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De La Plata a Manchester United, el viaje futbolístico de Marcos Rojo

LA PLATA - La foto fue enviada desde el vestuario de Old Trafford a los cinco minutos del segundo tiempo del derbi de Manchester el domingo pasado.

"¿La viste?", pregunta la madre de Marcos Rojo, Carina, sacudiendo la cabeza, y me pasa su teléfono. El mayor de sus tres hijos le envió una foto de las dos grapas de metal que le cerraban un corte en la frente, donde además tenía un gran chichón.

"[David] Silva", dice el hermano de Rojo, Becho. "Se golpearon las cabezas. Hubo mucha sangre. Es por eso que [Marcos] tuvo que dejar la cancha. Va a estar bien. Mi hermano es fuerte".

A pesar de la preocupación inmediata de ver a su hijo tendido en el campo de juego con sangre en la cabeza, Marcos le aseguró a Carina que la lesión no es demasiado grave.

"Parece peor de lo que es", dice ella. "Yo tenía miedo de que el corte le hubiera llegado al hueso. No es nada tan grave como la última lesión".

Carina sacude la cabeza al recordar la lesión que sufrió Rojo en abril en el ligamento cruzado anterior.

"Eso fue realmente grave", dice Carina. "Volé a Manchester para verlo y luego fuimos a Oporto en Portugal para la operación. Luego volví a Manchester con él. Estaba muy preocupado por esa lesión, todos lo estábamos".

Rojo se perdió siete meses antes de regresar con éxito al primer equipo de Manchester United.

"Supe que iba a estar bien cuando lo vi bailar con sus muletas en la final [de la Europa League]", dice su madre.

Carina no vio en derbi en su casa.

"Acá no tenemos el canal, así que fui al club de fútbol", explica. "Siempre he visto jugar a mi hijo. En Malvinas, en Estudiantes. Íbamos a todos los partidos. El padre de Marcos también era futbolista. Él es hincha de Boca Juniors e intentó que Marcos también lo fuera, pero él se hizo hincha de Estudiantes. Se incorporó a ese club a los 11 años. Yo no quería que se fuera a Rusia (a jugar en el Spartak de Moscú), pero él fue porque dijo que sería un buen paso para llegar a un club importante de Europa. Salió en pleno verano y llegó a Rusia en pleno invierno. No hablaba ni una palabra de ruso.

"Yo estaba más contenta cuando se fue a Lisboa", continúa Carina. "Y estuve contenta cuando se fue a Manchester. Había otro club inglés (Southampton) que lo quería pero él esperó. Yo no conocía Manchester United hasta que un periodista me dijo: '¿Te das cuenta de que tu hijo acaba de sumarse al club más importante de la liga más grande del mundo?' ¡Yo no tenía idea! Claro que estaba orgullosa de él, pero estoy orgullosa de todos mis hijos".

Carina se emociona cuando recuerda ver a su hijo jugando el mundial para su país. "Fue uno de los mejores momentos de mi vida", asegura. Y, detrás de ella, la pared está cubierta con posters enmarcados. En el más grande, Marcos está junto a Lionel Messi, Sergio Agüero, Sergio Romero, Javier Mascherano, Gonzalo Higuaín, Javier Pastore y el resto de sus compañeros de selección en Brasil 2014.

"Hicieron muy bien en llegar a la final, pero no se puede ganar todo el tiempo".

Becho conoció a Messi, pero no le perdona haber convertido el gol del triunfo contra Estudiantes en el tiempo suplementario de la final del Mundial de Clubes de la FIFA 2009. El club argentino había estado a un minuto de consagrarse campeón del mundo, pero Pedro igualó el tanteador y luego Messi metió un gol disputado.

"Nunca fue gol", dice Becho con un suspiro.

Cuando hablas con la gente de Triunfo, el barrio de La Plata donde Rojo creció y donde vive su familia, casi todos dicen que es el mejor jugador que ha salido del barrio.

"Todos lo querían en su equipo", dice su amigo Pela, uno de los pocos que no lleva los pantalones cortos con el número 5 (el número de Rojo) de Manchester United. "Jugábamos justo ahí".

Pela señala un potrero donde las palabras "Becho" y "Marcos" fueron pintadas en una pared contra la que un perro descansa bajo el sol.

Franco Nicolás Rojo, conocido como Becho desde que su hermano le dio el apodo, me muestra el barrio que Marcos describe como "humilde". Becho conoce a todo el mundo y se detiene a hablar con casi todos.

"Se estaba empezando a poner bastante peligroso aquí con los ladrones, pero ahora hay más policía y es más tranquilo", dice.

Visitamos la casa de su tío, donde los perros se pasean por el jardín de adelante y los pollos deambulan por el fondo, cerca del baño exterior. Marcos ha escrito "Marquitos" en la pared.

"Marcos y yo jugábamos acá atrás todo el tiempo hasta que construyeron algunas casas", cuenta Becho señalando un terreno crecido.

En otra pared hay un gran mural de Rojo con media camiseta de Estudiantes y media de Argentina. Formó parte del equipo de Estudiantes que ganó la Copa Libertadores 2009, a los 19 años, junto a Juan Sebastián Verón.

En el mural Rojo está haciendo una rabona. Es famoso por este truco en La Plata, pero a pesar de haberlo hecho para Argentina en el mundial, no ha tenido muchas ocasiones para mostrarlo en United.

En el club Malvinas, cuyo primer equipo juega en la sexta división de Argentina, el entrenador Jorge cuenta que Rojo costeó un sistema de riego y habla de él con orgullo.

"Estoy contento de que sea un Red Devil porque aquí también tenemos los Diablos Rojos de Independiente", dice Jorge. "Conozco a Marcos desde que tenía cuatro años y siempre fue muy decidido. Lloraba cuando terminaban los partidos porque quería jugar más. Nunca he tenido otro jugador así".

La madre de Rojo echa de menos a su hijo.

"Me gusta ir a verlo a Manchester", dice Carina mientras me ofrece un mate. "Vi su debut en ese maravilloso estadio de Manchester. Él está feliz ahí con su familia y su hija habla inglés perfecto. Pero me encanta que mi hijo vuelva a casa al final de la temporada. Lo extrañamos mucho. Viene directamente aquí y me pide que le haga sus comidas preferidas, una con arroz y otra que es como una milanesa.

"Marcos es un buen chico", continúa. "Se esforzaba mucho en la escuela y nunca tuvo que repetir de grado. La única vez que tuvo que hacer escuela extra fue cuando estuvo en la primera de Estudiantes. Se perdió tres días de escuela para jugar en Perú en la Libertadores. Pero no me sorprende que le haya ido bien. Tiene una pelota de fútbol en los pies desde que empezó a caminar. A los tres años era arquero. Se unió a Estudiantes a los 10. Estudiantes es muy importante acá y nos alegramos mucho cuando nos llamó para contarnos que iba a jugar en el primer equipo. Fue muy emocionante. Es el único futbolista profesional de este barrio".

Los seguidores de fútbol de todo el mundo vieron el torso tatuado de Rojo el domingo cuando dejaba el campo de juego.

"Yo no estaba contenta cuando empezó a hacerse tatuajes", dijo su madre, pero él tiene un modo conmigo. "Me decía: 'Mami el tatuaje es de tu nombre'".

Andy Mitten es escritor independiente y fundador y editor de United We Stand. Síguelo en Twitter: @AndyMitten.