MILANO -- La “culpa” es de Barcelona, pero Atlético lo sacó de esta Champions y no podrá estar este sábado en Milán para disfrutarlo. El 28 de marzo de 2012, después de la ida por los Cuartos de final de otra Copa de Europa (Milan 0-0 Barça), Dani Alves calificó el césped del estadio San Siro como “un patatal”, un término muy español que se utiliza para describir campos de juego embarrados y minados por pozos. El club catalán presentó una queja formal ante la UEFA por las pésimas condiciones en las que se jugó ese partido.
No era la primera vez que San Siro daba esa mala imagen. Los directivos de Milan e Inter, que administran junto al Municipio uno de los estadios más importantes de Europa, aceptaron que la situación era intolerable y se decidieron a darle una solución definitiva. Se contactaron con la empresa neerlandesa Desso, que también trabajó en el césped de Wembley, en Arsenal y en otras canchas de la Premier League y de la Bundesliga, además de la NFL en los EEUU, y les encargaron renovar su campo.
Con una maquinaria especial sembraron 20 millones de fibras sintéticas, a dos centímetros de distancia cada una, en el mítico césped de San Siro. Cada fibra está enterrada 20 centímetros en la arena sobre la que se asienta el campo y sobresalen apenas dos o tres centímetros del suelo. Las hierbas naturales se mantienen un par de centímetros más altas (a cuatro o cinco centímetros), para poder ajustar la altura al gusto de los equipos milanistas.
El cambio es prácticamente invisible al ojo humano. Por eso es que mucha gente no sabe que el estadio donde se jugará la final de la Champions League 2016 tiene un césped híbrido, 70% hierba natural y 30% sintética. Pero resolvió un problema central del estadio, en especial durante los crudos inviernos lombardos donde la hierba apenas vivía un par de meses, y nos acostumbró a este espléndido verdor que vemos hoy y que es más propio de un estadio como el milanés.
“Se trata de un césped natural pero con un refuerzo artificial que le da fuerza y vida al campo del Meazza durante todo el año”, explicó en su momento el diario Corriere della Sera de Milán. “La novedad tiene dos ventajas fundamentales -agregó-: conserva el encanto y la historia del fútbol que se juega en el pasto, pero ofrece la casi certeza de mejorar la condición del césped durante todo el año, con la reducción de los costos de mantenimiento”.
Con el dinero ahorrado, Inter y Milan gastaban más de medio millón de euros por años para cambiar el césped cuatro veces por temporada, se instaló un moderno sistema de iluminación, utilizado en otros grandes estadios europeos, que facilita el cuidado del césped, extiende su vida, mejora su color y aumenta su densidad.
Cuatro años más tarde, el patatal es ahora un paño de billar. No estará Dani Alves pero Antoine Griezmann y Cristiano Ronaldo podrán disfrutarlo por él. Y nosotros, de ellos.