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15 años después, Real Madrid suma tres Supercopas Europeas más

MADRID -- Hace 15 años que el Real Madrid conquistó su primera Supercopa de Europa. El 30 de agosto de 2002, el cuadro merengue se presentó en el Estadio Louis II de Mónaco como campeón de la Champions League. Su rival, el Feyenord, campeón de la entonces copa de la UEFA de la temporada 2001-2002.

Real Madrid se alzó con el trofeo después de vencer por 3-1 al cuadro holandés en uno de esos partidos memorables para la afición blanca. Raúl, que ya entonces era un mito en ciernes, lideraba el ataque, Zinedine Zidane ejercía de maestro de ceremonias en la media y un jovencísimo Iker Casillas cuidaba la portería. Los héroes, sin embargo, fueron Roberto Carlos y Guti, autores de dos de los tres tantos con que se impuso el equipo merengue, después de que Paauwe abriera el marcador con un gol en propia puerta y Van Hooijdonk descontara para los holandeses. En el banquillo merengue, mandaba otro mito de la institución, Vicente del Bosque.

Real Madrid celebró la conquista por todo lo alto. Aunque hacía solo tres meses que se habían coronado monarcas de Europa por novena ocasión con aquella mítica volea, en aquel momento figuró como uno de los títulos más importantes para la institución.

Era el único trofeo que faltaba en sus vitrinas y ya habían fallado en el intento en dos ocasiones en menos de una década, en 1998 y en 2000.

Con el tiempo fue adquiriendo una importancia simbólica mayor. Aunque el Real Madrid tardó 12 años más en volver a tener la oportunidad de pelear por la Supercopa de Europa tras sumirse en una etapa oscura en que los títulos llegaban a cuentagotas, desde aquel día cuenta todas sus finales internacionales como victorias.

15 años después, Real Madrid ha sumado otras tres Supercopas Europeas más a su extenso palmarés. La gran conquista de aquel final de verano de 2002 ocupó, en su momento, un lugar de privilegio. Pero el tiempo y la acumulación de los éxitos recientes la ha relegado a uno más entre decenas de trofeos.

La primera Supercopa de Europa conquistada por los merengues se asoma tímidamente en una de más de diez vitrinas destinadas a la exhibición de todos y cada uno de los trofeos conquistados por el Real Madrid desde su fundación en 1902. Y cuando decimos todos, incluimos los campeonatos regionales previos a la profesionalización del futbol en la primera mitad del siglo XX y decenas de recuerdos de trofeos de mero valor sentimental, como el Santiago Bernabéu, un amistoso que año con año se disputa en Chamartín como simbólico banderazo de salida a la campaña merengue.

Uno más entre los 117 trofeos originales que se encuentran expuestos en el Museo del Santiago Bernabéu en una sala dedicada a contar la historia del club a través de sus conquistas. Colocadas en orden cronológico en un extenso pasillo, vitrina tras vitrina hasta llegar a 2017, con el trofeo de la Liga 2016-17 como última adición. Todos, excepto las 12 copas de Europa, que tienen su propio salón.

Al otro lado, decenas de pantallas colocadas en serie donde constantemente se proyectan las imágenes de los mayores momentos de gloria del cuadro merengue – desde las imágenes en blanco y negro que recuerdan la conquista de su primer título continental en 1956, hasta la penúltima, la que Cristiano Ronaldo aseguró marcando el último penal de la tanda frente al Atlético de Madrid en 2016. Y es que tan poco ha tardado el Madrid en volver a ganar la Champions League, que no ha dado tiempo a actualizar la muestra museográfica.

Y ahí, casi al final – en la vitrina correspondiente a los últimos años de la década de los 90 y la primera década del siglo XXI – se encuentra la primera Supercopa de Europa tímidamente colocada entre el trofeo de la Intercontinental y una réplica de la Champions de ese mismo año.

El lugar privilegiado, en el hall al final de la sala, de momento pertenece a las últimas conquistas, la Supercopa de España y la cuarta Supercopa de Europa. Exhibidas ambas en una vitrina especial y acompañadas por el actual uniforme.

Un remanso de luz antes de entrar a la segunda sala, dedicada a los jugadores de leyenda. Ahí se exhiben Balones de Oro y Botas de Oro conquistadas por los jugadores merengues – incluso si se los adjudicaron antes de vestir de blanco, como el de Kaká. Destaca, por supuesto, el Superbalón de Oro de Alfredo Di Stéfano, la colección de Cristiano Ronaldo (incluido la Bota de Oro de 2008), y la Bota de Oro conquistada por Hugo Sánchez en 1990, misma que lo convirtiera en el primer jugador de la Liga en proclamarse máximo goleador de Europa.

Acabando el salón de la fama hay un pequeño salón dedicado al equipo de baloncesto que hace las veces de descanso antes del plato fuerte: la sala dedicada a la Champions League.

Las doce copas, relucientes, dominan el centro de la sala en una vitrina de cristal de doble vista. Los niños, sobre todo, se agolpan a su alrededor con la esperanza de hacerse una foto con el trofeo original, mientras los adultos se deleitan contemplando las reliquias de cada uno de los 12 partidos más importantes en la historia del Real Madrid expuestos alrededor.

Ahí hay un par de botas de Di Stéfano como recuerdo de la cuarta y el balón con que se disputó el partido. También están las de Mijatovic, que devolvió a la gloria al equipo merengue después de casi tres décadas en 1998, y hasta las utilizadas por Daniel Carvajal en Milán, antes de deshacerse en lágrimas al caer lesionado durante el partido. Los uniformes, propios y del rival, y hasta los banderines. Todo bajo una luz tenue y bajo la perpetua mirada de los más grandes que en una proyección relatan sus recuerdos de aquellas batallas. Desde Zidane, pasando Raúl, Sergio Ramos, hasta Alfredo Di Stéfano, ya en el ocaso de su vida.

De acuerdo con los organizadores del Tour del Santiago Bernabéu, el recorrido por el Museo tiene un tiempo estimado de hora y media de duración. Pero como no hay límite de permanencia, hay quien llega a permanecer más de tres horas contemplando cada detalle, o quizás, buscando entre tanta exaltación a las conquistas pasadas, aquel trofeo ‘del montón’, pero de gran carga emocional.