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Después de 50 años, Argentina no recibió goles en la visita a Bolivia

Se cortó la racha. Sí, 50 años después, la Selección Argentina de fútbol, en su triunfo por 3-0 en el choque ante Bolivia, en la altura de La Paz, pudo terminar un partido allí sin recibir goles. La Albiceleste, dirigida por Lionel Scaloni, con Emiliano Martínez en el arco, le puso entonces fin a una larga historia, por la segunda fecha de las Eliminatorias Sudamericanas.

Un mérito mayor de Argentina fue que no jugó su capitán, figura y emblema, Lionel Messi, al que el DT cuidó porque sufre una molestia física. Argentina, campeón del mundo en Qatar 2022, venía de un exitoso debut en Buenos Aires frente a Ecuador y ahora, al vencer a Bolivia de visitante, cosechó los seis primeros puntos en juego de cara al Mundial de 2026.

Dibu Martínez, feliz por la victoria y la racha cortada, fue claro: "Me gustan los desafíos. Siempre buscamos ir por más. Esta selección ganó todo, pero sigue buscando cosas para mejorar. Vimos muchos partidos de la Selección acá y sabía que los tiros de afuera eran complicados".

"Tenemos seis victorias consecutivas post-Mundial y eso no es fácil. Cada vez que nos juntamos parece un grupo de la escuela que se va de viaje. Me gusta pasar tiempo con este equipo", destacó el arquero. El mismo que no recibió goles en Bolivia, como no le pasaba al seleccionado desde 1973.

Justamente, el anterior partido sin que la Selección mayor pisó fuerte en la capital boliviana fue con un equipo olvidado que se había entrenado en el altiplano especialmente para ese compromiso. Aquella historia se escribió el 23 de septiembre de 1973, aunque todo comenzó a trazarse 35 días antes, con una travesía llena de imprevistos y envuelta en el desinterés popular.

La Argentina de Adolfo Pedernera se había quedado sin Mundial en 1970. Fue un golpe muy duro. Después de idas y vueltas, las Eliminatorias para Alemania 1974 asomaban en el horizonte y el cruce con Bolivia como visitante se presentaba como el escollo más difícil de superar en el grupo con Paraguay. El por entonces entrenador Enrique Omar Sívori sabía que un nuevo tropiezo en el altiplano malograría la oportunidad de organizar la fiesta en suelo propio y, en vísperas del arranque de los partidos, junto a su ayudante Miguel Ignomiriello, trazaron un plan para sortear las dificultades, donde el aire, la pelota y las piernas corren distinto.

“La idea fue mía. Le sugerí a Sívori la propuesta de armar una selección de altura”, contó Ignomiriello, quien ya había sufrido esa visita como técnico de San Lorenzo, Estudiantes y Bolívar. Un equipo paralelo, con nombres del fútbol doméstico, que se aclimatara a las exigencias geográficas y les arrebatara dos puntos a los locales.

El 19 de agosto, mientras los apellidos de renombre subían al avión para realizar con el DT una gira por España, un grupo de jugadores con mayoría de juveniles, envuelto en la apatía popular, emprendió rumbo norte hacia la ciudad jujeña de La Quiaca, que con sus 3.400 metros mostraba una atmósfera semejante a la que planteaba la capital boliviana, para llevar a cabo un proceso adaptación por más de un mes.

Allí estuvieron un par de semanas. En la soledad del norte argentino, ese plantel sufrió la suspensión de dos partidos en Tarija, se la rebuscó para que no lo echaran del hotel por falta de pago y hasta vio cómo algunos integrantes destacados, como Jota Jota López y Reinaldo Merlo, no se adaptaron a la altura y debieron volverse a Buenos Aires, desafectados de la concentración.

Tanto esfuerzo dio resultado. Con gol de Oscar Fornari, Argentina le ganó 1-0 a Bolivia, en La Paz. “Fue el gol más importante de mi vida. Entrenamos 40 días en Jujuy, Perú, Costa Rica y La Paz y estuvimos algo olvidados. Nos llamaron la selección fantasma y hasta nos sacaron una foto con sábanas”, contó el goleador de aquella jornada. Fue el gran impulso para llegar a la siguiente Copa del Mundo.