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Enrique Guajardo venció al cáncer y se ha convertido en inspiración

Cortesía

MÉXICO -- Detrás de la puerta estaba él, vestido con un pantalón de mezclilla, una playera blanca y un chaleco gris, esa persona que había sufrido en dos ocasiones el cáncer, mismo que lo dejó sin pelvis y que en su tratamiento ha sido sometido a 36 cirugías. Al tener como contexto lo anterior, se podría esperar a alguien deprimido, enojado con la vida, pero no. Enrique Guajardo tomó su muleta para ayudar a su pierna derecha, caminó hacía el sofá donde sería la entrevista, al salir del cuarto sonrió y con seguridad tomó los micrófonos de ESPN.

Guajardo ha tenido una vida complicada, de niño tenía muchos sueños, entre ellos estaba: conocer otros países, aventarse de un paracaídas y ser súper héroe, tal vez este último era el más difícil. Con la separación de sus padres, más la expulsión de dos secundarias sus deseos se alejaban, pero inesperadamente llegó una enfermedad que unió a su familia y que al superarla pudo conseguir todo lo que quería en su infancia.

A días de cumplir 18 años de edad, recibió la noticia de que le habían detectado cáncer. Los médicos intentaron solucionarlo con un injerto y una prótesis, pero su cuerpo lo rechazó, al final decidieron quitarle la pelvis.

Cuando perdió su cabello, consecuencia del tratamiento contra el cáncer, fue un momento complicado, pero a pesar de eso nunca perdió el humor: "Decía que le había apostado a los Tigres, era cuando iban mal, empecé por el pelo, siguieron la cejas y las pestañas, trataba de ver el lado chistoso", mientras mostraba esa sonrisa que mantenía a pesar de contar los momentos más difíciles de su vida.

Metido en el alcohol, por la depresión que sufría, tuvo una pelea en la calle en la que terminó muy golpeado, así, casi inconsciente, llegó a su casa: "Solo abrí los ojos y vi a mi mamá llorar, dije que ya no le podía hacerle más daño a ella, porque una cosa es que tenga el cáncer y otra que tu hijo lo tenga", ese hecho cambió la vida de 'Kike', como le dicen sus amigos.

A los 21 años, aún si recuperarse de la primera, le detectaron cáncer por segunda ocasión. Esta vez todo sería diferente, estaba mentalizado para no caer en la depresión a pesar de sufrir de la pérdida de una de sus mejores amigos: "Me puse a pensar en él. A mí no me estaban diciendo que me iba a morir, me dicen que tengo una enfermedad, que si quiero seguir con vida tengo que luchar y ahí descubrí que cáncer no significa muerte, significa lucha, aquí estoy para demostrarlo", la contundencia de esa frase, también lleva las ganas con las que disfruta su vida.

Todo lo superó gracias al apoyo de su familia, amigos y su actitud para salir adelante. En ese afán encontró en el deporte no solo su pasatiempo favorito, también vio una forma en superarse. A pesar de que los doctores le decían que no iba a poder, él no se detuvo, encontró alternativas para practicar crossfit, eso fue el comienzo de un cambio radical en su vida cuando, pues ha participado en dos competencias y en una carrera de obstáculos de 18 kilómetros.

Tras descubrir que podía hacer ejercicio, se metió más al mundo del deporte, incluso gracias a eso la vida le puso en el camino a Hugo Ayala, futbolista de Tigres, que lo ha apoyado a él y a su fundación en todo momento.

"Tengo amigos jugadores, como el caso de Hugo Ayala, que me ha apoyado desde el principio, Jorge Torres Nilo, Enrique Palos, Fernando Fernández, Aarón Fernández, muchos amigos jugadores que han ido a mis conferencias y los conocí por Hugo".

La fundación de Enrique, que lleva como nombre Kikes the Miullet, comenzó hace seis años con el propósito de ayudar a niños con cáncer. Hugo Ayala ha sido parte fundamental, el defensa no ha dejado de apoyar, si el deseo de algún infante es conocer a algún jugador de los Tigres, él los lleva a los entrenamientos para que convivan con sus ídolos.

Guajardo ha sido parte importante en la motivación de deportistas profesionales. El plantel de los Leones Negros de la U. de G., previo a su último partido ante Cruz Azul, recibió una charla de Enrique, al igual que el peleador de la UFC, Erik "Goyito" Pérez.

Ahora a sus 29 años de edad, Enrique Guajardo ha cumplido sus sueños de la infancia con una muleta a lado, manejó desde México por toda Sudamérica, ya vivió la experiencia de aventarse de paracaídas y parapente. Pero también ha logrado aquel deseo que tenía tintes de ciencia ficción, se ha convertido en un súper héroe por su labor de apoyar a niños y por demostrar que las muletas que tienen las personas solo son mentales.