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El día de invierno en que nació el Boca de Bianchi

El 2 de julio de 1998 la temperatura invernal se sintió fuerte en Tandil, con una mínima cercana a un grado bajo cero. Es el día de la famosa frase de Juan Román Riquelme: “Bianchi llegó un día de mucho frío, en el 98. Dijo ‘hola, soy Carlos Bianchi’, y recién perdió un partido en el 99”.

En poco más de 20 palabras, Riquelme resumió perfectamente el primer año del ciclo más exitoso de un director técnico en la historia de Boca Juniors.

Carlos Bianchi fue el elegido por Mauricio Macri para enderezar un rumbo que venía torcido desde que él asumió la presidencia de Boca en diciembre de 1995. Carlos Bilardo había fracasado en el Clausura ‘96 con un plantel en el que estaban Diego Maradona, Claudio Caniggia, Juan Sebastián Verón y el Kily González entre otros, y en el Apertura con un montón de jugadores nuevos elegidos por él.

Después, en el ‘97 y el primer semestre del ‘98 hubo otra experiencia fallida con Héctor Veira (más allá del subcampeonato detrás de River en el Apertura 97), que se fue antes de terminar el Clausura ‘98. Los seis partidos finales de ese torneo los dirigió Carlos García Cambón, entrenador de la Reserva, que no perdió ninguno de los últimos cinco.

Bianchi traía su historia gloriosa en Vélez entre 1993 y 1996, pero también venía de un fracaso dirigiendo a la Roma en la Serie A italiana. Y tenía una espina clavada desde 1995 cuando Boca lo tanteó pero finalmente Carlos Heller y Antonio Alegre eligieron a Silvio Marzolini.

El 8 de mayo, en Madrid, había cerrado el trato con Macri después de una reunión que empezó antes del mediodía y terminó, después de un cuarto intermedio, al día siguiente.

El 27 de mayo, el Virrey viajó de París a Buenos Aires, firmó el contrato con Boca y ese mismo día fue presentado en La Bombonera. “No siento presión ni tengo temor. Miedo tengo cuando me sacan sangre”, fue una de sus primeras frases. También dijo: “Prometer salir campeón sería hacer demagogia y yo nunca fui demagogo. Vamos a estar peleando arriba”.

Casi no incorporó refuerzos. Únicamente Hugo Ibarra llegó desde Colón de Santa Fe para ser titular. José Pepe Basualdo, quien volvió de un préstamo a Deportivo Español, alternaría con Fernando Navas, y Antonio Barijho y el peruano José Pereda se sumaron para ser suplentes. En total, la inversión fue de US$ 3.900.000, muy lejos de los más de 25 millones gastados en el año de Bilardo y los casi 18 millones mientras estuvo Veira.

Lo que sí hizo el Virrey fue poner orden en el plantel que un año antes Diego Latorre había descripto como “un cabaret”. Los que llegaban tarde a un entrenamiento tenían que pagar el asado de los viernes, se prohibió el uso de celulares en el vestuario, en las comidas y, por supuesto, en las prácticas. También se encargó de reorganizar la utilería para que hasta lo más mínimo estuviera ordenado y a disposición si era necesario.

Después de una semana de pretemporada que arrancó aquel 2 de julio en Tandil, el debut fue en un amistoso contra Central en Rosario, el 9 de julio. Boca ganó 4 a 2 con dos goles de Palermo, uno de Riquelme y otro de Cagna, y formó con: Abbondanzieri; Fernando Ortiz, Traverso, Samuel, Arruabarrena, Cagna, Rosada, Navas, Riquelme; Guillermo Barros Schelotto y Palermo. No estuvieron Córdoba, Bermúdez y Serna, quienes habían ido con la selección de Colombia al Mundial de Francia.

A Guillermo y Palermo les había dicho: “Pase lo que pase, los dos delanteros titulares van a ser ustedes en los 19 partidos del torneo”. A los 25 minutos, Boca ya ganaba 2 a 0 con dos centros del Melli y cabezazos del Titán.

Para el puesto de enganche le recomendaron mucho a César La Paglia. Apenas tardó un par de prácticas en cambiar de opinión y darle a Riquelme la 10 que no le sacaría nunca.

Otra cosa que hizo fue llevar a Boca a La Boca. Se acabaron los entrenamientos en el predio del Sindicato de Empleados de Comercio en Ezeiza. Su Boca concentraba en el Hotel Los Dos Chinos, cerca de Constitución, y se entrenaba en Casa Amarilla y a puertas abiertas.

El 5 de agosto fue el primer partido oficial y Vélez, justo Vélez, le puso un asterisco a la famosa frase de Riquelme: le ganó 1 a 0. Pero fue por la Copa Mercosur.

Cuatro días más tarde fue el debut en el torneo local, el primero de los 35 partidos que completarían el invicto de 40, el más largo en la historia del fútbol profesional argentino de Primera División. El rival fue Ferro, en Caballito, y el marcador otra vez 4 a 2. Con la excepción de Bermúdez, jugaron todos los que integrarían el equipo base a lo largo del campeonato: Córdoba; Ibarra, Matellán, Samuel, Arruabarrena; Cagna, Serna, Navas, Riquelme; Guillermo y Palermo. Navas, Palermo, Riquelme y Sartori, de Ferro, en contra, hicieron los cuatro goles.

Contra lo que dicen los libros, ese Boca se armó de adelante para atrás. Jugada la octava fecha, tenía 22 goles a favor y 12 en contra. Por supuesto, estaba invicto. De los 22, 10 eran de Palermo, que iba a terminar el Apertura con 20, récord para torneos cortos.

De ahí en más, Boca empezó a ser el equipo total que fue durante todo el ciclo, en ataque y defensa. En las últimas 11 fechas ganó ocho partidos y empató 3, hizo 23 goles y recibió 6.

“Esta historia recién comienza”, escribió Bianchi después de ganar ese primer campeonato.

A los jugadores les dijo: "Son muchos los equipos que pueden llegar a ganar un campeonato, pero no muchos los que son capaces de confirmar, de volver a ganar otro. Y otro, y dejar una huella, escribir una gran historia. Tenemos un lindo desafío por delante". Lo que siguió le dio la razón: otros tres títulos locales (Clausura 99, Apertura 2000 y Apertura 2003), tres copas Libertadores de América (2000, 2001 y 2003) y dos Intercontinentales (2000 y 2003) entre 1998 y 2003.