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Esperando a Tevez

BUENOS AIRES -- Si bien las evaluaciones posteriores permitieron caracterizar la derrota en Ecuador ante Independiente del Valle como un resultado remontable (por el efecto Bombonera), con el resultado caliente las críticas sonaron fuerte para algunos hombres de Boca.

Uno de los más apuntados fue, con razón, Carlos Tevez, de rendimiento flojo, sin influencia en el equipo y con trazo grueso a la hora de definir.

Tal vez las exigencias para él se redoblan, ya que luego de un largo período de forzar la máquina, sobre todo en 2015, ahora el receso le permitió recargarse.

Incluso de habló de que estaba en su peso ideal, es decir de una puesta a punto que abarcaba todos los detalle. Entre ellos, las desavenencias tácticas con el técnico.

Luego de la tensión entre el reclamo de Barros Schelotto (lo quería de nueve clásico) y la pretensión de Tevez (jugar más libre, sin el corsé del área), un término medio salomónico decretó la comodidad para todos.

Tevez juega de nueve, de acuerdo, pero se respeta su avidez de metros. Su necesidad de emprender carreras medias y largas, muchas veces con pelota al pie, que es como consiguió buena parte de los goles durante su brillante paso por Juventus.

El área es su destino, no su morada permanente.

Así y todo, se lo sigue esperando. Como ocurrió el año pasado, con Boca campeón, cuyo genio apareció en dosis esporádicas, como segunda punta, socio de Calleri, goleador del equipo.

Su imprecisión en los pases y su intento fallido de jugar como una estratega se atribuía, acaso con justicia, a cierta saturación. Hay que reconocer que Tevez siempre demuestra disponibilidad absoluta.

Hoy, renovado por el paréntesis y estimulado por la semifinal de la Copa Libertadores, Tevez sin embargo continúa sin satisfacer la enorme expectativa desatada con su regreso al club, hace un año exacto.

Quizá es esa demanda –que el propio futbolista sabe desairada– lo que lo lleva a alguna ansiedad o a abusos del ego que no lo favorecen.

Así como Messi, en la final de la Copa América Centenario ante Chile, jugó a hacer solito el gol heroico que pusiera fin a su martirio de presiones, Tevez por momentos parece aquejado por una urgencia semejante.

A veces, aun con posibilidad de pase, elige la jugada individual de larga urdimbre que termina en golazo o en queja del compañero.

Saludablemente, se ve que ha desistido del lugar de organizador. Por más que su nombre lo obligue a una participación protagónica, el centro de gravedad de Boca no puede ser Tevez.

El Apache está para resolver en los últimos metros, ahí donde su explosión y su remate hacen más daño. En lo posible, bien rodeado.

Nadie debería aguardar una réplica del delantero indomable de los inicios y atenerse a las ventajas de la versión madura. Si no media la urgencia, Tevez devolverá con fútbol del bueno la adoración de su público.