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Estoy feliz por Messi, pero no le tengo que pedir perdón

El astro argentino levantó la Copa del Mundo en Qatar 2022. Shaun Botterill - FIFA/FIFA via Getty Images

A muchos les debe haber pasado lo mismo el domingo. Apenas terminó el partido los chats estallaron: amigos, familiares, conocidos no tardaron en mostrar vía whatsapp la alegría interminable por la conquista de la Copa del Mundo. Aluvión de memes e imágenes que quedarán en el recuerdo.

A mí me pasó también, con una salvedad: muchos de los mensajes que llegaron tenían una frase en común. Una pregunta: ¿Qué vas a decir ahora, eh? ¿De qué te vas a disfrazar? ¿Vas a pedir perdón?

Las preguntas tenían que ver con una sola razón: Messi se había consagrado campeón del mundo con la Argentina. Y todos esperaban que yo, el mismo que durante años cuestionó a Messi por no aparecer en partidos importantes jugando para la Selección, por no ser el del Barcelona con la celeste y blanca, les pidiera perdón. A ellos, o a Messi.

¿Perdón? ¿Por qué? Si nunca critiqué a Messi por cuestiones vinculadas a su vida privada. Jamás me importó ni opiné sobre si estaba bien o mal cantar o no cantar el himno nacional antes de lo partidos. Nunca puse en duda su amor por la Selección Argentina.

Simplemente pedía lo que se vio en este Mundial: un Messi caudillo, líder, con personalidad, goleador, con rebeldía, con audacia, jugando de manera brillante ante selecciones poderosas, un Messi que nos ayudara a ganar la tan ansiada Copa del Mundo.

Por pedirle eso a un crack como el rosarino era considerado casi un antipatria. "No podés criticar a Messi, no tenés cara, no sabés nada de fútbol", me decían. "Lo dio todo, le faltó que el equipo lo acompañe", aseguraban unos. "La culpa fue de los técnicos que tuvo", afirmaban otros. ¿Cómo no pedirle a Messi, el mejor del mundo, que brille en un Mundial? ¿A quién tenía que pedirle o darle semejante responsabilidad? ¿A Montiel? ¿A Dybala?

Pero Messi les demostró a todos, a él mismo, al mundo del fútbol, que podía dar más. Que pedirle más a Messi era lógico, casi una obligación. Si está a la altura de Maradona o de Pelé, ¿cómo no pretender que juegue como ellos en la competencia de selecciones más importante del mundo?

Creo sinceramente que faltarle el respeto a Messi sería no pedírselo. Considerar que no podía dar más de lo que había dado hasta la fecha era realmente una picardía. Era ponerlo al nivel de los terrenales cuando claramente es un jugador diferente, único. ¿El mejor del mundo, el mejor de todos los tiempos? Ese será otro debate.

Este fue su mejor Mundial. Hizo siete goles y estuvo a uno de Mbappé, el máximo goleador del certamen. Hizo goles a partir de octavos de final, algo que nunca había logrado en los cuatro Mundiales pasados. Y en Qatar marcó siete tantos, uno más tomando las cuatro Copas anteriores. Ah, y convirtió dos goles en una final.

Cuando preguntaba cuál era el mejor momento de Messi en un Mundial, muchos me decían: "El gol que le hizo a Irán en Brasil 2014". ¿En serio? ¿Ibamos a quedarnos con un gol a Irán en primera ronda como uno de los mejores recuerdos de Messi en un Mundial? ¿No les parece que Messi merecía más?

"Messi, el más Maradoniano de todos", se dice también ahora, tras esta merecida Copa del Mundo. ¿Ahora sí vale la comparación con Maradona? Porque cuando yo le pedía ser más maradoniano, las respuestas eran: "No valen las comparaciones. Son distintas personalidades, distintas formas de vivir, de crianza, de pensar. Messi es un señor. Es respetuoso".

Resulta que cuando se ve un Messi más contestatario porque se enoja ante alguna injusticia, un mal arbitraje, una declaración ofensiva, los mismos que destacaban su bajo perfil explotaron de orgullo. Todos sin excepción festejaron el "¿qué mirás bobo?", alguno incluso con una remera que hacía alusión a la frase. El Topo Gigio que le hizo a Van Gaal se celebró casi como el tercer gol a Francia en el suplementario. ¿Entonces?

Yo no quería que Messi terminara su carrera sin mostrar en un Mundial lo que había mostrado en Barcelona. No quería que su imagen en un Mundial quedara pegada a la final del Brasil 2014, o a las eliminaciones tempranas de Sudáfrica 2010 o Rusia 2018. Menos vincularlo a las finales perdidas ante Chile por las Copa América de 2015 y 2016. Ese era el Messi que yo criticaba porque le faltaba la rebeldía que mostró en este Mundial.

Yo quería ver a un Messi que apareciera en los partidos decisivos de mata-mata, como contra Australia, Países Bajos, contra Croacia, contra Francia. Ese Messi llegó a los 35 años, en su último Mundial, seguramente de la mano de la madurez.

A los que me preguntan que voy a decir ahora que Messi, por fin, logró el título más esperado por todos los argentinos, les respondo: qué suerte que Messi fue el Messi que pedí durante tantos años.