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Borrón y cuenta nueva

BUENOS AIRES -- Es cierto que la clasificación de Racing a la Copa Libertadores tuvo poco de heroico. Perdió en su cancha, con un plus de dos jugadores y ante su histórico rival.

En otras condiciones, tal performance podría haber sido un escándalo. Pero el 2-0 de la ida le proporcionó una renta decisiva y en lugar de caras largas hubo festejo en el Cilindro de Avellaneda.

La floja actuación de Racing no debería hacernos olvidar el exitoso -¿habría que decir inaudito?- ciclo de Diego Cocca como entrenador, que precisamente tuvo su cierre en la derrota clasificatoria.

En primer lugar, la salida de Cocca, acorde con sus modos educados y sobrios, se da en un marco de absoluta normalidad institucional.

Se trata de un contrato que vence y de un DT joven que quiere desafíos más importantes y salarios más jugosos. Algo que el presidente Víctor Blanco comprende perfectamente y por lo tanto lo despide con un abrazo caluroso en la puerta grande del club, con la ovación de la hinchada como banda sonora.

Un cuento de hadas futboleras. Una verdadera anomalía dentro de una actividad en la cual los entrenadores suelen irse por la ventana, maltratados por los dirigentes y puteados por el público al cabo de un par de derrotas.

Suena metafórico que Cocca haya arribado al club, un año y medio atrás, en reemplazo de Mostaza Merlo, quizá el único entrenador que escaló al pedestal de ídolo, justo en el momento crítico en que el bronce de la estatua empezaba a cuartearse.

En el haber estrictamente deportivo del técnico queda nada menos que un campeonato (con lo que eso supone para Racing y su larga sequía) y la consolidación de un equipo que, se impone subrayarlo, es obra exclusiva de Cocca.

Para tal fin, tuvo primero que restablecer la autoridad del cargo. No a los gritos ni impostando declaraciones frente a los micrófonos. Sino ganándose la confianza y el respeto del plantel y desarrollando una línea de acción coherente y seria. Más allá de sus postulados tácticos, una materia siempre opinable.

Cocca capeó algunos temporales con dignidad y sin sobreactuaciones. Fue de una sinceridad políticamente incorrecta al decir que prefería perder el clásico y ganar el campeonato.

Por lo tanto, tras la derrota, enfrentó objeciones y carteles difamatorios. Y otro tanto sucedió con la desprolija incorporación de futbolistas con los que compartía representante.

Pero uno de esos jugadores discutidos es precisamente el más cotizado del grupo y el más codiciado por el mercado.

Hay que creer que, al margen de la supuesta conveniencia económica para el empresario Cristian Bragarnik, Cocca confiaba ciegamente en las condiciones de Gustavo Bou.

Porque lo bancó, con enorme personalidad, hasta que el delantero exhibió el enorme caudal de talento que se había guardado durante toda su carrera. Profesionalismo, contratos que se cumplen sin contratiempos, imagen de seriedad, fortaleza deportiva con un plantel de primer nivel, un lugar en la Libertadores.

Racing parece haber girado ciento ochenta grados. Y Cocca ha sido un elemento importante de esa metamorfosis.