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¿Volverá Antonio Brown a la NFL a pesar de su difícil paso por la liga?

¿Cómo terminó el mejor receptor de la última década fuera de la NFL en peligro de perder $40 millones en dinero garantizado y quizás haber contaminado su legado para siempre? Michael Reaves/Getty Images

POCOS DÍAS después que los New England Patriots dejasen en libertad a Antonio Brown, el receptor galardonado en múltiples ocasiones como miembro del equipo All-Pro ingresó al estudio de su hogar del Sur de la Florida. Había invitado a su padre Eddie a pasar un tiempo en su casa ese día del mes de septiembre y usualmente, eso significa que su hijo tiene algo serio que tratar con él.

El estudio es el santuario de Brown. Desde allí se puede observar el área de la piscina, cuenta con múltiples televisores y una computadora. No obstante, todo eso era mero ruido de fondo en ese día otoñal.

Eddie afirma que, en ese momento, Brown parecía darse cuenta de la realidad de su complicada situación, entendía que había creado un desastre tan grande a su alrededor que terminó arruinando la situación favorable de la que disfrutaba en Foxborough con los Patriots y además, Brown corría el peligro de no volver a jugar en la NFL, mientras las acusaciones de abuso sexual y otros problemas legales seguían acumulándose a su alrededor.

La súbita condición de desempleado había desplomado el ánimo de Brown. Él adoraba todo lo que tenía en Nueva Inglaterra: la cultura, el profesionalismo, la oportunidad de aprovechar las últimas campañas de Tom Brady jugando el Super Bowl.

Eddie está acostumbrado a ver cómo Antonio reacciona a sus problemas con optimismo y un firme rechazo al cambio. Después de todo, el hijo ha heredado su terquedad del padre.

Pero en esta ocasión, Brown parecía ávido de recobrar lo que había perdido. Se sentó frente a su padre y le dijo estas palabras: "Quizás necesito cambiar lo que estoy haciendo". Brown le informó a su papá que estaba sometiéndose a terapia, lo cual fue confirmado por una fuente a ESPN. Ni Eddie ni dicha fuente pudieron conocer cuál era la clase de terapia, la frecuencia de su tratamiento ni muchos otros detalles; no obstante, el propio Brown hizo referencia a su terapista en su cuenta de Twitter en octubre pasado.

“(Brown) comprende que hay algo que puede estar pasando y él va a averiguarlo”, expresó Eddie, ex estrella del futbol americano bajo techo de la Arena League, en una entrevista concedida a ESPN en (TKmonth). “Si hay algo o no lo hay, él lo averiguará. Pero él no está acá sentado, sin hacer nada… Esa epifanía sí se produjo”.

Existe una compleja dualidad en la personalidad de Antonio Brown, tal como lo ha visto como el resto del mundo en el transcurso de los dos últimos años, gracias a una cadena interminable de titulares. Sus compañeros de equipo y familiares dicen que Brown puede ser comprensivo, amable, tolerante y querido en los vestidores. Pero también es percibido como un ser errático, paranoico y con tendencia a los súbitos cambios de humor, lo cual se ha manifestado este otoño en tiempo real en las redes sociales.

Un día, leemos una diatriba en la wur Brown manda “al ca..." a la NFL, para luego decir que estaba “decidido a volver” pocas semanas después. Brown hizo referencia al caso judicial en el cual está vinculado el propietario de los Patriots Robert Kraft, aún en desarrollo, para luego extender una disculpa pública a Kraft y a la organización. No obstante, su presencia en redes sociales apenas constituye una pequeña arista de los problemas que Brown se ha causado a sí mismo. Brown enfrenta acusaciones por presunto abuso sexual y violación por parte de su ex entrenadora personal Britney Taylor. La demanda civil interpuesta por Taylor dio pie a una investigación iniciada por la NFL que actualmente representa el obstáculo más grande que impide que Brown vuelva a jugar.

Actualmente, sus familiares y amigos afirman que Brown está trabajando en sí mismo, aunque es difícil determinar si Brown está haciendo cambios reales y concisos para cambiar el rumbo de su vida o si él y su séquito, simplemente, intentan trabajar en el control de daños a favor de Brown quien, independientemente de si está asistiendo o no a terapia, sigue publicando tuits que no favorecen sus posibilidades de conseguir un nuevo empleo. En sus pocas y raras apariciones en público, hechas todas a través de las redes sociales, Brown cambia constantemente de tono, pasa de ofrecer disculpas a mostrarse antagónico. En ocasiones, llega a hacerlo en un mismo día.

¿Cómo fue posible que el mejor receptor de la última década haya terminado fuera del futbol americano, en peligro de perder $40 millones en dinero garantizado y quizás, con un legado manchado para siempre? Entrevistas sostenidas con más de 20 personas (incluyendo familiares, entrenadores, amigos, compañeros y ex asociados de Brown) cuentan la historia de cómo Brown llegó a su situación actual, qué pudo haber desatado esta espiral y cuáles serían sus próximos pasos. Nuestros esfuerzos en contactar a Brown no fueron exitosos.

¿Cuál es el consenso general? Que el futuro de Antonio Brown en la NFL nunca había sido tan incierto.


BROWN SE CRIÓ en Miami Gardens, Florida. Después, pasó cierto tiempo en Liberty City, un vecindario de Miami conocido por sus altos índices delictivos. Su crianza fue difícil. Eddie estaba fuera de casa jugando fútbol americano cuando sus hijos eran jóvenes y los conflictos entre Brown y su padrastro Larry Moss eran frecuentes. Brown y sus hermanos Desmond y Eddie intentaban reiteradamente intervenir en discusiones entre su madre Adrianne Moss y Larry; peleas, según afirma Larry, se originaban en sus intentos de criar a Brown.

Desmond dice que dichas confrontaciones causaron un estrés increíble dentro del núcleo familiar. Sin embargo, él recuerda con cariño algunos de los momentos tranquilos en los cuales ese estrés terminaba estrechando nexos entre los niños.

Ellos se dirigían a su habitación, decorada con afiches de Deion Sanders y Emmitt Smith, se metían en sus camas dobles y conversaban sobre cualquier tema. Desmond, quien es dos años menor que Brown, le preguntaba a su hermano mayor sobre chicas, deportes y la escuela. Antonio siempre le daba un rápido consejo.

Cuando cerraban sus ojos, Desmond sabía que probablemente despertaría con Antonio dormido en su cama, a su lado, de pies a cabeza.

“¿Qué pasó, hermano?”, preguntaba Desmond esas mañanas.

“Vi fantasmas”, era una respuesta frecuente por parte de Antonio.

“Tenía pesadillas en muchas ocasiones”, afirma Desmond en la actualidad. “Como si percibiera cosas”.

En sus años de secundaria, no siempre la cama de su hermano menor se sentía suficientemente segura. Brown abandonó su casa en múltiples ocasiones durante sus años de secundaria. Desmond atribuye esas escapadas a que Antonio se sentía menospreciado por su madre y padrastro. Vivió temporalmente con un tío y osciló entre las residencias de varios amigos de su equipo de fútbol americano a finales de su carrera en la Secundaria Miami Norland.

“Era maravilloso sobre el campo”, expresa su exentrenador de secundaria Nigel Dunn. “No tenías que preocuparte de que él dejara pasar algo, siempre giraba en torno al fútbol americano, simplemente era un chico que trabajaba duro”.

Sin embargo, cuando Antonio abandonaba el campo de entrenamientos, no siempre era tan sencillo lidiar con él. Tenía “casi que una doble personalidad”, según la descripción de Dunn.

“Mi mayor preocupación era el miedo (que causaba) fuera del ámbito del fútbol americano”, dice Dunn. “Cuando no estaba en el terreno, podía hacer una cosa u otra… Fuera del campo, él podía convertirse en una distracción”.

Larry Moss, padrastro de Brown, afirma que Antonio comenzó a salir hasta altas horas de la noche, robándose los autos de la familia cuando tenía aproximadamente 14 años, con una actitud “de respeto cero” que le llevó a dejar la casa de Miami Gardens. Tal como lo recuerda Larry Moss, él y la madre de Brown incluso llegaron a vivir en casas separadas en algunas ocasiones debido a las diferencias entre él y Brown.

En su último año de secundaria, las calificaciones de Brown comenzaron a decaer “dramáticamente”, afirma Dunn y eso, combinado con su altura de 5 pies y 10 pulgadas, distanciaba a las universidades que podían reclutarlo como tentativo atleta-estudiante. “Con esa estatura, a pesar de tener unos videos excelentes, nadie quería darle una oportunidad”.

Sin embargo, Brown siguió insistiendo, a pesar de un experimento de un año en una escuela preparatoria, la oportunidad de jugar con la Florida International University que terminó siendo infructuosa a consecuencia de lo que un entrenador denominó “incidente en el campus”, hasta llegar a la Central Michigan University (CMU, por sus siglas en inglés) donde se convirtió en prospecto de la NFL después de llegar en su año de novato sin contar con una beca. Sin garantía alguna, en un sitio lejos de casa, Brown se encontraba en modo de plena supervivencia a principios de su carrera, precisamente la situación a la cual Brown responde mejor, a criterio de sus exentrenadores.

“Tuve una idea bastante clara de que él contaba con un boleto de autobús sin regreso y aproximadamente tres semanas para hacerse con una beca, o iba a quedar totalmente a su suerte”, afirma Mark Elder, entrenador de despejadores en CMU. “La situación era: ‘Oye, tengo que hacerme con una beca o volveré a las calles de Miami’”.

Brown causó grata impresión desde el principio, corriendo 80 yardas a toda velocidad o haciendo sprints sobre la nieve después de las prácticas. En una ocasión, sus compañeros le preguntaron al entrenador Butch Jones si éste había tenido la oportunidad de ir al apartamento de Brown, donde éste adhirió con cinta una escalinata improvisada para hacer sesiones de corrido antes de dormir.

Pero la intensidad de Brown tenía otra faceta más oscura. El entrenador de líneas defensivas Paul Volero recuerda cómo Brown en una ocasión destruyó la oficina del asistente de la CMU Zach Azzanni; sin embargo, no recuerda qué fue precisamente lo que desató la ira de Brown. “(Tenía) problemas con sus emociones… un día estaba en lo más alto y al siguiente, por lo más bajo”, recuerda Volero, quien reclutó a Brown. “Si no sentía confianza en un día cualquiera, no se sentía bien consigo mismo, al día siguiente, estaba contento y más alegre que nadie”.

“Teníamos que reconocer bien quién era la persona que cruzaba esa puerta por la mañana y lidiar con él de manera apropiada”. Volero nació y creció en Miami, donde pasó una década como entrenador. Afirma que su historial fue crucial para entender a Brown, quien asumía dicha conexión de ambos con Miami “desde un punto de vista de afecto y respeto”. Brown veía en Volero alguien capaz de entender las dificultades sufridas por los adolescentes de bajos recursos del Sur de la Florida. Volero enviaba mensajes de texto a altas horas de la noche, hizo visitas sin anunciar a su apartamento… todo lo necesario para asegurarse de que Brown se sintiera querido y apreciado.

“Si le das una estructura, le irá maravillosamente bien”, dice Volero. “Pero si se siente confrontado, reaccionará… Él aún no ha dominado ese aspecto de su vida”.


MIKE TOMLIN Y los Pittsburgh Steelers dieron la oportunidad al veloz prospecto proveniente de la CMU en la sexta ronda del draft 2010 y Brown comenzó su vida en la NFL con la misma actitud que mostró como un luchador jugador sin beca que intentaba impresionar a los entrenadores en Central Michigan. Estaba decidido a ser mejor que los 22 receptores elegidos antes que él. Incluso, eligió usar la camiseta con el número 84 por una razón específica. “Ocho por cuatro, igual a 32”, expresó Brown en una entrevista con el canal televisivo NFL Network en 2015. “32 equipos me dejaron pasar, hasta los mismos Steelers. Por eso, cada vez que salgo al terreno, siento un poco de motivación extra”.

Durante sus tres primeros años en la liga, a medida que Brown emergía como súper estrella en ascenso en la constelación de la NFL, los Steelers aprendían a lidiar con su talentoso y volátil jugador, de forma lenta pero firme. En su año de novato, Brown dejó de jugar como sanción por haber llegado tarde a las prácticas. Eventualmente, el entrenador Mike Tomlin comenzó a hacer concesiones. Conocía la mejor forma (quizás la única) de lidiar con Brown y provenía directamente del libro de jugadas de Volero: limitar las confrontaciones, ponerlo sobre el terreno, permitirle alcanzar la grandeza.

En 2013, el cuarto año de Brown en la NFL, éste registró su primera temporada con 100 atrapadas, la primera de seis consecutivas, siendo el primer jugador en alcanzar dicha hazaña. En dicho periodo, la mayoría de los líderes del equipo aceptaron la relajación de las reglas en el caso de Brown, en mayor medida gracias a sus relaciones con el receptor. “A.B. es un hermano para mí”, afirma el centro Maurkice Pouncey, uno de seis excompañeros en expresar sentimientos similares.

Sin embargo, con el pasar del tiempo, sus excentricidades fuera del terreno comenzaron a hacer mella en la paciencia de su equipo. Su impuntualidad constante causaba que los Steelers atrasaran sus reuniones de equipo, o lo esperaran en los aeropuertos para emprender sus giras. Según cuentan dos excompañeros, Tomlin llegó al punto de recordarle a Brown las reglas especiales frente a todo el equipo, diciendo que los Steelers tolerarían su comportamiento debido a su esfuerzo en el campo. De producirse una caída en su productividad, afirmó Tomlin, el equipo reconsideraría dicho tratamiento de estrella.

A pesar del tratamiento distinto del cual disfrutaba, Brown generaba conflictos constantes, algo que muchos compañeros percibieron gracias a su relación de “amor-odio” con el mariscal de campo Ben Roethlisberger. Si Brown tenía un problema, no se frenaba a la hora de expresar su frustración a voz en cuello, incluyendo una oportunidad en la cual Roethlisberger intentó hacer valer su política de no escuchar música en el camerino. Brown le respondió, según recuerda un jugador de los Steelers: “Al ca----, cracker”, término despectivo para referirse a personas de color blanco de origen humilde. Usualmente, ambos resolvían sus conflictos sin llegar a mayores; pero el estilo directo y conflictivo de Brown se hizo agotador para algunos jugadores que simplemente querían trabajar sin incidentes.

“Para él, las cosas son calientes o frías”, expresa Josh Harris, excompañero de Brown en los Steelers y que actualmente es su amigo. “Si está de buen ánimo, es maravilloso, se divierte. Pero al día siguiente lo verás, con una expresión en su rostro y realmente no querrás hablar mucho con él, porque sabes que algo ocurrió”.

Durante prácticamente la totalidad de su carrera, sus colegas estaban conscientes de que en cualquier momento Brown podía “pasar el interruptor”, como lo denominó un excompañero. Pero muchos de ellos consideran, específicamente, que la firma de su lucrativa extensión contractual en febrero de 2017 (por cuatro años y $68 millones) fue un punto de inflexión para Brown. Ese fue el momento en el cual, según afirman algunos amigos y excompañeros de Brown, el comportamiento de súper estrella se hizo más frecuente, las distracciones, inevitables y su capacidad de llegar a tiempo desapareció.

“Creo que toda esa fama y dinero pueden irse a la cabeza”, expresa Desmond, quien actualmente tiene un contrato a salario mínimo con el hermano que en una ocasión llegó a ayudar en el pago de su colegiatura de la University of Pittsburgh y le ayudó a adquirir su primera camioneta Jeep Wrangler. “No lo sé”.

Otras personas consideran que Brown comenzó a acentuar su volatilidad debido a lo que se consideró una lucha de poder que tuvo como consecuencia la ruptura del grupo denominado “Killer Bs” (“Abejas asesinas”), conformado por Brown, Roethlisberger y Le’Veon Bell). Una fuente vinculada con el equipo cree que la decisión de Brown de ausentarse durante varias fechas laborales durante la semana final de la temporada 2018 se debió a las intenciones de Brown de facilitar un tentativo cambio o porque se sentía genuinamente descontento con Tomlin porque éste le daba prioridad a su mariscal de campo por encima del mejor receptor del fútbol americano. El premio de Jugador Más Valioso del equipo conferido a JuJu Smith-Schuster (votado por los jugadores durante la última semana el torneo) en vez de Brown tampoco ayudó a resolver la situación.

“A (Tomlin) le importa lo suficiente el chico, como para no querer verle caer por el precipicio”, dice una fuente familiarizada con la dinámica entre Tomlin y Brown. “A veces, él no sabía donde demonios se encontraba. Pero disfrutaron de muchos años buenos juntos”.

Muchos de los excompañeros de Brown no le han dirigido la palabra en un buen tiempo y ahora se ven obligados a procesar el aluvión de tuits extraños y desconcertantes titulares de meses recientes.

El esquinero de los Steelers Joe Haden conoce bien a Brown, producto de haber pasado siete temporadas marcándole cuando era miembro de los Cleveland Browns y otros dos juntos como compañeros en Pittsburgh. Ambos compartían un rincón del vestuario de los Steelers, por eso habla con autoridad cuando denomina a Brown como “un buen chico” quien es “un poquito diferente”. (Cuando se le preguntó cuán diferente era, Haden respondió: “No quiero ahondar hasta ahí”).

“Simplemente espero que esté bien, hombre. Porque son muchas cosas a la vez”, dice Haden. “Solo sé una cosa… él ama el fútbol americano y le gusta rendir en el terreno y jugar…”

“Espero qué el pueda… resolver sus cosas. Porque a veces me preocupo por él”.


A FINALES DE 2018, los problemas de Brown en Pittsburgh habían cruzado el umbral del terreno. Su negación a pagar los servicios que se le prestaban se hizo legendaria, junto a los rumores de las deudas crecientes con concesionarias de autos, contratistas, servicios de jardinería y muchos otros. Algunas de esas historias comparten un tema similar: Brown persuadía a miembros tentativos del Equipo A.B. con grandes promesas para después mostrarse cada vez más reacio a pagar incluso pequeñas cantidades de dinero a cambio de semanas o meses de trabajo, mientras que Brown esperaba que sus contratistas costearan sus propios gastos de viaje.

Tal como lo expresa una fuente que lo conoce bien, Brown “se cree un magnate de los negocios”; pero realmente espera que todos le sirvan, con o sin un pago constante.

Para el año 2019, esos rumores comenzaron a validarse gracias a diversas demandas judiciales. Entre múltiples querellas y otras cuentas por pagar misceláneas, que iban desde impuestos de distrito escolar hasta impagos al Bank of America), el total reciente se acercaba a los $130,000.

“Él cree que le deben todo y que él no debe nada”, expresa el abogado Jack Goodrich, quien ejerce en Pittsburgh y representa a un médico ortopedista y un asistente personal en sendas demandas interpuestas contra Brown por cuentas sin pagar.

Robert Leo, quien fue asistente personal de Brown durante varios años, cargó más de $16,000 a una tarjeta de crédito personal para cubrir gastos aéreos, estacionamiento aeroportuario y comida para Brown, según indica la demanda. Brown pagó los sueldos de Leo a tiempo. El Dr. Victor Prisk prestó servicios ortopédicos a Brown, pero a la hora de pedir el pago de los respectivos honorarios, según cuenta Goodrich, Brown le ofreció comprarle equipos médicos o ayudarle a abrir un gimnasio.

“Parece tener un patrón de comportamiento con el cual te atrae, es amistoso con la gente… ‘Seré tu amigo, oye, soy A.B., ven conmigo y formarás parte de nuestro círculo’”, dice Goodrich. “Pero cuando llega la hora de pagar, tiene brazos de cocodrilo”.

Nicholas ‘Chef Niko’ Hasapoglou compartió prácticamente a diario con Brown durante el transcurso de un año, entre 2015 y 2016. Como su asistente y chef personal, Hasapoglou logró que su apartamento fuese amoblado por Brown y expresó que se le pagó un salario ‘justo’ antes de ser despedido debido a un desacuerdo entre ambos.

A pesar de ello, Hasapoglou siempre percibía que Brown era consumido por la paranoia. “A.B. tenía muchas personas a su alrededor y todos querían algo de él”, afirma. “A.B. siempre estuvo consciente de ello. Se mantenía cauto con muchas de las relaciones que giraban en torno a él”.

Al momento en el cual Brown dejó de jugar en Pittsburgh, sus problemas legales se habían amontonado e iban mucho más allá de meras disputas financieras. Aparte de las acusaciones detalladas el pasado verano por la revista Sports Illustrated, múltiples verificaciones de antecedentes e informes policiales revelados por ESPN muestran una catarata de diversos problemas: Shameika Brailsford, quien tiene un hijo producto de una relación con Brown, interpuso una demanda civil en 2017 acusando a Brown de suspender sus pagos de pensión alimenticia y haberle expulsado de una propiedad de Brown en el estado de Pensilvania (Brown también se sometió a un proceso judicial de mediación para dirimir derechos de custodia con Chelsie Kyriss, madre de tres de sus hijos, en 2016); las 20 visitas hechas por la Policía Regional de Northern, Pensilvania, entre 2014 y 2018. Varios incidentes fueron de naturaleza menor, tales como la activación de alarmas de incendio, pero otros estuvieron vinculados a un supuesto robo de $50,000 y joyas perpetrado por un exasociado de Brown; dos autos extraviados; un caso de estafa sobre una cuenta en Bank of America propiedad de Brown; un contratista a quien Brown se negó a pagarle después de haber instalado una cerca y el presunto robo de dos pares de pendientes de diamantes y otras joyas propiedad de Brown.

El padre de Brown, al igual que Hasapoglou, considera que las presiones crecientes fuera del terreno han desbordado a su hijo.

“Si todos te abordan con tantas instrucciones, exigiéndote tantas cosas, llegas a un punto en el cual eres incapaz de respirar profundamente y terminas desahogándote con todos”, afirma Eddie. “Te sientes abrumado y no sabes cómo responder. Hemos hablado al respecto desde que él regresó a casa”.

“Realmente, el vaso se rebasó con la situación en Pittsburgh… Se convirtió en algo abrumador. En vez de buscar ayuda, consejo o tratar de entender cómo lidiar con todo ello, él decidió asumir la situación por sí mismo y eso no terminó de la mejor manera”.


A MEDIDA QUE SE ACUMULABAN las deudas y problemas legales, un contrato por tres años y $54 millones con los Oakland Raiders (de los cuales $30 millones se encontraban garantizados) pudo, al menos, haber ayudado a llenar el vacío financiero en el cual se encontraba inmerso Brown. Sin embargo, cuando Brown firmó ese pacto en marzo pasado, algunos jugadores de los Steelers se preguntaban por cuánto tiempo podría durar Brown sin las generosas concesiones hechas por Tomlin a favor del receptor.

La opinión unánime era que Brown no sobreviviría a la Semana 1 de la temporada de la NFL… y eso fue precisamente lo que ocurrió.

Los problemas surgieron prácticamente desde el comienzo. Brown faltó a varios entrenamientos en temporada baja, comenzó el campamento de pretemporada en la lista de lesionados por motivos distintos a la práctica deportiva después de haberse congelado sus pies en una máquina de crioterapia, no se presentó a entrenar debido a la inhabilidad de usar su casco Schutt Air Advantage y tuvo una discusión en público con el gerente general Mike Mayock sobre el terreno de prácticas.

A principios de septiembre pasado, luego de otra ronda de controversias, Brown exigió ser puesto en libertad, mientras el equipo anulaba su obligación de pagar el dinero garantizado en su contrato, debido a su conducta perjudicial para el equipo.

Todo ello a menos de cinco meses después que Brown adquirió una vivienda valorada en $3.2 millones en Alamo, California, a las afueras de Oakland y haber despachado sus pertenencias de un lado al otro del país.

“Parecía que él había hecho raíces dentro de una situación que él mismo se encargó de sabotear”, expresó una fuente vinculada con la transición de Brown a Oakland.

Al mismo día de su puesta en libertad por los Raiders, Brown accedió a firmar con los Patriots, expresando su sensación de estar “sobre la nube 50” ante la idea de mudarse a Foxborough, recuerda Eddie. Brown brillaba de emoción cada vez que hablaba con respecto a su futuro en Nueva Inglaterra.

Tres días después, Taylor interpuso la querella judicial en la cual acusó a Brown de violación y exhibición indecente. Una semana después, una segunda dama sacó a relucir nuevas acusaciones por presunto abuso. Los Patriots lo mantuvieron dentro del roster en los días posteriores a la revelación de las acusaciones. Algunos ejecutivos de la NFL creen que los Patriots simplemente se limitaron a esperar que la liga decidiera el estatus de Brown después de la investigación.

Sin embargo, luego de que Sports Illustrated revelara los mensajes de texto enviados por Brown a un grupo en los cuales éste asedió a la segunda acusadora (cadena en la cual Brown compartió una foto de los hijos de esta y les pidió a sus amigos que “la investiguen”), los Patriots liberaron a Brown. Se considera que Robert Kraft, propietario del equipo, fue quien tomó la decisión, según un informe periodístico de la cadena NBCSN Boston.

“Ciertamente, no quiero hablar en nombre del equipo, pero él no fue puesto en libertad (por New England) debido a su interacción diaria con el equipo”, afirma Drew Rosenhaus, agente de Brown, quien lo catalogó como “ciudadano modelo” dentro del vestuario de los Patriots. Cuando se le preguntó con respecto al comportamiento errático mostrado por Brown en meses recientes, el apoderado del receptor se refirió directamente a una causa civil, la cual indicó que es “increíblemente estresante” para su cliente.

“Durante la abrumadora mayor parte de su carrera, Antonio fue un exitoso miembro de la organización de los Steelers y la familia de la NFL”, expresa Rosenbaum. “En el presente año, se produjeron algunos elementos externos que incidieron en su vida y le produjeron una gran presión y estrés. Ciertamente, esto repercutió en su carrera en la NFL”.

Brown no podía discutir el caso con los Raiders debido a una causa jurídica civil aún en desarrollo, según indica Rosenbaum. Sin embargo, éste estuvo a punto de evitar todo el escrutinio público: Abogados representantes de Brown y Taylor pasaron gran parte del verano negociando un arreglo extrajudicial. Jeff Darlington, periodista de ESPN, informó que el monto del pacto era de $2 millones y quedó a poco de concretarse. “Estaba en la línea de 1 yarda”, según indica una fuente.

No obstante, Brown se negó a suscribir el arreglo.


CUANDO SE LE PIDIÓ una actualización sobre los avances de la investigación hecha por la NFL a Brown durante las reuniones otoñales de la liga, el comisionado Roger Goodell se limitó a afirmar lo obvio.

“Aún hay mucho material por revisar”, fue lo dicho por Goodell.

Actualmente, la NFL se encuentra escudriñando los detalles de la relación entre Brown y Taylor. Existe un amplio historial (casi una década de relación, ya que ambos se conocieron en un estudio bíblico en Central Michigan) que la NFL intenta sortear mediante una larga investigación que incluye una entrevista sostenida por varias horas con Taylor en septiembre pasado y otra con Brown en noviembre.

Taylor, quien actualmente mantiene una demanda contra Brown en los tribunales del Condado de Broward (Florida) por presunto abuso sexual, afirma que el jugador se le expuso y la violó en su residencia del Sur de la Florida. La contrademanda interpuesta por Brown acusa a Taylor de haber emprendido una “viciosa campaña de engaños y mentiras” en su contra. En esa respuesta, Brown afirma que la relación sexual que mantuvo con Taylor siempre fue consensuada y que Brown se encuentra incapaz de discutir detalles clave de su caso con la NFL debido a un pacto de confidencialidad.

Actualmente, Brown debe limitarse a esperar… y su paciencia se está agotando, lo cual es visible de manera frecuente y pública. Choques verbales con jugadores, amenazas a periodistas, indirectas dirigidas a Robert Kraft (dos días después de publicar fotos de Brady y Bill Belichick, lo cual podría interpretarse como una señal dada por Brown con respecto a quienes considera responsables por su rescisión) para después pedir disculpas. En dos ocasiones, Brown ha indicado sus intenciones de volver a jugar en la NFL, para retractarse en cuestión de horas o días.

Brown desató otra tormenta mediática a mediados de diciembre, cuando acusó a la NFL de impedir que los jugadores puedan laborar “en contra de su voluntad, sin acusaciones criminales pendientes, (sin) nada”. Sus comentarios dieron a entender que existe una motivación de carácter racial en las actuaciones de la NFL y cuestionó la actuación del sindicato de jugadores de la liga (NFLPA, por sus siglas en inglés) en el caso.

Independientemente de las verdades, falsedades o acusaciones que se puedan desprender de los comentarios hechos por Brown, sus frustraciones salen a relucir de forma evidente: La NFL mantiene pleno control de un posible cronograma de regreso. Una fuente indicó que Brown sentía que la liga demoraba las investigaciones, haciéndole esperar casi dos meses para concertar la entrevista con él. Pero una fuente separada afirma que la NFL prefiere hacer averiguaciones exhaustivas antes de hablar con el jugador y Brown tenía que presentar documentos y evidencias relativas al caso, lo cual requería de cierto tiempo.

Al menos tres equipos han expresado interés legítimo en los servicios de Brown, una vez haya claridad con respecto a los temas de la investigación, según afirma Rosenhaus. Considerando que la NFL puede colocarle en la lista de exonerados por el comisionado en el preciso instante en el cual firme con cualquier organización, los equipos tentativos están esperando el desenlace, al igual que lo hace el propio jugador.

Por ahora, Brown ha pasado esta temporada perdida trabajando en recobrar el rumbo de su vida. En noviembre, Eddie describió la rutina de Brown de la siguiente forma: Lleva a sus hijos a la escuela por las mañanas, regresa a casa para pasar un rato allí hasta que se dirige a los campos de la Police Athletic League para entrenar con Glenn Holt, exreceptor de la NFL y entrenador asistente en la cercana Secundaria St. Thomas Aquinas. El entrenamiento es su refugio, tal como les gusta decir a muchas personas cercanas a Brown. El césped, los estiramientos, las rutinas por los aires… todo representa un escape útil y conveniente. Los nuevos pasatiempos son inútiles. El fútbol americano lo es todo, al punto de que Brown ha asistido a muchos partidos sabatinos de la PAL para apoyar a los jóvenes jugadores de la localidad.

“Él está comenzando a armar algunas cosas, a verlas desde una perspectiva diferente, lo cual considero es sumamente positivo”, dice Eddie. “Todo lo que él quiere es tener otra oportunidad de escribir su historia y practicar el deporte que ama”.

Pero esa nueva perspectiva también podría estarle preparando para una vida lejos del fútbol americano, la cual podría comenzar a vivir mucho antes de lo que cualquiera podía haberse imaginado. La investigación ordenada por la NFL no tiene muchas posibilidades de cerrar rápidamente y una suspensión que podría extenderse hasta bien avanzado el 2020 (sin mencionar un mínimo de seis consecuencias legales que podrían generar las distintas causas legales iniciadas por Taylor y otras personas) es sumamente factible.

Para entonces, Brown será un receptor de 32 años con 12 meses sobre el banco. Poco menos de 10 meses después de convertirse en el receptor mejor pagado de la NFL, muchas personas vinculadas con la liga creen que es muy probable que Brown jamás tenga la posibilidad de jugar otro down en la máxima instancia del fútbol americano profesional.

El reportero de ESPN Tom VanHaaren colaboró con la presente nota.