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En la Copa América, Colombia demostró que puede competir contra los mejores del continente

Colombia derrotó a Uruguay en cuartos de final Getty Images

Reinaldo Rueda puede estar tranquilo. En el primer gran desafío de su segunda etapa al mando de la Selección Colombia, el equipo y las individualidades le respondieron, recuperó cierta mística, aprobó el examen y encontró varias certezas, entre las que sobresale una muy buscada por la Tricolor en los últimos tiempos: tiene con qué competir contra los grandes del continente.

Desde la llegada de José Pekerman en 2012 y la irrupción de una generación de futbolistas de enorme jerarquía y relevancia en los grandes torneos europeos, el seleccionado nacional se puso un objetivo ambicioso pero real: pelear por la supremacía sudamericana con los gigantes de siempre, Argentina, Brasil y Uruguay. Consciente de que el talento individual estaba, se buscó generar una idea de equipo para aprovechar dichos recursos. Pero se logró poco. Hoy, Rueda volverá a busca competir contra ellos. Y comenzó muy bien.

Colombia finalizó tercera en la Copa América y ese puesto en el podio dice mucho más que el simple número. Nadie duda de que fue la tercera mejor selección del campeonato. Y esa certeza está asociada, sobre todo, a los partidos contra brasileños, uruguayos y argentinos. Haberse medido con los tres fue una gran forma de comprender cuáles pueden ser las posibilidades del equipo. En todos los encuentros tuvo momentos en los que jugó mano a mano y momentos en los que se refugió. Pero siempre dio la sensación de que competía. Esa es la meta.

Por nombres, está claro que Colombia tiene mucho más material que el resto del continente. Incluso se puede decir que está en condiciones de discutir con Uruguay. El problema siempre ha sido encontrar un funcionamiento para aprovechar esos nombres y que ese funcionamiento también se vea en los duelos mano a mano, donde los errores cuestan más caro que en otras circunstancias. En poco tiempo, Rueda logró una vena competitiva que puede ser la base de su idea.

La Tricolor enfrentó a Brasil en su último partido de la fase de grupos. Venía de perder contra Perú y solo le había ganado a Ecuador. No estaba comprometida con la clasificación, pero tampoco podía regalar nada. Con un equipo ofensivo, con Daniel Muñoz en la lateral derecho, Matheus Uribe en el centro, Juan Cuadrado y Luis Díaz en las bandas y Duván Zapata y Rafael Borré en la delantera, se plantó de igual a igual. Por supuesto, el local tuvo la posesión y la iniciativa, pero lejos estuvo de someter a Colombia.

Esa actitud es la que debe mantenerse, porque una cosa es respetar y saber cuáles son las fortalezas del adversario y otra es sentirse inferior y jugar como tal. A los diez minutos, una gran jugada y una espectacular definición de Díaz, la figura del equipo en el torneo, puso al frente al conjunto de Rueda. Por primera vez, Brasil estaba abajo en el marcador y contra un rival que sabía lo que hacía. Luego tuvo la pelota, buscó, pero la solidaridad y la concentración de Colombia no le permitió llegar con claridad. Recién empató a los 32 del segundo tiempo, tras la polémica jugada que no detuvo Néstor Pitana. La derrota sobre el final no empañó el buen trabajo.

Uruguay fue el rival de cuartos de final. Y la propuesta fue todavía más osada, con la dupla Luis Muriel-Duván en ataque y Borré por la banda derecha, ante la ausencia del líder futbolístico del equipo, Cuadrado. Otra vez, a competir contra figuras de la talla de Luis Suárez y Edinson Cavani. Nada de esperar o ceder la iniciativa. El desarrollo del juego no fue bueno, no se sacaron ventajas y aunque quizás la Tricolor estuvo más cerca, el 0-0 fue lógico. La victoria por penales fue un premio a la actitud.

En semis contra Argentina, Colombia jugó mejor que la Albiceleste. Sin necesidad de hablar de merecimientos, sí se puede decir que hizo méritos para ser finalista. Llevó el peso del partido durante buena parte del mismo, generó más remates al arco y tuvo más el balón. Solo fue sometido algunos minutos al comienzo y otros al final tras el ingreso de Ángel Di María. Con un Díaz estelar y otra vez un trabajo colectivo muy bueno para marcar a Lionel Messi, jugó su mejor partido del ciclo. La derrota en los penales fue un castigo demasiado grande.

Quizás la mejor noticia de esta campaña copera haya sido esa, la certeza de que puede plantarse contra los mejores de la región y jugar de igual a igual.