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Vinícius es víctima, el racismo no tiene cabida

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Martín Ainstein explica lo que pasó con Vinicius en un partido cargado de tensión y polémica (1:46)

El resumen de lo que se vivió en el Estadio Mestalla contado por nuestro reportero, quien cree que esta historia tendrá nuevos capítulos proximamente. (1:46)

MADRID -- Lo pongo en el título del artículo porque, gracias al enorme ruido mediático al que asistimos desde hace meses en España, no sobra recordarlo: Vinícius es una víctima de todo lo que está pasando y no un culpable.

Porque da la sensación de que los “peros” se imponen en este particular partido en el que todos deberíamos de estar en el equipo contra el racismo. En este debate no hay grises: o eres racista o anti racista. Ni “peros”, ni “matices”. Hay una lacra que hay que erradicar y que, en 2023, sigue presente en la sociedad.

No creo que España sea un país racista, lo cual no quiere decir que no haya racistas en mi país. El problema real que tiene esta sociedad es la falta de lucha contra esa casta, la que odia a toda aquella persona que es diferente, diversa y va en contra de los cánones establecidos a todos los niveles.

El racismo trasciende fronteras y generaciones. Por eso otro problema de España ha sido la falta de educación contra esos comportamientos y la impunidad. Llevado esto al futbol, todos asistimos (o hemos asistido) a actitudes racistas en los estadios de futbol que se quedan ahí, como si nada hubiera pasado y todo valiera. Se olvida muy pronto.

Vinícius podría callarse, obviar esos comentarios y seguir ganando millones mientras deslumbra en el terreno de juego. Ahora goza de unas ventajas al alcance de una minoría y su zona de confort le podría permitir vivir aislado de cualquier problema. Pero eligió luchar y señalar a los culpables. Y eso es digno de alguien con personalidad.

Vinícius podrá tener comportamientos reprobables y gestos que sobran - a mi hay varios que no me han gustado-, pero igualar esas actitudes a la lucha contra el racismo es impropio de una sociedad moderna y tolerante.

Es un chico de 22 años que lleva varios meses denunciando algo que, lejos de desparecer, ha vuelto con fuerza. A Vinicius le han pisado, le han llamado “mono” y “macaco”, le han mordido la cabeza y ha sido objetivo de burlas, memes y broncas mediáticas durante los últimos 4 años. Insisto: tiene 22 años, sólo 22 años, y el sábado en Valencia dijo basta y acabó derramando unas lágrimas que deben ser las de todos.

Quien llama “mono” a alguien es porque es un racista excluyente que merece la expulsión de cualquier estadio, un castigo ejemplar y una re educación a la altura del delito. Porque, recordemos, los insultos racistas sí son un delito, de odio para ser más exactos. Si a Vinicius le llaman “mono” qué no llamarán a otras personas en el día a día…

LaLiga ha luchado (y luchará) contra el racismo en los estadios a través de las denuncias interpuestas, pero también los clubes pueden hacer más. De hecho, todos tienen la potestad y la obligación de hacer mucho más. Saben dónde están los focos culpables de este tipo de actitudes y pocos hacen algo.

Aprovechando esto, no estaría de más que los clubes, la Federación, LaLiga o los gobiernos (o a quien le toque, en definitiva), aprovechen también para que los estadios no se conviertan en un sitio de barra libre frente de insultos. Ha pasado con Vinicius y con Iñaki Williams en temas raciales, pero otros como Pep Guardiola, Morata o Courtois han tenido que soportar odio de otras características que dejan mal la imagen de los aficionados españoles.

El odio es generalizado, pero da la sensación de que en el fútbol ha encontrado una zona de confort peligrosa. Quién aquí escribe lleva viajando más de diez años por los campos de fútbol de todo el mundo y lo que pasa en España nos es distinto a lo que me he encontrado en todos los sitios que he visitado. Es una pena y estamos a tiempo de arreglarlo entre todos.

Es una responsabilidad común y un ejercicio de tolerancia imprescindible para buscar un deporte mejor que una a todos los ciudadanos de este mundo.

Dejémonos de debates estériles en prensa que, por cierto, también tiene mucha culpa de lo que está pasando. Y pensemos en que todos podemos hacer más ante un problema en el que Vinícius es la víctima y nunca el culpable.