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Jan Oblak fue el héroe ante el Juventus de Cristiano Ronaldo

Cristiano Ronaldo por sí solo no es suficiente para hacer daño al Atlético de Madrid. El conjunto rojiblanco firmó una victoria por 2-0 sobre la Juventus en la ida de los octavos de final de la Champions League en un encuentro en que fue la fuerza dominante de principio a fin y en el que, de nueva cuenta, Jan Oblak se erigió como héroe en la portería.

El arquero del Atlético de Madrid sumó su quinto partido de octavos de final de Champions League sin encajar un solo gol y sin intervenir gran cosa. Tuvo con dos paradas de antología, al principio y al final. Oblak estaba bien protegido. Tenía en Thomas Partey al escudero perfecto para desarticular desde la media cualquier intento de la Juventus de armar juego. En Godín y Giménez, la última barrera. Tan sólida que no permitió que Cristiano Ronaldo tocara más de dos o tres balones dentro del área.

Y cuando le tocó meter la mano, lo hizo de una manera incontestable. Justo lo necesario, por otro lado, para contrarrestar la potencia en el golpeo del portugués.

El 7 llegó al Wanda con ganas de destrozar los sueños de Diego Simeone y sus hombres de llegar hasta el final en el torneo. No hay cariño entre el portugués y su antiguo archirrival. Lo recibieron con una sonora rechifla y continuaron increpándolo durante gran parte del partido. A Cristiano le han gritado de todo: "paga a Hacienda", "tonto", o alusiones (bastante directas) a la acusación, e investigación, por agresión sexual que vio la luz apenas puso un pie fuera de Madrid.

Cristiano respondió con una 'manita'. No en la portería, Oblak se aseguró de ello. Con un mero gesto, casi a discreción, recordando a la afición que ha ganado cinco títulos de Champions League; dos a costa de los rojiblancos.

Sabiendo que el '7' es más peligroso cuando está enojado, el estadio entero se sumió en tensión cuando se dispuso a cobrar una falta antes de que se cumplieran diez minutos. Le pegó con toda la potencia que pudo - que es bastante - pero lo único que logró fue hacer ver a Oblak como un titán al sacar un balón que parecía imposible.

La frustración del luso solo aumentaría conforme se acercó el final.

No volvió a tener una oportunidad tan clara.

Le faltó ayuda, pues por mucho que se apoyara en los movimientos de Mandzukic, eran más balones los que él repartía que los que le llegaban.
En el Atlético, mientras tanto, Diego Costa se dedicó a desperdiciar oportunidades frente a Szczesny. El atacante está todavía lejos de su mejor versión, tanto en cuestión física como en acierto de cara a puerta. Griezmann, aunque animoso, por momentos se veía desbordado. Y ni siquiera por una buena cobertura de la defensa de la Juventus, si no por equivocarse en los pases.

Se complicaban solos y el VAR no les ayudó. Intervino dos veces, y en ambas, negó sendas posibilidades al Atlético de Madrid. En la primera, en la primera parte, negó un penal después de un derribo de De Sciglio a Diego Costa, pues la falta había sido afuera del área. En la segunda, con 20 minutos por jugarse, anuló un tanto a Álvaro Morata por un contacto dentro del área.

El enojo de los rojiblancos era enorme, pero el empujón del delantero a un rival lo había sido aún más.

Para entonces el Atlético de Madrid ya había logrado tomar el control del partido y encerrar a la Juventus. Más frecuentemente que no, había hasta nueve jugadores del conjunto italiano defendiendo dentro del área.

Y ni así pudieron evitar que el Atlético sacara el mayor provecho posible de su dominio. Con poco más de diez minutos por jugarse, José Mará Giménez hizo 'justicia' a lo que había ocurrido durante toda la segunda parte al poner el 1-0 en el marcador. El golpe a la moral italiana fue mortal y el Atlético, que seguía apretando, no tardó en duplicar su ventaja. En ese bombardeo incesante, Antoine Griezmann se coló por una banda para poner un servicio cruzado para que Diego Godín completara la faena.