Cargadores tenían el talento para calificar y un par de coordinadores que han estado en el Super Bowl. Su situación es complicada. Después de ver sus partidos contra Kansas City y Philadelphia es evidente que no tienen el apoyo de la comunidad. No sólo juegan en el que es por mucho el estadio más pequeño de la NFL, los fans que asisten son del equipo rival.
Los Gigantes no tienen excusa. La responsabilidad la comparten el gerente general Jerry Reese y Ben McAdoo, su entrenador en jefe. Tanto Reese como McAdoo pensaron que con los actuales jugadores de la línea ofensiva y corredores podrían competir. Erraron. Vimos un poco de chispa de parte Wayne Gallman contra Tampa Bay, pero no fue suficiente. La defensiva en la que invirtieron 200 millones de dólares en 2016, ha brillado por su ausencia hasta el momento. Para salvar sus puestos, Reese y McAdoo tienen que ver a su equipo calificar. La historia no está de su lado. Sólo los Cargadores de San Diego de 1994 empezaron 0-4 y avanzaron a los playoffs.
Sin más, ¡rumbo a Minnesota!