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El Barça, obligado a ganar y a esperar la ayuda del Sevilla

BARCELONA -- El FC Barcelona, con un ojo puesto en el Bernabéu, buscará una victoria necesaria e innegociable en Las Palmas, donde le espera un equipo roto moralmente, con un entrenador, Quique Setién, que hace semanas perdió todo su ascendente en el vestuario y que apenas ha sumado un punto de los últimos quince disputados.

El penúltimo partido liguero de Luis Enrique al frente del Barça puede convertirse en una fiesta o un funeral, por cuanto en el mejor de los casos le catapultaría a depender de si mismo para el título, si ganando combinase con un triunfo del Sevilla en Madrid, y en el peor a despedirse del campeonato si una victoria del equipo de Zidane se combinase con un tropiezo ante un rival al que ha ganado los últimos tres enfrentamientos.

Agarrado al milagro, esperando en cualquier caso trasladar hasta la última jornada el desenlace liguero, el todavía campeón se sabe en una situación límite y alrededor del Camp Nou las sensaciones dan a entender que viendo la realidad del Madrid la palabra crisis está más cercana de lo que nadie querría ahora mismo reconocer, temiéndose el peor escenario en la despedida de una temporada que llama a la revolución.

COLGADO DEL MARCADOR

El Barcelona que un día llegó a vivir por encima de los resultados, que aceptó la derrota como parte del juego por el convencimiento que tenía de su apuesta futbolística y el éxito permanente es hoy historia. Es pasado.

A Las Palmas viaja sin esa seguridad de entonces y no solo por sospechar, temer, que el campeonato de Liga está cerca de escaparse, sino por constatar que el gran rival, el Real Madrid, ya no le pisa los talones, sino que está en disposición de volver a pasarle por delante.

Tres finales de Champions, con dos títulos en el zurrón y otro posible, en cuatro años, es un golpe demasiado duro para el orgullo de un Barça abocado a contentarse con el trofeo menor, esa Copa del Rey que en épocas pasadas servía para salvar temporadas como ahora solo sirve para reconocer que el mando ha cambiado de bando.

Se habla más de fichajes, de revolución en la plantilla, del carácter del nuevo entrenador y de un futuro desconocido que de la propia personalidad que un día tuvo este equipo. Sin cerrar el dichoso contrato de Messi y con Iniesta instalado en la duda respecto a su futuro, el Barça vive un auténtico galimatías que tiene en Canarias un estorbo de partido, más por lo que se juega que por lo que significa.

Un tropiezo abriría la caja de los truenos que tanto se ha intentado apartar del plano con discursos positivos y carentes de razón en este presente. Porque si bien es cierto que en la última década el Barça sumó muchos más títulos que el Madrid, también es cierto que en el último trienio, y depende como acabe esta campaña, el equipo de la capital le ha recuperado el terreno y hasta, mirando a Europa, le ha avanzado.

Las Palmas será este domingo el escenario en que se mantenga la duda, se prolongue la agonía o se rompa el encanto.