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Confesión dominical

ESPN

En un lapso menor a 24 horas, vimos campeón a Lionel Messi con Argentina, a Italia y a Novak Djokovic

Quise que avanzara lo más posible este domingo, antes de sentarme a escribir lo siguiente. Era necesario. No era falta de inspiración, mucho menos era un asunto de pereza o flojera. Quería que siguiera fluyendo el tiempo, que siguieran pasando las horas para después de poder ver todo lo que nos tenía que ofrecer el mundo del deporte, me pudiera ahora sí, sentar a escribir.

¡Que gran fin de semana! Es cierto el calendario dirá que unas cosas pasaron el 10 de julio y otras tuvieron que ocurrir hasta el 11, pero en un lapso menor de 24 horas, pudimos ver a Lionel Messi finalmente levantar un título con Argentina. A Novak Djokovic, ahora sí, sentarse en la misma mesa que Rafael Nada y Roger Federer y unas cuantas horas después, apenas a unos kilómetros, Italia se proclamaba campeona de Europa. Si alguien se aburrió este fin, no es alguien con quien tenga interés alguno de pasar un segundo de mi tiempo. Lo siento, pero así es.

Injusto para los involucrados el colocar una hazaña por encima de la otra -tampoco es como que imagine a los ganadores perdiendo el sueño por esta opinión muy personal-. Habrá quien diga que lo de Nole tiene que estar por encima del resto, puesto que ya es el Grand Slam 20 y la mera cantidad lo tendría que catapultar a la parte más alta de la lista.

Pero no me hablen de la importancia de la vigésima, por encima de la primera, cuando hace apenas algunas horas vi a toda una selección nacional, salir disparada en dirección a su capitán con tal de abrazarlo en el momento en el que el árbitro decretaba el final de su partido.

La copa que tanto anhelaba una nación futbolera, pero con especial dedicación para un tipo que se ha colocado como uno de los más grandes de la historia, y que veía como miles demeritaban una larguísima lista de logros, con tal de señalar una de las pocas cosas que le faltaban. Nunca más Lionel. Ya llevaste de vuelta a Argentina eso que desde 1993 se le negaba a los tuyos, y que en los últimos años parecía era responsabilidad exclusivamente tuya.

Y luego está Italia. 15 años desde el campeonato del mundo ganado en Alemania no parece tan lejano, pero si consideramos lo pronunciada que fue la caída de los últimos años, entonces entendemos mejor lo difícil que fue el retorno a los primeros planos.

Fuera del Mundial de Rusia con todo y lo que representa en el orgullo de un pueblo totalmente entregado a la 'Azzura' y otra vez dando vueltas olímpicas, otra vez festejando. Se lee mucho más fácil de lo que definitivamente lo fue. Mancini pareció no tener que esforzarse demasiado, y ahí radica la magia de lo conseguido.

Y así llegamos al cierre de un fin de semana que recordaremos con cariño. Unos más que otros por supuesto, pero que sabe mejor todavía cuando pensamos que hace un año teníamos deporte a cuentagotas. Calificar un triunfo por encima del otro sería faltarte al respeto a los protagonistas, sería demeritar lo logrado por quienes hoy duermen en la cima de sus respectivas disciplinas.

Mientras tanto queda claro que el mundo no deja de girar pese a que algunos crean haberlo detenido por un instante.