MILANO -- El título no oficial de la película que Atlético y Real protagonizarán este sábado en el estadio San Siro es: La revancha. El antecedente fresco de Lisboa 2014, cuando los blancos se quedaron con la Décima, habilita la posibilidad de que el equipo de Simeone, renovado en nombres pero no en estilo, se quede esta vez con la Copa. Pero también en el otro vestuario tiene sed de venganza. Para Zidane, sobre todo, ganar el derbi Madrid es una cuenta pendiente.
Los dos partidos en cuestión, el de hace dos mayos en Portugal y el de febrero en la capital española, dejaron valiosas lecciones para esta gran final de la Champions. En Lisboa, Simeone aprendió que no se pueden dar ventajas físicas como las que dio al alinear a un Diego Costa tocado que apenas pudo jugar unos minutos. Algo parecido aprendió Zizou cuando apuró el regreso de Benzema para jugar el último derbi. Esta vez, los que estén bien jugarán y el resto alentará desde la platea.
Tampoco, hay que relajarse. Nunca. El gol de Sergio Ramos, que empató esa final europea en el minuto 93 y la llevó a un alargue, es un recuerdo del designio nefasto de Atlético en la Copa de Europa -la final de 1974 se le escapó de un modo similar-. El objetivo colchonero será ganar la Champions y cortar esa racha cruel que los acecha.
El equipo de Simeone se presenta con los mismos argumentos a otra final. Incluso, más convencido de la idea. Sacrificio, concentración, velocidad y eficacia serán, como siempre, sus armas. Como ante Barcelona y Bayern, sus víctimas previas. A diferencia de Lisboa, este Atlético llega en gran forma física y en buen nivel futbolístico, tanto individual -Griezmann y Oblak, brillan en las áreas- como colectivo.
Ambos planteles cambiaron bastante en dos temporadas. En Atlético ya no están Courtois ni Miranda, pero el bloque defensivo se muestra igual o más sólido. En el medio, Saúl y Augusto serían las caras nuevas para sostener la misma dinámica. Adelante, Torres y Griezmann en plenitud suplantarán a otra gran delantera, Costa-Villa, que llegó muy desgastada a la final de 2014. Filipe Luis, Godín, Juanfran, Gabi y Koke repetirán en el once de Simeone para dar continuidad al proyecto.
Zidane, que también estuvo en Lisboa, como ayudante de Ancelotti, ya no tendrá a Casillas, Coentrao, Khedira, Di María ni Morata, pero no debería extrañarlos. Keylor Navas, al que Real Madrid estuvo a punto de cambiar por De Gea, es su héroe silencioso. Pepe (lesionado aquella vez), Marcelo (suplente) y Casemiro (no convocado), ahora serán titulares. Son piezas vitales en este Madrid. También se suma Toni Kroos para gestionar el fútbol. Alguien deberá suplir el vértigo de Di María, que fue clave en esa final. Todos confían en Bale para la tarea.
Aquella definición también nos prepara para el partido que vamos a ver. Mucha estrategia, orden defensivo, velocidad y voluntad de contragolpe. Escasa circulación horizontal y mucho ritmo para atacar en pocos pases. Cada pelota parada, cada córner, tendrá el valor de poder cambiarlo todo. Un partido sin concesiones, de máxima atención, que se definirá en detalles. Ganará el que cometa menos errores.
Como pasó la última vez que se enfrentaron, ya con Zidane como DT del Madrid. Zizou sabe lo que es ganar la Orejona, y encima ser la figura de Real, y también conoce lo que es perderla, le pasó con Juventus ante su actual equipo. Lo que no vivió todavía es un triunfo como DT, en su corta carrera, ante el Atlético de Simeone.
Cuando jugaron en esta Liga, en febrero, el planteo del Cholo maniató a su rival como lo hizo en muchos derbis previos. Griezmann tuvo una chance, la aprovechó como suele hacer, y se llevaron los tres puntos del Bernabéu. Hasta ahora, esa es su única derrota en Liga y como local. La caída hizo que se pusiera en duda la capacidad de Zidane para el cargo. Él también querrá tener revancha.
Esa derrota fue decisiva en el armado de este Real Madrid. El esquema 4-3-3, Carvajal y Marcelo en las bandas, Pepe por Varane, Casemiro como pivote defensivo, Modrid y Kroos adentro, James -que se fue silbado- e Isco en el banco, la BBC como bandera a la victoria; todo eso nació, de un modo u otro, en la paliza táctica que Simeone le dio a Zizou en ese derbi. Zidane aprendió las lecciones y corrigió a tiempo. Su equipo peleó la Liga hasta la única fecha y está en otra final de Champions.
Ahora, Zidane aprendió que Real Madrid necesita superar al conjunto de Simeone en sus propios juegos. Debe ser sólido en defensa y contundente en ataque. Pero sobre todo paciente, muy paciente. Solo podrá vencer a Atlético si es efectivo en las áreas, si neutraliza sus contras y domina el duelo mental para mantener al máximo la concentración -aquella derrota se gestó en un lateral ante la pasividad blanca-.
La estadística, sobre todo en Europa, juega para Real Madrid. Los blancos, máximos campeones con diez Champions, nunca perdieron una final en este siglo -ganaron las últimas cuatro que jugaron-. Atlético, que ya perdió dos en su historia, se transformaría en el mayor subcampeón continental si la tercera no es, como pretenden, la vencida.
Este sábado en Milán, la esperanza albirroja volverá a estar puesta en Simeone. El Cholo podría ser el tercer DT latinoamericano en ser campeón europeo, detrás de los argentinos Luis Carniglia y Helenio Herera. En tanto, Zidane sería el primer técnico francés en ganar la Champions y en apenas seis meses en la profesión. Cada uno va con sus estilos, sus ideas y las lecciones, de Lisboa y de Madrid, bien aprendidas. Los dos tienen motivos para buscar una revancha. Pero lo que quieren es la gloria.