Súbitamente, la mayor riqueza de Pumas, su cantera, empezó a extinguirse. Ya no aparecían futbolistas con personalidad
LOS ÁNGELES -- Tuve un privilegio. Vi en plenitud a los Pumas de Hugo, de Cabinho, de Muñante, de Spencer, de Cuéllar, del Gonini, de Mejía Barón, de Negrete, de Borja, de Félix Cruz, de Olaf, del Pareja, de Chucho, de Luis Flores, de Luis García, de España, de Amador. Los Pumas de Marik, de Bora y de Mejía Barón. Vi la mano sabia de Renato Cesarini en la cantera. Los Pumas de Guillermo Aguilar Álvarez.
Quien no vio “in situ” todos esos momentos de Pumas, no debe y no puede hablar de Pumas.
Porque eso era Pumas. Un coloso. Una institución con simbolismos claros, profundos, poderosos, de orgullo, de respeto, de honorabilidad, de carácter, de hambre, de sabiduría. Cierto, no todo era perfecto. Pero, aquellos Pumas contenían y sometían desde una trinchera de lealtad al ya creciente monstruo del #ÓdiameMás, amparado ya por un poderoso consorcio televisivo.
Sí, Pumas era, con América, el referente de un modelo exitoso de trabajo: formaba notables futbolistas y elegía sabiamente los refuerzos extranjeros. México no ha tenido otro Cabinho u otro Muñante, así como no ha tenido otro Carlos Reinoso ni a otro olvidado por la facción americanista: Oswaldo Castro “Pata Bendita”.
¿Chivas? Formó pocos jugadores con el sello estricto de liderazgo y ejemplo. Acaso sólo Fernando Quirarte en la era moderna, en la era Post-Campeonísimo, porque los Benjamín Galindo, los Ramón Ramírez, los Ramón Morales, fueron reclutados.
Súbitamente, la mayor riqueza de Pumas, su cantera, empezó a extinguirse. Ya no aparecían futbolistas con personalidad. Acaso excepciones como Claudio Suárez, Jorge Campos y García Aspe, pero el resto han sido jugadores dentro de los estándares normalitos del futbol mexicano.
Por eso el planteamiento que titula este artículo: ¿Quién mató la cantera de Pumas? Ése es el enemigo público número uno de los universitarios.
Ciertamente, desde que menguó, hasta desaparecer después, el poder de Guillermo Aguilar Álvarez, empezó este escenario de decadencia en Pumas. Han surgido tipos, desde advenedizos hasta comprometidos con el proyecto, a través del patronato, pero sin éxito.
Sí, ¿quién mató la cantera de Pumas?
Gustavo Lema fue cesado la noche del martes. Desde que Xolos ganaba 4-0, su despido estaba anunciado. El 4-2 le puso cataplasma de piedad a su inevitable salida.
Cierto, la culpa no fue del indio sino del que lo hizo compadre. Lema se quedó al frente de Pumas, porque El Turco Mohamed, en su modalidad conocida de tira chambas, esgrimió de nuevo esa nostalgia de “volver con la frente marchita”, y abandonó el proyecto.
Sin embargo, lo más extraño fue que la directiva de Pumas aceptara servilmente que Mohamed y el grupo de promotores detrás de él, encabezados por Christian Bragarnik y Uriel Pérez, le impusieran a un aprendiz sin las credenciales ni los méritos para dirigir un equipo de Primera División en México.
Empieza un proyecto nuevo. Al momento de redactar este texto, las versiones, casi con la tendencia de rumores, se inclinaban hacia Jaime Lozano y otras urgían hacia Efraín Juárez.
Luego de la derrota por 4-2 en su visita a Tijuana, Pumas anunció la salida del teécnico argentino de su banquillo.
Entiéndase que lo más importante es rescatar la cantera de Pumas. El proceso pareció arrancar con éxito de la mano de Andrés Lillini, pero al terminar su ciclo en fuerzas básicas y después con el primer equipo, el proyecto se arruinó.
Más allá del respaldo que pueda darse a quien de inmediato sustituya al infausto Lema, lo relevante será gestar un plan por los próximos cuatro o cinco años, para formar futbolistas con aquella esencia y espíritu de Pumas, y claro, ser inteligentes y honrados en la búsqueda de refuerzos, sin comprar baratijas de promotores que hoy se han cebado sobre la estulticia, la inocencia o la desfachatez de directivos.
Más allá de los cuestionamientos, suspicacias, entrecejos, que ha despertado recientemente la presencia de Miguel Mejía Barón, y todo ello con fundamentos, lo cierto es que parece ser el hombre adecuado para reinventar un plan maestro en Pumas, habida cuenta que conoce los fundamentos de la formación de jugadores.
La duda es si Mejía Barón estará ya harto… o si no estará contaminado. Y que no necesariamente sea embaucado por amiguismos que lo lleven a creer que todos los ex Pumas entienden y pueden desarrollar aquella visión, aquella esencia, de la cuál él fue parte desde la cancha y desde la banca.
¿Hay gente capaz entre todos los mandos que tienen injerencia en Pumas para poder elegir este nuevo rumbo urgente y emergente? De momento, no. Queda claro que no.
Y para empezar es necesario que identifiquen el quién y el cómo alguien fue capaz de aniquilar las fuerzas básicas de Pumas.
