MILANO -- El estadio Giusseppe Meazza está vivo. Cada vez que hay partido este gigante de cemento y acero sale de su letargo, vitalizado por la fiesta del fútbol. El documental San Siro, del cineasta Yuri Ancari, documenta en detalle, con poesía minimalista, ese despertar.
El film registra de principio a fin una típica jornada de fútbol en Milán, como la que viviremos este sábado. Temprano, unos pocos hombres, protegidos contra la lluvia de ese día, abren el estadio a las cadenas de TV que retransmitirán un partido para todo el mundo. Otros ubican las primeras vallas. La policía registra cada rincón. Unas bombas de estruendo, las mismas que usan los hinchas del Calcio, ahuyentan a las palomas del césped, bañado por un sol artificial que lo reverdece.
Ancari es italiano pero no es un fan del fútbol. Sin embargo, entiende lo que significa para millones de personas en todo el planeta. La idea de la película le surgió como una revelación religiosa: “Estaba en Dubai para otro proyecto y, en cada lugar, la TV trasmitía la misma imagen: un plano fijo de la Kaaba, en La Meca. Estaba rodeada por una enorme cantidad de peregrinos en oración. Vi en esas imágenes algo similar a los planos de los estadios los domingos. Comencé a mirar al estadio como un lugar de atracción para las masas, una especie de templo pagano”.
Entonces, eligió a este monumento global del fútbol para rodar su película. Se trata, muchos acuerdan, de un edificio tan o más significativo que La Scala, la ópera de Milán, o su gótica catedral del siglo XIV. “San Siro es hermoso, fue excitante estudiar y animar su arquitectura”, subraya el realizador.
"Aunque se trata de un lugar abierto, mi idea era transmitir una sensación de encierro y claustrofobia -explica Ancari-. Todas las tomas que hice buscan contribuir a enfatizar esta sensación, aunque en el contexto de la magnífica grandeza del estadio". El film consigue esto y más con planos impresionantes y minuciosos. El sonido da las últimas pincelas a un cuadro de adoración al fútbol. Los hinchas comienzan a poblar las tribunas; los alambres y el concreto vibran bajo su voz colectiva.
El micro con los jugadores, del AC Milan en este caso, llega al estadio. Los futbolistas ingresan al vestuario. La gran estrella, Balotelli en el film, cierra la fila. Corremos a nuestros lugares. La película también. Está por comenzar el rito más maravilloso de todos. Este sábado, Atlético y Real Madrid se juegan la final de la Champions. El fútbol nos espera y no podríamos pensar en un altar mejor que este.