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¿Mourinho ha perdido su magia en la era de Klopp, Guardiola y Conte?

La función principal de un director técnico es motivar a los jugadores. Los mejores lo consiguen año tras año. Pero cuando esta habilidad falla, sus carreras comienzan a quedar a la deriva. ¿Y qué pasa cuando un director técnico pierde la capacidad de motivarse a sí mismo?

José Mourinho parece cansado. El hombre que llegó al Chelsea hace 12 años con una sonrisa y un gran deseo de hacer ruido ha desaparecido, para ser reemplazado por una versión más veterana que parece haber olvidado que el fútbol es divertido. No parece importarle si el Manchester United está sufriendo una paliza de 4-0 en manos del Chelsea, si frustra al Anfield cerrándole todos los caminos al Liverpool, o si está dominando al último campeón -Leicester City- 4-1. Ganen, pierdan o empaten, el fútbol parece haberse convertido en una experiencia poco feliz para El Especial.

El contraste con Juergen Klopp tras el 0-0 del United fue inconfundible. El alemán estaba decepcionado, pero ansioso por hablar de los errores que había cometido su equipo -- su entusiasmo por el fútbol resultaba evidente. En cambio, el técnico del United, quien después de todo había gozado de 90 minutos más exitosos, se mostró amargado y taciturno. Mourinho se animó brevemente al hablar de las estadísticas de posesión, y regresó a la sala de prensa para declarar que sus expertos en números habían calculado un 42 por ciento de posesión para su equipo en lugar del 35 por ciento que manejaban la mayoría de los analistas, pero se lo vio gris y distante en comparación con la gran energía que emanaba Klopp.

Los técnicos más vibrantes del mundo se han reunido en la Premier League, y Mourinho parece ser una reliquia de otra época. Pep Guardiola, Antonio Conte, Mauricio Pochettino y Klopp viven los partidos de sus equipos desde el banco, proyectando vigor a sus hombres. El Manchester City, el Chelsea, el Tottenham Hotspur y el Liverpool han reproducido el vivo carácter de sus técnicos. El United, en cambio, no ha logrado librarse de la identidad que asumió durante la época de Van Gaal. La proyección de Mourinho se acerca más a la generación del holandés que a las flamantes y ambiciosas figuras de la nueva era de la Premier League.

Con 53 años, Mourinho no es mucho mayor que Klopp, de 49, y que Conte, de 47, pero parece tener muchas cifras más en el cuentakilómetros. El politiqueo implacable de su ejercicio en el Real Madrid y su infeliz regreso al Chelsea parecen haberlo desgastado. Existe una teoría popular en el fútbol de que el Bernabeu "quebró" a Mourinho. No cabe ninguna duda de que regresó a Stamford Bridge más apagado, pero al ganar el título con un equipo desequilibrado hace dos temporadas demostró que todavía era un DT de peso. No obstante, el colapso posterior del Chelsea hundió a Mourinho en un bajón del que aún no ha logrado recuperarse.

Durante su primer ejercicio en el Chelsea, las conferencias de prensa de El Especial eran un imperdible de la semana. Con su encanto y el humor de su autocrítica, Mourinho lograba conquistar salas repletas de periodistas cínicos. Ahora los mismos escritores hacen fila para ver a Pochettino, cuyo dominio mejorado del inglés ha revelado abundante humor y perspicacia. O a Klopp, quien ha desarrollado un carácter aún más distintivo durante su primera campaña en la Premier League.

Cuando los DTs pierden la concentración, los jugadores son los primeros en darse cuenta. Esto socava la autoridad del hombre a cargo, y la autoridad no es algo que se recupera fácilmente. Cuando Mourinho perdió el control del vestuario de Stamford Bridge, se encontró en problemas. Aún no está ni cerca de llegar a ese punto en Old Trafford, pero debe hacer valer su autoridad y plasmar su identidad en el club.

En la nueva ola de técnicos de la Premier League, Mourinho luce como un rockero de los años '70 contra el punk. Todavía es capaz de llenar estadios y sonar bien cuando sube al escenario, pero ofrece lo mismo de siempre. Hasta llegó a regañar a los nuevos técnicos por su excesiva euforia, y reprendió a Conte por levantar al público cuando el Chelsea estaba 4-0 arriba el fin de semana. No fue hace tanto tiempo que el mismo Mourinho era el rebelde, la figura que entretenía al público, el hombre al que todos querían ver.

Sería equivocado descartar a Mourinho, pero ya no es una de las grandes figuras de una Premier League que rebosa de talento en la dirección. Si logra redescubrir su chispa, sería la remontada más importante de su carrera.