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Todo el mundo mira al Nápoles de Carlo Ancelotti

Carlo Ancelotti ha vuelto a hacerlo. El veterano entrenador es un valor seguro en lo que al manejo de grupos de gran calidad se refiere, por lo que hasta cierto punto el rendimiento de su Nápoles no debería sorprender a nadie.

Toda un carrera labrada a golpe de títulos han posicionado a Ancelotti en el altar más alto de los técnicos del fútbol profesional. No muchos pueden presumir de contar con tres Champions Leagues como entrenador y dos como jugador, de ahí que pocos puedan refutar sus planteamientos o sus convicciones cuando habla de fútbola. Ni siquiera su traspiés en el Bayern de Múnich el año pasado debería significar un borrón en su inmaculado currículum, pues esta temporada está quedando bastante claro que el grupo con el que trabajó el italiano la temporada 2017-18, el mismo que tiene ahora a su cargo ahora Nico Kovac, es quizás uno de los más sensibles y acomodados de los grandes conjuntos europeos.

Por otra parte, el Nápoles de Maurizio Sarri era un conjunto espectacular, que profesaba un amor por el fútbol de posesión y era capaz de ejecutarlo a altísima velocidad. Los del San Paolo se convirtieron en uno de esos equipos que gusta ver, de los que hacen las delicias de los aficionados. Las tres campañas que el ahora técnico del Chelsea estuvo al mando del equipo fueron buenísimas en términos locales, donde el equipo se afianzó como la gran alternativa a una imparable Juventus. Sin embargo, en Europa las cosas fueron diferentes.

El equipo no pudo clasificar a la Champions League en el playoff previo en 2015 y en la Europa League cayó a manos del Villarreal en la primera ronda eliminatoria. Se segundo año al frente del conjunto azulillo quedó apeado por el Real Madrid de Zinedine Zidane en octavos de final de la Champions League, tras haberse adelantado en ambos partidos de la serie en el marcador. Finalmente, el año pasado, el Nápoles cayó en primera ronda en un grupo bastante fácil --a priori--, en el que sólo el Manchester City debió haberle dado guerra. Al final, sería el conjunto ucraniano del Shakhtar Donetsk el que pasaría de ronda, mientras los de Sarri se iban a la Europa League, sólo para acabar cayendo ante el Red Bull Salzburgo a las primeras de cambio.

Este pobre récord europeo no desgastó la heróica imagen que se tiene de Sarri en San Paolo, pero sí que influyó a la hora de buscarle un relevo. La directiva, encabezada por el carismático Aurelio De Laurentiis, sabía que necesitaban dar un paso al frente a la hora de encontrar un hombre sobre quien armar un proyecto ganador a largo plazo, y para eso no existe nadie mejor que Carlo Ancelotti.

El italiano no ha pedido grandes estrellas en su primer año en el banquillo napolitano, pero sí ha requerido compromiso de cada uno de sus hombres. Tras la marcha de Pepe Reina y Jorginho, las llegadas de Fabián Ruiz y David Ospina ha sido lo más destacable del mercado de verano del equipo, por lo que el núcleo duro de jugadores sigue siendo el mismo que lleva trabajando más de un lustro junto.

En Italia, el papel del Nápoles sigue inalterado: segundo, intentando no dejar mucha distancia a una imparable Juventus que todavía no ha perdido un sólo partido en los dos meses que llevamos de campeonato. Pero en Europa el equipo napolitano ya va demostrando de que pasta está hecho.

La semana pasada venció al todopoderoso Liverpool, finalista de la última edición de la Champions League, con un gol de Insigne en el último minuto del partido, dejando bien claro que el equipo quiere guerra este año. La mano de Ancelotti en el plano táctico ya es más que reconocible dentro del grupo y si sus delanteros se encuentran inspirados, las metas del Nápoles pueden ser todo lo altas que se propongan.

De momento, los azulillos son líderes del grupo de la muerte en la competición continental, el cual comparten con el Liverpool, con el PSG y con el Estrella Roja. Si hace un mes alguién le decía a un aficionado napolitano que ésta sería la situación actual de su club, seguro que no lo hubiera creído.

La cuestión ahora es poder aguantar ahora el ritmo de la Juve (hace unas semanas ya le venció en Turín 3-1) e intentar dar la campanada en Europa. La próxima estación pasa por París, un lugar y un equipo al cual Ancelotti conoce perfectamente. Será entonces cuando se pueda medir de qué madera está verdaderamente hecho este equipo; pero hasta entonces todos los ojos estarán puestos en lo que vaya ocurriendo en Nápoles.